La picaresca y los parásitos
El escritor Arturo Pérez Reverte, en su columna de la revista El Semanal, esta semana nos habla de Camera Café, ese estupendo programa que están pasando últimamente por la tele, y nos hace notar como todos sus personajes se ajustan como un guante a la forma de ser de los españoles, especialmente el vendedor Jesús Quesada, interpretado por el actor Arturo Valls quien, según Reverte y yo estoy completamente de acuerdo con el, consigue una creación perfecta, más allá de su papel concreto y del guión que lo determina. Y dice, que levante la mano quien no tenga al menos un compañero de trabajo, un amigo, un pariente, que encaje punto por punto en el arquetipo psicológico y el estereotipo social representado por ese individuo simpático, caradura, golfo, vago, oportunista, putero y con los escrúpulos reducidos a lo imprescindible.
Como siempre Arturo lo clava. Yo tengo un compañero de curro que es, no solo psíquica, si no también físicamente un calco de Jesús. Solo les diferencia el nombre, pues mi compañero se llama Manolo.
Y lo describe perfectamente como describía hace un par de semanas a esa otra especie representada por aquel concejal de Alhendín que fue pillado con las manos en el ladrillo.
Lo valioso, lo educativo, decía, era la biografía del individuo, espléndida, paradigmática, interesantísima para advertir la catadura moral, no de un trincón aislado, sino de toda una clase política criada a la sombra de los ayuntamientos y del lucrativo sistema nacional –lucrativo, claro, para quienes llevan décadas enquistados en él– de que cada perro se lama por su cuenta el ciruelo autonómico: una casta golfa, oportunista, atenta sólo a mantener caliente el negocio, engordada al socaire de la impunidad y la desvergüenza, sin distinción de signos ideológicos, partidos o militancias. Con el matiz de que lo que algunos, elementales y primitivos como somos, esperábamos de la derecha era precisamente eso: mucho trincar y mucho mear agua bendita. Pero de la izquierda –y cuando pienso en el Pesoe digo izquierda por llamarla de alguna manera– esperábamos algunas otras cosas.
-Esto ultimo que dice mi primo, de que del PSOE esperábamos otras cosas, no lo entiendo, y menos viniendo de el, pues a estas alturas de la película creí que se había dado cuenta de que en la política, aquí en España, es como entrar en un mercadillo de esos de todo a cien, -ahora a 0.60-, entras, miras, coges lo que mas te gusta y lo compras, aunque sabes que luego no te va a servir para nada. No menciona el nombre del presunto de Alhendín, que da igual, dice, porque sólo es uno más, gotita en el océano y todo eso, y además el nombre es de cada uno y del padre y la madre que lo parieron. Lo que interesa, lo significativo, es el apodo. Que es glorioso, perfecto, definitorio, de un talante político tan español y castizo como los encierros de Pamplona, el jamón ibérico, la hipoteca, o los llaveros con el toro de Osborne, el cedé de El Fary y las botas de vino Tres Zetas que se venden en las gasolineras: El Chaquetas. Con ese mote situándonos al personaje, no hay más que entornar los ojos para imaginar, con escaso margen de error, una fisonomía, una forma de vestir, un modelo de coche, una casa, una mariscada con los compadres mientras circulan sobres bajo la mesa, unos hábitos. Y vuelve a decirnos, que levante la mano quien no tenga en su pueblo, en su ciudad, en su ayuntamiento, en su gobierno autonómico, un fulano –o fulana, seamos paritarios– a quien cuadre el apodo.
Igual que para Jesús Quesada, está mi amigo Manolo, también esta vez conozco al hombre, aunque éste no es amigo mío, solo un conocido, lleva trabajando en el ayuntamiento desde los tiempos de Franco, antes del ayuntamiento fue revisor de autobús, ahora ya está bastante mayor, se va a retirar pronto o ya lo ha hecho, no estoy muy seguro, el tío este fue o todavía es un español tan típico como cualquiera de los otros dos: entró en el ayuntamiento siendo todavía muy joven, -después de trabajar un año o algo así en el autobús- con un alcalde de los de Franco, era el año 69 o 70, después murió Franco y pasaron por el ayuntamiento unos 6 alcaldes de cuatro partidos diferentes, durante este tiempo, en el ayuntamiento entro y salio muchísima gente, pero el siempre siguió allí impertérrito, nunca supe lo que hacia, cual era su cargo, siempre lo veía de pie con un papel en la mano, allá detrás de las mesas, nunca en el mostrador, nunca lo vi atender a nadie, pero, eso si, siempre, siempre, mostraba tener mucha amistad y simpatía hacia el alcalde de turno, amistad que duraba exactamente hasta el día que el alcalde perdía las elecciones y dejaba de ser alcalde. Nunca supe como se llamaba realmente, creo que Juanito pero no estoy muy seguro, todo el mundo lo conocía por El Badanas.
