Los siervos en la Edad Media.
Hace unos días, hablando con una amiga sobre la vida durante la Edad Media… Si, si, ya sé que habrá quien diga: coña, hay que ver sobre qué cosas raras habla éste. Bueno, ¿les parecería mejor si comentásemos si Rosa de Benito, está o no está, enamorada de Montalvo, si Víctor Sandoval ha olvidado, o no, a Nacho Polo o cuánto va a tardar Belén Esteban en mentar a la Campanario?...
¿O cuando va a reventar de odio María Antonia Iglesias o si le dará un ataque al corazón a Enrique Sopena, cuando vea ganar a la derecha…? Bueno pues eso.
En fin, a lo que íbamos, me comentaba esta amiga mía que la vida durante la Edad Media fue muy dura pero que, quien lo tenía realmente crudo durante esa Edad Media, eran los siervos. Pues éstos vivían una vida de semiesclavitud siempre sometidos a los deseos del señor feudal. Si este quería ir a la guerra, iban todos a la guerra. Y en tiempos de paz, todas las cosechas, ganado o cualquier otro bien que pudiesen obtener, no les pertenecía a ellos sino al señor, ellos vivían de las migajas de éste, el cual, además, tenía derecho de pernada (desflorar a la novia la noche previa al matrimonio).
Me pareció que lo que mi amiga comentaba, aunque tenía algo de razón, era un poco exagerado y decidí adéntrame en el asunto y tratar de averiguar algo de cómo era la vida, especialmente la de los siervos, durante esa Edad Media.
Lo primero que encontré era que entonces no había periódicos, ni radio, ni televisión, ni teléfono móvil, la gente no sabía con precisión lo que ocurría a más de dos días de viaje de sus casas. Vivian en valles y bosques y lo más lejano que conocían eran las tribus vecinas con las que solían mantener casi siempre hostilidades y se hacían mutuamente todas las maldades imaginables, tiraban el ganado del vecino de los pastos y llegaban, incluso, a quemarse las granjas unos a otros. Era un constante tira y afloja de venganzas y peleas.
No como ahora, que vivimos para ayudarnos unos a otros y jamás discutimos ni nos insultamos y siempre estamos de acuerdo en todo, eso lo puede confirmar cualquiera que haya asistido alguna vez a una reunión de una comunidad de vecinos de cualquier edificio compuesta por más de dos viviendas.
Las disputas y pleitos solían resolverse por medio de un combate entre ambos pleiteantes y el vencedor de dicho combate era el que ganaba el pleito.
¡Qué barbaridad! Ahora el que gana el pleito es aquel que tiene más dinero para pagar al mejor abogado.
Pero por lo menos mientras se hicieron estas cosas los campesinos eran libres. Pero un día, allá por alrededor del año 1070, año arriba año abajo y durante los próximos 400 años, se impuso el sistema feudal. El señor feudal era un caballero que, con sus tropas, luchaba en las guerras a favor del rey y este le pagaba adjudicándole tierras (feudo). Las personas que cultivaban estas tierras eran los siervos y pertenecían a la tierra como las ovejas y las cabras que pastaban en ella o los osos o jabalíes que vivían en los bosques o como los mismos bosques, los pastos, los prados y los campos. Los siervos, no eran propiamente ciudadanos del imperio, no podían ir libremente a donde quisieran, eran personas no libres.
Aunque eso sí, no eran esclavos, no podían venderse individualmente en el mercado, como los esclavos bajo el Imperio Romano, aunque tampoco eran libres para dejar el feudo e irse a trabajar a otra parte.
Era verdad, también, que el señor feudal tenía el derecho de pernada, aunque, realmente, hay muy pocas evidencias de que esto fuera práctica habitual.
Además esta práctica no caía muy bien entre los siervos aunque, ya se sabe, los siervos se solían quejar por nada.
¿En cuánto en lo de tener que ir a las guerras con su señor?
Bueno, la filosófica justificación del sistema feudal era: el siervo trabaja para todos, el religioso reza para todos y los caballeros luchan para todos.
Así que, aquí se debe matizar que eran las clases altas las que luchaban en caso de guerra.
Fue unos cuantos siglos más tarde cuando algún inteligente, durante una cena de gala de la clase acomodada, tuvo la brillante idea de sugerir: ¿Y por qué no dejamos que sean los pobres, en vez de nosotros, los que hagan la guerra también?
Pero no todo eran siervos y señores feudales, también había ciudades con ciudadanos libres e independientes, comerciantes y artesanos.
La idea en aquel tiempo era: vente a la ciudad y la ciudad te hará libre.
Si un siervo conseguía evadirse e irse a un pueblo o ciudad y evitar ser capturado por un año y un día, se convertía en un hombre libre. Igual que sucedió durante el Imperio Romano con unos pocos esclavos que consiguieron evadirse.
Todo sistema explotador construye una remota posibilidad de escape para evitar que el oprimido caiga en la desesperación total. Nosotros tenemos “La Primitiva” y la Lotería de Navidad.
Así que, más o menos, la vida durante la Edad Media, no era tan diferente de la actual, la mitad adinerada de nuestra sociedad sigue poseyendo el 95 por ciento de la riqueza y tratando de divisar cualquier sistema donde el obrero trabaje mas por menos dinero y los pobres, aparte de tener televisión y coche y calefacción y una esperanza de vida de 78 años y podamos, más o menos, dejar nuestro trabajo y buscarnos otro mejor y, si las cosas nos van bien, situarnos en la vida y meter a nuestra hija en política y llegar a ser como Leire Pajín, Bibiana Aído o Cospedal, seguimos siendo igual que los siervos de la Edad Media.
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