Mi verdadera patria.
Decían que el que emigraba, aunque un día regresase a su tierra, ya nunca dejaría de ser un emigrante. Ahora, yo se, que era verdad y, además, se por que.
Hay una canción que cantaba Luz Casal, que decía así: “No hay nada mas bello que lo que nunca has tenido, nada mas hermoso que lo que no fue”.
Y eso es, precisamente, lo que nos pasa a los que una vez fuimos emigrantes.
El emigrante cuando se marcha de su tierra, -especialmente si se va muy joven, como fue mi caso-, lleva con él el recuerdo de algo que no fue, de algo que de verdad no existe, no se da de cuenta, en aquel momento, de que si se va es porque no puede vivir allí, y añorara siempre una tierra, un pueblo o una aldea idílica, algo que nunca existió. Cuando regresa, es cuando se da cuenta de que la tierra a la que vuelve, no es aquel lugar bello que lleno de nostalgia tanto recordó. Y se da cuenta, entonces, que lo verdaderamente bueno, lo ha vuelto a dejar atrás. Se da cuenta que, es la tierra que un día lo acogió, aquel país en el que vivió, el país que le dio todo lo que es. Aquel lugar que ya nunca será capaz de olvidar y volverá a añorar. Volverá a sentir nostalgia. Volverá a ser un emigrante.
Esto de arriba lo escribí una tarde lleno de morriña, recordándome del otro país que considero mi “segunda” patria.
Yo emigre a Inglaterra siendo muy joven, corría el año 1970 y España estaba gobernada por Franco, un dictador.
Hasta aquí era lo único que conocía, había vivido toda mi vida bajo una dictadura y casi ni me daba cuenta.
Regrese a España a finales de 1987, habían pasado 18 años y me encontré con que Galicia, mi tierra, la que tanto había añorado, estaba siendo manipulada, mangoneada y gobernada, por los galeguistas-nacionalistas, unos dictadores peor, pero bastante peor, que el otro.
Hoy leo en el blog del señor Xoan Xulio Alfaya el siguiente artículo:
Tres errores.
Mi primer error fue nacer en el lugar equivocado.Oí decir que la patria no es el lugar donde se nace, sino donde se es libre. Y también que el que lo dijo murió rechazado y extranjero en su patria vigilada.
Era un buen hombre y, por lo tanto,sabía bien de lo que hablaba.
Lamentable error nacer donde la libertad es una flor no deseada, ella, la más frágil, la que exhala la fragancia más sutil y delicada.
Mi segundo error fue agotar mis energías en tratar de adaptarme a la patria equivocada, en vez de ser fiel a mis orígenes y a mi anhelo de renacer en la más libre de las patrias, la del verso y la palabra. Entonces fui cobarde, o tal vez demasiado joven para ver las cosas claras.
Mi tercer error fue tardar tanto en comprender que el poeta no debe aspirar nunca a la fama, sino abandonar sus versos a la brisa de la tarde y dejar que se posen en los sueños de su amada.
© Xoán Xulio Alfaya
Los dos primeros errores los hago míos, pues eso fue, exactamente, lo que me pasó a mí, no así el tercero, yo nunca me sentí poeta ni aspire a ninguna fama.
Pero si cometí, también, un tercer error, este garrafal. Quizás, el mayor error que haya cometido en mi vida.
Y fue abandonar mi querida Inglaterra, el país donde me hice un hombre, donde nacieron mis hijas. El único país donde, en toda mi vida, me sentí realmente libre. Mi verdadera patria.
Hay una canción que cantaba Luz Casal, que decía así: “No hay nada mas bello que lo que nunca has tenido, nada mas hermoso que lo que no fue”.
Y eso es, precisamente, lo que nos pasa a los que una vez fuimos emigrantes.
El emigrante cuando se marcha de su tierra, -especialmente si se va muy joven, como fue mi caso-, lleva con él el recuerdo de algo que no fue, de algo que de verdad no existe, no se da de cuenta, en aquel momento, de que si se va es porque no puede vivir allí, y añorara siempre una tierra, un pueblo o una aldea idílica, algo que nunca existió. Cuando regresa, es cuando se da cuenta de que la tierra a la que vuelve, no es aquel lugar bello que lleno de nostalgia tanto recordó. Y se da cuenta, entonces, que lo verdaderamente bueno, lo ha vuelto a dejar atrás. Se da cuenta que, es la tierra que un día lo acogió, aquel país en el que vivió, el país que le dio todo lo que es. Aquel lugar que ya nunca será capaz de olvidar y volverá a añorar. Volverá a sentir nostalgia. Volverá a ser un emigrante.
Esto de arriba lo escribí una tarde lleno de morriña, recordándome del otro país que considero mi “segunda” patria.
Yo emigre a Inglaterra siendo muy joven, corría el año 1970 y España estaba gobernada por Franco, un dictador.
Hasta aquí era lo único que conocía, había vivido toda mi vida bajo una dictadura y casi ni me daba cuenta.
Regrese a España a finales de 1987, habían pasado 18 años y me encontré con que Galicia, mi tierra, la que tanto había añorado, estaba siendo manipulada, mangoneada y gobernada, por los galeguistas-nacionalistas, unos dictadores peor, pero bastante peor, que el otro.
Hoy leo en el blog del señor Xoan Xulio Alfaya el siguiente artículo:
Tres errores.
Mi primer error fue nacer en el lugar equivocado.Oí decir que la patria no es el lugar donde se nace, sino donde se es libre. Y también que el que lo dijo murió rechazado y extranjero en su patria vigilada.
Era un buen hombre y, por lo tanto,sabía bien de lo que hablaba.
Lamentable error nacer donde la libertad es una flor no deseada, ella, la más frágil, la que exhala la fragancia más sutil y delicada.
Mi segundo error fue agotar mis energías en tratar de adaptarme a la patria equivocada, en vez de ser fiel a mis orígenes y a mi anhelo de renacer en la más libre de las patrias, la del verso y la palabra. Entonces fui cobarde, o tal vez demasiado joven para ver las cosas claras.
Mi tercer error fue tardar tanto en comprender que el poeta no debe aspirar nunca a la fama, sino abandonar sus versos a la brisa de la tarde y dejar que se posen en los sueños de su amada.
© Xoán Xulio Alfaya
Los dos primeros errores los hago míos, pues eso fue, exactamente, lo que me pasó a mí, no así el tercero, yo nunca me sentí poeta ni aspire a ninguna fama.
Pero si cometí, también, un tercer error, este garrafal. Quizás, el mayor error que haya cometido en mi vida.
Y fue abandonar mi querida Inglaterra, el país donde me hice un hombre, donde nacieron mis hijas. El único país donde, en toda mi vida, me sentí realmente libre. Mi verdadera patria.
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