Un complejo de Edipo colectivo que les lleva a desear la destrucción de su propio país, de su identidad, de España.
Leo en un periódico de
aquí, de Galicia, el siguiente titular:
Crece la presión sobre Rajoy para
que defina la colaboración con Francia.
Lo que quieren decir
es: Rajoy acepta mandar tropas a luchar contra el Estado Islámico, o sea, va
Rajoy mandar a España a la guerra en
Oriente Medio?
Y es que están locos
porque Rajoy diga que si, y que lo haga pronto, antes de las elecciones, para
que la bazofia de siempre, toda la patulea de la estafa de las subvenciones al
cine, los “trinca mais”, las mareas con
sus carmenas, sus colaus y sus podemos, los yayo flautas, los perro flautas y
todo aquel que solo sirva para vivir del cuento, puedan lanzarse a las calles y
armar un pistofio tal que se vuelva de nuevo
a reventar las elecciones, igual que hicieron en el 2004.
Aunque, inasequibles
al desaliento y viendo que Rajoy, no pensaba ni piensa entrar al trapo, el
pasado domingo, salieron igualmente a manifestarse a favor del “no a la guerra”.
Pero, como de momento
aquí en España, esta vez, nadie ha dicho nada de ir a ninguna guerra, les salió
el tiro por la culata, o, como diría Pérez Reverte, el cochino mal capado, y
solo fueron ellos, los convocantes. En La Coruña, contando a los alcaldes de
las mareas y del bloque, junto con Ada Colau que vino desde Barcelona a comer a
Santiago, invitada por el insigne alcalde, el seño Martin Noriega, no llegaban
a veinte personas. En Santiago no salió nadie y en los pueblos más pequeños,
creo que ni se enteraron.
Pero, y aunque hubiesen
sucedido en su empeño de arrastrar en masa a la población, que esperaban estas
gentes conseguir: Que Putin dejase de bombardear a los rebeldes sirios o al
Frente Islámico, -en la práctica lo mismo-?
O que los franceses
olvidasen la masacre de Peris y, en vez de bombas les mandasen postales de
navidad con buenos deseos y tal, a los matarifes del ISIS?
-En realidad mientras
estos –los del no a la guerra- hacían el tonto en las plazas españolas, en Francia
se celebraba un acto en memoria de las victimas-
Y el jueves, como para
demostrarles que su no a la guerra se lo pueden meter por donde les quepa,
Cameron, el primer ministro británico, conseguía el voto del parlamento a favor
de comenzar a bombardear las posiciones del ISIS, y, ni corto ni perezoso, ya
no esperó al día siguiente, esa misma noche a las cero horas, despegaban los
aviones de la RAF, rumbo a Siria.
Y, los del “no a la
guerra”, todavía serian acreedores de alguna simpatía hacia su causa si esa
causa fuese genuina, o sea, un no a la guerra que les saliese del alma.
Pero su no a la guerra
está estrictamente basado en su odio hacia su país.
Un odio visceral,
malévolo y retorcido, que ven reflejado en la figura del PP, el Partido Conservador.
Porque de eso se
trata. Eso es exactamente lo que odian. El odio hacia el orden establecido, el
odio hacia lo sensato y la cordura, el
odio hacia lo que construyeron sus antepasados. Es en resumen, un odio malsano,
mórbido y tortuoso hacia el padre.
Un complejo de Edipo colectivo
que les lleva a desear la destrucción de su propio país, la destrucción de su identidad,
la destrucción de España.
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