Los “talibán” nacionalistas, de nuevo contra la libertad.
Los “talibán” nacionalistas, de nuevo contra la libertad.
Los ataques a los defensores de la libertad lingüística y los derechos mas básicos de los gallegos, como es el que cada padre pueda elegir la lengua en la que quiere educar a sus hijos, y, máxime, sabiendo que esa lengua en cuestión es el idioma oficial del país en que vivimos, no censan en Galicia. Esta vez le ha tocado a la vivienda del catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela y conocido articulista de opinión, Roberto Blanco Valdés, que fue atacada la semana pasada, con nocturnidad y alevosía, por unos indeseables, con un artefacto explosivo de fabricación casera.
Es de lo mas lamentable la villanía cometida por estos bellacos contra el profesor, porque a su vez estos actos van contra la libertad, no solo del profesor, sino de todos los gallegos que no admitimos que nadie nos dicte, que queremos ser ciudadanos libres y poder disponer de nuestra vida y decidir la mejor manera de preparar a nuestros hijos para el futuro.
Hay quien defiende que no todos los nacionalistas son iguales, que están los violentos, pero que también hay gente razonable y pacifica.
Es verdad, entre los nacionalistas, están los radicales, estos son los más peligrosos, gente que si no se les mete mano dura y se les para los pies y pronto, esto va a acabar en tragedia. Imbéciles descerebrados que no pararan ante nada con tal de salirse con la suya.
Bandas de matóncetes que se ven a si mismos como salvadores de Galicia por un derecho divino. Ellos están aquí para liberar el espíritu de Galicia de la influencia española y lo harán aunque tenga que ser a base de terror y quiera el espíritu de Galicia, ser liberado o no.
En realidad, una pandilla de fracasados y fracasadas, hay que tener cuidado con la Bibiana, que al carecer de una meta en la vida, tratan de inventarse una.
Les gustaría ser alguien, algo, un héroe, una heroína, salvar al mundo, salvar a los oprimidos, etc., pero, como, además, en esta clase de personajillos, el espíritu de sacrificio brilla por su ausencia, tratan de ser héroes desde la casa de papa y mama y, pudiendo ser, sin dar palo al agua.
Para ellos la cosa marcha así: un 17 por ciento de los gallegos vota a algún partido nacionalista.
Luego, para ellos, estos son los que saben, los inteligentes, los buenos de corazón, los gallegos de verdad.
Pero queda un 82 por ciento de los gallegos que no los quiere ver ni en pintura, literal. Y estos para ellos son: o imbéciles o traidores o cómplices de los invasores españoles o cipayos de estos o, simplemente, están engañados, pero ahí están ellos para desengañarlos y velar por la libertad de Galicia y de todos los gallegos y estos van a “tener que aceptar” esa libertad por las buenas o por las bravas. ¡Faltaría más!
Estos son los peores, pero, si que es verdad que hay otros muchos nacionalistas que no son violentos y que parecen razonar y ver también los puntos de vista de aquéllos que no pensamos como ellos. Pero esto último es una falacia.
Es verdad que me he encontrado con muchos nacionalistas que no son, ni desean ser violentos, pero hasta la fecha no me he encontrado jamás a ninguno que al final me admita mi derecho de libertad para decidir. Para ellos todo empieza y termina en lo mismo, tiene que se en gallego porque estamos en Galicia.
Pero también estamos en España, ¿o no?
¡Ah!, para ellos eso no importa, aquí hay que “vivir”, como dicen ellos, en gallego y punto.
Y, además, aunque no vivas en Galicia y vivas donde quiera que vivas en España y por mucho que tú lengua materna sea el castellano, cuando hables de ciudades o pueblos de Galicia, que no se te ocurra decir, La Coruña, Orense, Noya o Sanjenjo. Hay que decir, “A Coruña, Ourense, Noia y Sanxenxo”, etc.
¿Y por que tiene que ser así?
Porque lo dicen ellos y punto pelota.
Luego, recíprocamente, en la televisión gallega podemos oír, “Badaxoz, Torrexon o Xetafe y la Compañía de Radio-Televisión de Galicia, junto con la “Xunta” promueven el “Atlas mundial galego” en Internet, con el objetivo de la estandarización de los nombres geográficos en gallego.
Puede parecer un chiste, pero es un drama.
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