El amor tiene que salir del alma y no por obligación y para gustos colores
Yo creo que, a estas alturas de la fiesta,
ya nadie ignora que hay regiones en España donde sus habitantes, las gentes que
vivimos ahí, tenemos que luchar para poder hablar español
-O castellano, como prefieran-. Si, luchar
y duro, hasta ahí llega la paranoia que se ha instalado en este país, tener que
luchar para hablar nuestro idioma… ¡que tiene bemoles la cosa!
Regiones donde, un medico, un ingeniero, un
abogado, etc., sea éste medio bueno, bueno, muy bueno o una eminencia, da
igual, en cualquiera de esas regiones no podrá ejercer su oficio si no domina
la jerga local.
Una de esas regiones es Galicia, la que me
cae a mi más de cerca, gobernada durante los últimos 13 años por el hombre que
ha llegado a Madrid para arreglar el conflicto en el PP. El señor Alberto Núñez
Feijoo, el que nos prometía, cuando estaba en campaña, que si ganaba las
elecciones, terminaría con las imposiciones ligústicas impuestas por los
nacionalistas.
¡Ja! ganó las elecciones, y no solo no
arregló nada, si no que hemos ido a peor si cabe.
No hay papel o documento, con la “Xunta”,
con la diputación, con tu ayuntamiento de turno, etc., que no venga redactado,
únicamente en gallego. Incluso en la ITV, me ponen que mi coche tiene un
problema en la “timoeira”.
¿Y este es el señor que ahora viene a salvar
al PP y a España? Si tomamos como muestra su actuación como Presidente de la
Xunta, ¡por dios! La perspectiva es desoladora.
Puesto que, el Gobierno del Señor Núñez Feijoo
lo único que ha hecho en Galicia, ha sido bailarle el agua al nacionalismo. Un
nacionalismo que hace de algo tan nimio como el concurso de un grupo gallego –“As
Tanxugueiras”- como aspirantes a representar a España en eurovisión, un motivo
diferencial de Galicia, y que hay que defender a toda costa.
Tanto fue así que, el hecho de que dicho
grupo no saliera ganador del concurso, causo tal furor y tal fervor
nacionalista, que por un momento llegué a creer que iban a declarar la
independencia de Galicia, unilateralmente.
Yo no vi la final, en realidad no sigo eso
desde hace mucho, pero conozco la canción porque me la han puesto mis amigos, y
no me gusta. Si yo hubiese sido el jurado, tampoco la hubiese elegido.
Y, desde luego, el que no haya quedado
entre los cuatro últimos puestos, no significa que estén despreciando ninguna
lengua. ¿O tendría que estar por decreto???
Y, que nadie crea, por esto, que no hay
canciones en gallego que me gusten.
Por
ejemplo: Una de un poema de Curros Enríquez: Unha noite na eira do trigo, otra
que lleva por titulo: Lela, Lela, otra: O sacristán de Coímbra...otra: Adiós
ríos adiós fontes… y podría seguir...
Y también hay canciones en español, con
cierta fama, y que detesto: La Gota Fría de Carlos Vives o la ¡Ay! Macarena de
los Del Río...esta última me da cólico...
Así que ya ven.
El amor a una lengua, a un pueblo, a tu
aldea, o a lo que se tercie, tiene que salir del alma, espontáneo, sincero y
voluntario, nunca por obligación, miedo o chantaje, porque entonces no sería
amor. Y han surgido los que exponen que nuestra lengua hay que defenderla a
ultranza, contra todo y ante todo, -ahí entiendo, obligar a usarla- porque el
gallego, al igual que el catalán o el vasco, hoy día no está amenazado. Está
ahí, al alcance de todos, y que la use el que quiera, porque así lo desee, y
nunca bajo coacción o amenaza. Tiene que vivir porque el pueblo la ame y la
use, y, si no es así, desaparecerá...por mucho que la intenten meter a la
fuerza...
La sociedad evoluciona de forma natural, y
con ella lo hacen sus instituciones, una de las cuales es el lenguaje. Lo
absurdo, por contraproducente, es tanto intentar imponer cambios forzados como
oponerse al desarrollo natural y espontáneo que va surgiendo de la misma
sociedad sin un plan previamente establecido. Conservar un habla que tenía su
sentido y su razón de ser en épocas pasadas, con sus peculiaridades económicas
y materiales, resulta tan irracional y absurdo como intentar imponer, por la
fuerza y violentando un proceso de desarrollo natural, formas de expresión
(como el ridículo lenguaje inclusivo de género) que atacan directamente las
reglas gramaticales vigentes
El amor tiene que salir del alma y no por
obligación y para gustos colores
PD:
Los gallegos,
aquellos gallegos de bien, que son la mayoría, ya se han acostumbrado a las
imposiciones del nacionalismo y, siguen hablando como mejor les parece y han
dejado de preocuparse y seguir con su vida sin meterse en honduras.
Y, ante esto, tengo
amigos que me preguntan: ¿por qué, yo y algún otro, seguimos empecinados en
pelear en contra de estas imposiciones de nacionalismo?
Me dicen: ¿No ves que
lo que tenga que ser, será?
Y quizás sea verdad,
quizás estén en lo cierto. Pero yo pienso que: por muy nimio e intranscendente
que sea o parezca lo que traten de quitarnos y lo que tratan de imponernos, es
igual, tenemos que defenderlo, porque cada vez que nos rendimos y aceptamos
cualquier imposición, estamos dejando atrás pedacitos de nuestra democracia y
jirones nuestra libertad.
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