La musulmana, el avión, y el siglo XXI.
Enrique Serbeto, el infatigable corresponsal de ABC, a quien no se le suele escapar una en este espinoso y a menudo sonrojante enredo de la Alianza de Civilizaciones .
Cuenta la historia de Lex Van Drooge un político democristiano, concejal en el ayuntamiento de Amsterdam, que regresaba hace dos semanas a Holanda después de un viaje de trabajo a Estambul.
Cuando ya estaba en el asiento que se le había asignado fue requerido para cambiarse de lugar, según supo después porque la pasajera a la que le había correspondido el asiento de al lado dijo ser musulmana practicante lo que le impedía ser tocada por un hombre que no fuera su marido o un miembro de su familia.
«El asunto se desarrolló dentro del avión sin ningún escándalo, pero creo que demuestra que nos estamos equivocando con esta actitud» frente al extremismo, decía ayer en conversación telefónica al recordar el asunto, que ha reproducido toda la prensa holandesa.Van Drooge cuenta que cuando llegó al avión vio a una pasajera «cubierta con el pañuelo tradicional» en el asiento central de una fila de tres.
«Le pedí, dice, que me dejase pasar para sentarme en la ventanilla. Se levantó, me senté y me puse a leer como si nada».
Cuando faltaba poco para despegar, se dio cuenta de que la mujer no había regresado y que por el contrario, una azafata le pedía «que aceptase ser cambiado de asiento, para lo que me ofreció un puesto en primera clase, lo que acepté, naturalmente».
Su malestar empezó cuando la misma azafata, de la compañía holandesa KLM, le explicó las razones por las que le habían tenido que cambiar de sitio.
«Creo que no tiene sentido, porque el avión es un transporte público y cuando uno acepta ir en transporte público no puede presuponer que no vaya a tener ningún contacto con los demás pasajeros».
El problema, a su entender «es que cuando se alegan razones religiosas para cosas que normalmente nos parecerían extravagantes, tenemos miedo de que crean que nos comportamos con rudeza, lo cual es un error».
-Y naturalmente que si.
-Independientemente de que le gusten a uno, o no, las religiones, y que además tenga mas afecto por esta o por aquella, no es motivo para que nadie juzgue o interfiera en las creencias de los demás. O sea, que allá cada cual con sus creencias y que cada perro se lama su ciruelo. Esto es, o debe ser, así, en tanto en cuanto, las creencias del otro no interfieran con la vida de uno, especialmente, si uno está en su país y ese otro es un extranjero. La religión que profesa esta señora no solo la coarta a ella en su libertad como ser humano y, sobre todo como mujer, sino que ademas coarta los derechos de todos aquellos que se la encuentren en sus vidas, aunque sea, solo por un momento y por casualidad. Por lo tanto, esta señora lo que debería hacer es irse a su país con sus ayatolaes talibanes. Encerrarse en una de sus chozas y así no la molestaría nadie. Si ella y su religión están enfermas, los demás no tenemos por que sufrir las consecuencias.
Esto me recuerda un caso, que salio en la prensa no hace mucho, de una joven norteamericana, profesante de la misma religión que la señora del articulo que nos ocupa, y que compite como corredora de elite. Compite en la mas alta gama, incluso, si mal no recuerdo, se esta preparando para representar a su país en los Juegos Olímpicos. El problema es que la joven quiere correr con la cabeza cubierta por que así se lo exige su religión.
Tanto esta joven corredora, como la señora del avión, pretenden vivir en el siglo XXI, lastradas por una religión o costumbre de tiempos prehistóricos.
Para que una mujer pueda competir al nivel que lo hace esta joven, sin que parezca algo raro, muchas mujeres han tenido que luchar denodadamente, y algunas, incluso, dejarse la piel en el intento.
Y la señora del avión tendría que darse cuenta de que está volando en un aparato de tecnología punta.
Que han tenido que pasar 200.000 mil años, tiempo estimado, día arriba día abajo, que el ser humano lleva sobre la faz de la tierra, para llegar a esto.
En estos 200.000 años el ser humano ha pasado por todo. Desde guerras, pestes, hambrunas, hasta sacrificios humanos, esclavitud, o masacres de pueblos enteros, solo por ser de una raza diferente.
Todo esto, estamos tratando de dejarlo atrás, y nos está costando Dios y ayuda. Si lo queremos lograr, si de verdad pretendemos conseguirlo, no podemos dejarnos lastrar, ni por creencias, ni por costumbres, ni por religiones, (cualquier religión) ancladas en tiempos pretéritos.
Si esta gente quiere entrar en el siglo XXI, que lo haga con todas las consecuencias.
Si esto se les hace muy grande, que se queden en sus países y en la Edad Media.
La musulmana, el avión, y el siglo XXI.
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