Cualquiera de estos tres tipos, cuando nos caen cerca nos cabrean, como nos cabreó no hace tanto aquel tío analfabeto, que por no tener no tenia ni el certificado de Estudios Primarios y diciendo que era poseedor de no se cuantos títulos por Harvard, algunos de los cuales ni siquiera existían, llego a director de la Guardia Civil y dejo a la proba institución con lo puesto. No me nieguen que ahora de lejos y en frió y, siempre que uno no pertenezca a picolandia, -estos todavía se la guardan- no resulta chusco, que la benemérita tuviera de jefe a un macarra que les estaba robando a manos llenas y los del tricornio ni se enteraran hasta que no les quedaba ni una peseta tan siquiera, ni en la hucha de la Virgen del Pilar.
Pero son tipos como estos los que representan la idiosincrasia de los españoles, si puedes trinca, en ellos esta la picaresca de este país, pero una vez a agua pasada y visto de lejos, nos resultan pintorescos y a veces, hasta legendarios.
Lo malo, lo realmente dramático es cuando a uno de estos le entran aires de grandeza y decide que quiere ser presidente o gobernador de algún país, -igual que Sancho Panza, vamos- y como se dan cuente de que no hay país en el mundo, que estando en sus cabales, los iba a elegir como gobernantes, deciden hacerse un país a su medida, o sea un país creado expresamente para ellos.
Y ni cortos ni perezosos ponen manos a la obra y empiezan a tocarle la moral a los paisanos de sus respetivas regiones, contándoles como su región pude llegar a ser un país, libre del yugo español y bla, bla, bla. Y aun que al principio nadie les hacia puñetero caso, ya pronto les salieron cuatro tarados, que siempre hay por ahí, que empezaron a creer que tenían razón y sobre todo que era muy moderno y muy guay eso de ir de independentistas y, eso, unido a una ley electoral hecha a la medida para darles mas poder a estos partidillos, nos a llevado a la mierda en la que ahora nos encontramos. Con unos personajillos, oscuros y mortificantes, -que en un país normal no llagarían ni a presidentes de una comunidad- que pululan por nuestra política y que con cuatro votos obtenidos en las urnas se han hecho dueños y señores del cotarro. Y ahí tenemos a gente como Ángel Quintana, Ibarretxe, el siniestro Otegi, el señoriíto Mas o el botarate de Carod Rovira, éste ultimo en connivencia con un andaluz renegado que había sido puesto allí por el PSOE, expresamente para que perdieses las elecciones, han logrado convertir el gobierno de la Comunidad Catalana, -la mas orgullosa de España, que brillaba suprema en el noreste de la península Ibérica- en un mercadillo del trueque, en un cambalache que avergonzaría al país mas bananero del mundo.
Y aquí en Galicia, Quintana encontró a un Touriño dispuesto a dar el culo con tal de ser presidente de algo, que al final consiguió ser presidente de la Junta de Galicia, pero solamente de nombre, pues quien realmente manda son los nacionalistas. Y es que Quintana no para, anda de aquí, para allá, siempre inaugurando algo, me recuerda a Franco, solo que éste inauguraba pantanos y aquel inaugura centros gallegos de educación, de cultura, de bienestar, de gallego, de mas gallego, de lo que sea, pero tiene que ser gallego. Últimamente hay una campaña de publicidad en la radio firmada por vicepresidencia, -siempre hay alguna campaña en la radio firmada por vicepresidencia- en la que nos están tratando de vender las galescolas, y yo me pregunto: ¿Si nos las están metiendo, queramos o no, para qué tanta campaña en la radio gastando nuestro dinero? Será para endulzarnos la píldora ¡digo yo! Y aquí también tenemos otro botarate tipo Carod, otro monstruo de la política llamado Bieito o Benito Lobeira, este tío que lleva meses tocándonos la moral con sus chorradas, enterrar los muertos en gallego, galleguizar los nombres de las personas que desempeñen algún puesto importante, -importante como el de él, supongo, trincar por la geta- etc., etc., ahora le ha dado por tocarle los cataplines a los habitantes de los ayuntamientos asturianos y leoneses, colindantes con Galicia, para que hablen en gallego, lo que no comprendo es como unos y otros no mandan a tomar por saco al imbécil este.
