Friday, October 12, 2012

Horario erróneo y demencial.

Leo en un periódico que me encuentro por ahí que, según un tal Ignacio Buqueras, presidente de Arhoe, las jornadas laborales en nuestro país, así como los hábitos horarios en general, son «irracionales» y de país tercermundista. Uno de los tópicos acerca del modo de vida español más habitual tiene que ver con sus horarios laborales, que son más extensos que los del resto de Europa. Lo que se dice una singularidad. Y, sin embargo, en el ranking se mide la relación entre salarios y productividad España se sitúa en las posiciones bajas de la tabla, ocupando el lugar 119. Según él, España debe adaptar los horarios «de cualquier país civilizado». Por ello su comisión plantea que las jornadas laborales se inicien entre las 7.30 y 9 de la mañana, y finalicen «no más allá de las cinco o las seis de la tarde». Y con 45/60 minutos para comer. En nuestro país, los españoles pasamos en el trabajo 1.690 horas de media en el año 2011, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Por buscar otros ejemplos, en Alemania fueron 1.413; en Suecia, 1.644; en Italia, 1.774; y en Estados Unidos, 1.787. «Las empresas con horarios racionales son más productivas. Iberdrola fue la primera empresa del Ibex 35 que hace cuatro años y medio dio un paso al frente en esto. Logró una mayor productividad y una reducción importante de gastos», explica el presidente de la Arhoe. Por Dios, esto lo vengo repitiendo yo desde hace años. El horario que dice este señor que debíamos tener en España, y que es el que debíamos tener. Comenzar la jornada laboral entre las 7´30 y 9, 00 y no alargarla más allá de las 5 o 6 de la tarde, con 45 o 60 minutos para comer, es algo que he dicho tantas veces, que he escrito tantas veces, que ya casi puedo denunciar a este señor por plagio. Y es que cae de cajón, es algo de lo más básico. La única manera de conciliar trabajo y familia. Pero decir esto en este país es como predicar en el desierto. A nosotros nos gusta un “lunch” extra largo, con café, pitillo y siestecilla y volver al trabajo a las 6 de la tarde y luego tratar de hacer de noche lo que no hicimos durante las horas diurnas. Y todas esas horas que decimos que pasamos en el trabajo es un cuento chino. Nos levantamos temprano y volvemos a casa tarde, eso es verdad, pero durante el día, entre “breaks”, comidas de primero y segundo plato, café, pitillo y charla con el amigueté, atasco de tráfico entre idas y venidas etc., nos pasamos la mitad de esa horas tocándonos los pies y luego, claro, llegamos a casa tarde, reventados y sin haber hecho nuestro trabajo. Y en esto, tanta culpa tienen los jefes como los empleados, puesto que, a la mayoría de los jefes no le hables de dejar el curro a las cinco de la tarde. ¡Dejar el trabajo a media tarde! Por dios a donde iríamos a parar. Ellos quieren estar rodeados de sus “vasallos” el mayor tiempo posible. Eso les pone y, además, están mejor en el curro que aguantando en casa a la legitima y a sus vastagos. Y en cuanto a los obreros, si uno habla con ellos, la mayoría estará de acuerdo en que, la felicidad del trabajador, de cualquier trabajador, es poder conciliar el trabajo con la vida familiar y el tiempo de ocio. Y esto pasa por tener un horario como dios manda, de 7 a 16 o 8 a 17 con un cuarto de hora para el café por la mañana y tres cuartos de hora para comer, o algo así. Y a las 4 o 5 de la tarde todos a casa. Pero luego, a la hora de la verdad, cuando se le recuerda que solo tienen tres cuartos de hora para comer, te dicen que así no les da tiempo a nada, que es imposible comer tan de prisa y un motón de quejas de toda índole, pero en países como Alemania, Francia o Inglaterra lo hacen, lo llevan haciendo desde siempre y nadie se ha muerto de inanición todavía. Solo países como Portugal, Grecia o España, se conserva ese horario erróneo y demencial a más no poder que nos lleva a ser los obreros menos productivos del mundo. Es que no tenemos remedio ¡oye!

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