La invasión.
Otra
cosa que debiera preocuparnos más que la corrupción, -y todavía quedan algunas
mas- es la invasión que estamos sufriendo en forma de inmigración ilegal.
Ese
incesante goteo que se filtra a través de nuestras mal guardadas fronteras y
que nosotros, en un arrebato de buenismo iluso, aceptamos sin rechistar
pensando que son gente que buscan una vida mejor, que lo son, sin querer darnos
cuenta que eso va a ser nuestro ruina.
Muchos
de esos inmigrantes proceden de países con culturas ancladas en la Edad Media,
que, en vez de aportar riqueza cultural a los países de acogida, los hacen retroceder
a ámbitos insospechados.
Esto
parece algo lejano y muy rebuscado, pero no es tal, sucedió antes y volverá a
suceder.
Solo
tenemos que pensar en la cultura egipcia, después de una prolongadisima existencia donde conoció épocas de esplendor y expansión, alrededor del 1800
A.D. entró en una decadencia que la debilitó y disgregó en decenas de “poderes autonómicos”
que desembocaron en una completa anarquía. Esto fue aprovechado por los
beduinos de la periferia, los hicsos, para adueñarse del país.
Ocurrió
lo mismo con el Imperio Romano milenios mas tarde y está ocurriendo ahora con
Europa en general y con España en particular.
El
proceso se inicia con la llegada aparentemente pacifica de oleadas de
emigrantes procedentes de países menos desarrollados y termina en ocupación de
las instituciones por esos extranjeros que imponen su forma de vida menos
evolucionada a los incautos naturales.
Un
viejo castellano diría: “Al villano dale el pie y se tomara la mano”
“La
natalidad cayó en picado, no por mengua de fornicio, que se practicaba mas que
nunca, sino porque las parejas jóvenes se habían vuelto comodonas y evitaban
tener hijos. La agricultura se empobreció, escaseó la mano
de obra, se deterioraron las carreteras, faltas de reparos, la inflación
disparó los precios y la devaluación de la moneda arruino a la clase media
sobre la que se apoyaba el sistema tributario.
El
imperio a la deriva. Los ingresos menguaban pero los gastos crecían.
El
erario solo ingresaba el dinero de los impuestos extirpados a la cada vez mas
oprimida clase media”.
Esto
último pinta a la perfección la situación actual de España y, sin embargo, es
como describe Juan Eslava Galán en su libro “Historia del mundo contada para
escépticos”, del que me he permitido copiar algunas partes para escribir este
artículo, la caída del Imperio Romano.
Y
ya está, solo me resta añadir que no debemos olvidar que, si bien la humanidad
parece avanzar a hombros de gigantes, nunca han faltado besugos que en aras de
hacerla mejor o de salvarla en este
mundo o en el otro, la han hecho retroceder milenios.
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