Y es que estos, que no pasan de ser unos pillos igual que los otros, ni a la larga ni a la corta resultan simpáticos ni pintorescos, por que estos además de vivir del cuento, parásitandonos a todos, nos quieren imponer e incluso destruir si es que no pensamos como ellos, y es que parásitos los hay de diferente forma, los que te pican y se largan, como las pulgas, o los que te chupan la sangre y los nutrientes y no te abandonan hasta que te mueres, como la solitaria, y los nacionalistas-separatistas son como estos últimos y, o España se lo toma en serio y busca pronto un remedio para librarse de ellos o somos historia.
Como siempre Arturo lo clava. Yo tengo un compañero de curro que es, no solo psíquica, si no también físicamente un calco de Jesús. Solo les diferencia el nombre, pues mi compañero se llama Manolo.
Y lo describe perfectamente como describía hace un par de semanas a esa otra especie representada por aquel concejal de Alhendín que fue pillado con las manos en el ladrillo.
Lo valioso, lo educativo, decía, era la biografía del individuo, espléndida, paradigmática, interesantísima para advertir la catadura moral, no de un trincón aislado, sino de toda una clase política criada a la sombra de los ayuntamientos y del lucrativo sistema nacional –lucrativo, claro, para quienes llevan décadas enquistados en él– de que cada perro se lama por su cuenta el ciruelo autonómico: una casta golfa, oportunista, atenta sólo a mantener caliente el negocio, engordada al socaire de la impunidad y la desvergüenza, sin distinción de signos ideológicos, partidos o militancias. Con el matiz de que lo que algunos, elementales y primitivos como somos, esperábamos de la derecha era precisamente eso: mucho trincar y mucho mear agua bendita. Pero de la izquierda –y cuando pienso en el Pesoe digo izquierda por llamarla de alguna manera– esperábamos algunas otras cosas.
-Esto ultimo que dice mi primo, de que del PSOE esperábamos otras cosas, no lo entiendo, y menos viniendo de el, pues a estas alturas de la película creí que se había dado cuenta de que en la política, aquí en España, es como entrar en un mercadillo de esos de todo a cien, -ahora a 0.60-, entras, miras, coges lo que mas te gusta y lo compras, aunque sabes que luego no te va a servir para nada. No menciona el nombre del presunto de Alhendín, que da igual, dice, porque sólo es uno más, gotita en el océano y todo eso, y además el nombre es de cada uno y del padre y la madre que lo parieron. Lo que interesa, lo significativo, es el apodo. Que es glorioso, perfecto, definitorio, de un talante político tan español y castizo como los encierros de Pamplona, el jamón ibérico, la hipoteca, o los llaveros con el toro de Osborne, el cedé de El Fary y las botas de vino Tres Zetas que se venden en las gasolineras: El Chaquetas. Con ese mote situándonos al personaje, no hay más que entornar los ojos para imaginar, con escaso margen de error, una fisonomía, una forma de vestir, un modelo de coche, una casa, una mariscada con los compadres mientras circulan sobres bajo la mesa, unos hábitos. Y vuelve a decirnos, que levante la mano quien no tenga en su pueblo, en su ciudad, en su ayuntamiento, en su gobierno autonómico, un fulano –o fulana, seamos paritarios– a quien cuadre el apodo.
Igual que para Jesús Quesada, está mi amigo Manolo, también esta vez conozco al hombre, aunque éste no es amigo mío, solo un conocido, lleva trabajando en el ayuntamiento desde los tiempos de Franco, antes del ayuntamiento fue revisor de autobús, ahora ya está bastante mayor, se va a retirar pronto o ya lo ha hecho, no estoy muy seguro, el tío este fue o todavía es un español tan típico como cualquiera de los otros dos: entró en el ayuntamiento siendo todavía muy joven, -después de trabajar un año o algo así en el autobús- con un alcalde de los de Franco, era el año 69 o 70, después murió Franco y pasaron por el ayuntamiento unos 6 alcaldes de cuatro partidos diferentes, durante este tiempo, en el ayuntamiento entro y salio muchísima gente, pero el siempre siguió allí impertérrito, nunca supe lo que hacia, cual era su cargo, siempre lo veía de pie con un papel en la mano, allá detrás de las mesas, nunca en el mostrador, nunca lo vi atender a nadie, pero, eso si, siempre, siempre, mostraba tener mucha amistad y simpatía hacia el alcalde de turno, amistad que duraba exactamente hasta el día que el alcalde perdía las elecciones y dejaba de ser alcalde. Nunca supe como se llamaba realmente, creo que Juanito pero no estoy muy seguro, todo el mundo lo conocía por El Badanas.
