Wednesday, April 03, 2013

¿Qué carajo habéis hecho con mi país?






 
 

¿Conté alguna vez aquí que me gusta mucho leer comics?

Pues sí, leí mi primer comic con seis años, en aquel tiempo los llamábamos tebeos, y hoy, con sesenta, todavía los sigo leyendo.

Mis favoritos son los tebeos españoles de los años 50 y 60, El Guerrero del Antifaz, El Cosaco Verde, Sin Miedo o Montana. El Roberto Alcázar y Pedrín, El Capitán Trueno y el Jabato ya me han cansado un poco.

Pero, también leo comics americanos, en ingles si es posible, aquí mis favoritos son: Cónan el bárbaro, Xmen, The Punisher, Wolferine, The Man Thing, Batman o The Swamp Thing,  todos de la Marvel excepto los dos últimos.

Aunque también leo otros como: The Hulk, Iron Man o los Vengadores.

Estos comics aunque son puramente de ficción, a lo largo de los años, han tratado  de representar un poco el espíritu de América y el sentir de los americanos.

Y los que están saliendo últimamente, no son menos, y como en todas partes cuecen habas, Estados Unidos en estos momentos, igual que el resto de los países occidentales, no está pasando por sus mejores días y esto lo reflejan los comics que están saliendo al mercado.

 

Y es al comienzo del último número de los Vengadores, que se ve al Capitán América viajando en un autobús de Nueva York a Idaho.

 -El Capitán América que es un fulano que luchó en la Segunda Guerra Mundial contra Hitler, luego tuvo un accidente y se quedó atrapado inerte en un tempano de hielo, donde fue encontrado y rescatado años más tarde por los Vengadores, hoy es un hombre muchos años fuera de su tiempo tratando de aprender a vivir en este nuevo mundo.

Y ahora, mientras viaja en aquel autobús, el Capitán América se va dando cuenta de cómo ha cambiado la cara de su país.

Ve las casas vacías y todo el desempleo que azota a Estados Unidos, y esto le recuerda los días de su juventud. Él vio el final de la Gran Depresión, cuando los efectos de la guerra trajeron una ola industrial a América.

Ahora las factorías están cerradas y las guerras en el extranjero no marcan ninguna diferencia.

Él recuerda al presidente Eisenhower y recuerda los ideales de los 50.

Recuerda una América que tenia las mejores escuelas, los mejores obreros, recuerda un gran país.

Y su locura le grita que nunca volverá a tener ese mundo de nuevo.

Hace mucho que desapareció, tanto que parece un mito.

Y se da cuenta que América ha perdido su camino.

Bien y hasta aquí con el comic, y ahora la pregunta: ¿Quién de nosotros, especialmente aquellos que llevamos más de seis décadas sobre nuestras espaldas,  no se siente a veces, en estos días que corren, con la misma sensación de desolación, abandono y orfandad de su mundo, que siente el Capitán América.

Nosotros no recordamos el final de aquella guerra, ni a Eisenhower, pero recordamos nuestra niñez a finales de los 50 y mediados de los 60, nuestra adolescencia desde finales de los 60 hasta mediados los 70. Recordamos las salas de fiesta y los guateques, con fanta mesclada con ginebra fockin o, si no había para fanta, mirinda iba de coña, recordamos los Beatles, los Rollings, nuestra primera novia, el primer amor, el primer desengaño, el primer adiós y la mili. Luego, emigramos unos, terminaron su carrera otros, nos casamos, tuvimos hijos y, en un abrir y cerrar de ojos, como un sueño o una pesadilla, casi sin darnos cuenta, nos encontramos aquí, en el umbral de nuestra vejez,  con una década y pico por encima del medio siglo a nuestras espaldas  y viviendo en un mundo, que un día soñábamos hacer mejor, hecho unos zorros.