Cualquiera de estos tres tipos, cuando nos caen cerca nos cabrean, como nos cabreó no hace tanto aquel tío analfabeto, que por no tener no tenia ni el certificado de Estudios Primarios y diciendo que era poseedor de no se cuantos títulos por Harvard, algunos de los cuales ni siquiera existían, llego a director de la Guardia Civil y dejo a la proba institución con lo puesto. No me nieguen que ahora de lejos y en frió y, siempre que uno no pertenezca a picolandia, -estos todavía se la guardan- no resulta chusco, que la benemérita tuviera de jefe a un macarra que les estaba robando a manos llenas y los del tricornio ni se enteraran hasta que no les quedaba ni una peseta tan siquiera, ni en la hucha de la Virgen del Pilar.
Pero son tipos como estos los que representan la idiosincrasia de los españoles, si puedes trinca, en ellos esta la picaresca de este país, pero una vez a agua pasada y visto de lejos, nos resultan pintorescos y a veces, hasta legendarios.
Lo malo, lo realmente dramático es cuando a uno de estos le entran aires de grandeza y decide que quiere ser presidente o gobernador de algún país, -igual que Sancho Panza, vamos- y como se dan cuente de que no hay país en el mundo, que estando en sus cabales, los iba a elegir como gobernantes, deciden hacerse un país a su medida, o sea un país creado expresamente para ellos.
Y ni cortos ni perezosos ponen manos a la obra y empiezan a tocarle la moral a los paisanos de sus respetivas regiones, contándoles como su región pude llegar a ser un país, libre del yugo español y bla, bla, bla. Y aun que al principio nadie les hacia puñetero caso, ya pronto les salieron cuatro tarados, que siempre hay por ahí, que empezaron a creer que tenían razón y sobre todo que era muy moderno y muy guay eso de ir de independentistas y, eso, unido a una ley electoral hecha a la medida para darles mas poder a estos partidillos, nos a llevado a la mierda en la que ahora nos encontramos. Con unos personajillos, oscuros y mortificantes, -que en un país normal no llagarían ni a presidentes de una comunidad- que pululan por nuestra política y que con cuatro votos obtenidos en las urnas se han hecho dueños y señores del cotarro. Y ahí tenemos a gente como Ángel Quintana, Ibarretxe, el siniestro Otegi, el señoriíto Mas o el botarate de Carod Rovira, éste ultimo en connivencia con un andaluz renegado que había sido puesto allí por el PSOE, expresamente para que perdieses las elecciones, han logrado convertir el gobierno de la Comunidad Catalana, -la mas orgullosa de España, que brillaba suprema en el noreste de la península Ibérica- en un mercadillo del trueque, en un cambalache que avergonzaría al país mas bananero del mundo.
Y aquí en Galicia, Quintana encontró a un Touriño dispuesto a dar el culo con tal de ser presidente de algo, que al final consiguió ser presidente de la Junta de Galicia, pero solamente de nombre, pues quien realmente manda son los nacionalistas. Y es que Quintana no para, anda de aquí, para allá, siempre inaugurando algo, me recuerda a Franco, solo que éste inauguraba pantanos y aquel inaugura centros gallegos de educación, de cultura, de bienestar, de gallego, de mas gallego, de lo que sea, pero tiene que ser gallego. Últimamente hay una campaña de publicidad en la radio firmada por vicepresidencia, -siempre hay alguna campaña en la radio firmada por vicepresidencia- en la que nos están tratando de vender las galescolas, y yo me pregunto: ¿Si nos las están metiendo, queramos o no, para qué tanta campaña en la radio gastando nuestro dinero? Será para endulzarnos la píldora ¡digo yo! Y aquí también tenemos otro botarate tipo Carod, otro monstruo de la política llamado Bieito o Benito Lobeira, este tío que lleva meses tocándonos la moral con sus chorradas, enterrar los muertos en gallego, galleguizar los nombres de las personas que desempeñen algún puesto importante, -importante como el de él, supongo, trincar por la geta- etc., etc., ahora le ha dado por tocarle los cataplines a los habitantes de los ayuntamientos asturianos y leoneses, colindantes con Galicia, para que hablen en gallego, lo que no comprendo es como unos y otros no mandan a tomar por saco al imbécil este.
Y es que estos, que no pasan de ser unos pillos igual que los otros, ni a la larga ni a la corta resultan simpáticos ni pintorescos, por que estos además de vivir del cuento, parásitandonos a todos, nos quieren imponer e incluso destruir si es que no pensamos como ellos, y es que parásitos los hay de diferente forma, los que te pican y se largan, como las pulgas, o los que te chupan la sangre y los nutrientes y no te abandonan hasta que te mueres, como la solitaria, y los nacionalistas-separatistas son como estos últimos y, o España se lo toma en serio y busca pronto un remedio para librarse de ellos o somos historia.
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