 

 

Un mundo que, es de pena, con una la clase política y o funcionarial donde la plaga de corruptos es enorme y surge por todas partes. No hay tío ni tía, paridad ante todo, en este país, que haya desempeñado un cargo público con algo de poder,  y que no haya abusado en mayor o menor grado de ese cargo para beneficio propio. Mención especial a esto se la merece la Junta de Andalucía y todos sus aláteres: “socialistas”, comunistas y sindicatos varios.  Lo de estos tíos clama al cielo, están entre los más corruptos, y luego asaltan fincas, supermercados y sedes del PP, como forma de protesta por…, agarrasen, la corrupción, y el pueblo aborregado aplaude con las orejas.

Lo dijo Winston Churchill: Llegará un día que los fascistas se autoproclamaran demócratas.

De la Familia Real, ya mejor no hablar. Al parecer se ha levantado la veda de no atacar al Rey y, en este momento, no hay periódico, radio o televisión, que no tenga su espacio criticando a la realeza.

Y aparecen republicanos de derechas y de izquierdas, que no hace mucho hablaban glorias del rey, que ahora juran y perjuran que ellos nunca estuvieron por la monarquía y que lo que España necesita es otra republica.

-pues como nos salga como la Primera y la Segunda, vamos dados-

 Y es tal el embrollo, que  hasta ha salido un fulano inglés, un tal Morton, que ha rellenado unos folios con unos cuantos chimes, una basura, donde le adjudica al Rey haber tenido mil quinientas amantes,  entre las que, según él, figuran una retahíla de folclóricas de nuestro pasado reciente, como Barbará Rey, Sara Montiel, Nadiusca o Rafaela Carrá, los ha encuadernado y los ha llamado libro y se está forrando, vendiendo está bazofia como rosquillas.

¿Y ya que decir del último poder, el judicial?

¿Qué podemos esperar cuando vemos como la máxima y, supuestamente, más seria institución, se nos llena de estrellas que piensan mas cual perfil ofrecerle a las cámaras para salir más favorecidos en la televisión o en los periódicos, que en implementar justica?

¿Qué pensar cuando, después de mucho esfuerzo, conseguimos librarnos de un juez que, en un insano afán de protagonismo se metía en todos los charcos, nos sale otra rutilante estrella que, amulando al mismísimo Yul Bryner en sus mejores tiempos, intenta quitarle, por las bravas, a otro compañero el caso de corrupción quizás mas importante de nuestra historia reciente, y convierte a la justicia Española en un circo y una pantomima?

Menos mal que la Audiencia Nacional ha tomado cartas en el asunto y ha puesto algo de sensatez a todo esto.

Aunque eso no quita para que en la mente de los españoles se haya instalado la sensación de que un caso ante la justicia pueda acabar de una u otra manera, acorde con el juez que lleve el caso. Y eso es algo terrible, porque hace que nuestra confianza en la justicia se haya ido a hacer puñetas.

Y así, poco a poco, todos los símbolos que conforman España, se van diluyendo como un turrón de azúcar en una taza de café caliente.

Y los que están quitando mas  tajada de todo este asunto son los nacionalistas separatistas, enemigos tradicionales de España, que aprovechándose de este marasmo tratan de destruir todos los símbolos  que aglutinan a este país, esperanzados en que se desgaje más pronto que tarde y poder fundar así sus quiméricos y utópicos paisitos, arcadias de felicidad, donde no habrá ni ricos ni pobres, nadie sufrirá enfermedades y todo el mundo se entenderá a la perfección porque hablaran en catalán, vasco o gallego, dependiendo cual sea el paisito en cuestión, y vivirán para siempre dichosos y pánfilos, cazando mariposas y escuchando los trinos de mil pajaritos.

No se dan cuenta los muy cabestros de que, si el barco se hunde, se hunde para todos.

Y si por ejemplo Cataluña, la más levantisca, en el estado actual que se encuentra, fuese un estado independiente de España, estaría sufriendo el mismo calvario por el que está pasando Chipre.

Esto lo pude ver cualquiera, no hace falta ni ser un lince, ni tener un “master” por Harvard.

Pero es inútil, con estos tíos es predicar en el desierto.

Y claro, viendo el estado en que se encuentra el patio, y viendo que en algún punto en el tiempo, España también ha perdido el camino, no es de extrañar que uno, al igual que el Capitán América, en su locura acabe gritando: ¿Qué carajo habéis hecho con mi país?


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