The Remake.
¡Allá vamos otra vez!
Vamos a hacer una película.
Escenario: Un país cualquiera de Oriente Medio.
Guion: Un dictador que se ha perpetuado en el poder durante más
de tres décadas y al cual, de pronto, harto de tantos años de dictadura, se le
subleva el pueblo y el dictador, que es un malo malísimo de la muerte de toda
la vida, pierde los papeles y comienza a masacrar al inocente e infeliz pueblo.
¿Con machetes?
No, no, eso no vale, demasiado
antiguo.
¿Con tanques y ametralladoras?
No, eso tampoco, ya
se hizo antes.
¡Ah, ya lo tengo! Con armas químicas.
Luego, los infelices masacrados, recogen a todos sus
muertos, los ponen todos juntitos en bolsas de plástico y etiquetados, igual
que fueran jamones, y llaman a cualquier
periodista extranjero, mejor que sea norteamericano o francés de la clase
progre, y este les hace una afoto que al día siguiente abre los tabloides de
todo el mundo y surge imparable el
clamor del mundo libre pidiendo libertad y justicia para estos infelices.
Y ahí entra en acción nuestro héroe, El Capitán América,
secundado, como no, por el Capitán Britania, que avisan al malo malísimo, de
que de seguir así, no tendrán más remedio que intervenir en el conflicto.
El malo malísimo, acojonado,
jura y perjura que él no ha usado, ni posee ninguna clase de arma
química, a menos que se cuente alguna ventosidad que el muy guarro echa cuando
se come aquellos pasteles picantes que le hace su prójima y que a él tanto le
gustan, aparte de eso no tiene ni polvos de talco.
Y que vayan a mirar si quieren.
América y Britania, dicen que van a ir, pero no van. En vez
de eso, con un alarde impresionante de fuerzas y medios, que el mundo libre ve
en riguroso directo, invaden al país en cuestión. Y en un derroche de heroísmo,
vencen a las tropas del malo, que posen un par de tanquetas rusas de la Segunda
Guerra Mundial, que nadie se crea que estaban desarmados, faltaría más,
derrocan al malo y se lo entregan al noble pueblo, que lo lincha.
Linchamiento que aparece, también, en riguroso directo en
las televisiones de todo el mundo.
- a nosotros en España, como estamos unas cuatro o cinco horas
al oeste de ellos, nos toca a la hora de la sobremesa o de la siesta, o sea,
éxito de audiencia asegurado-.
Y termina la película con los rebeldes destrozando las
estatuas, que el dictador parece tenia por todas partes, e imponiendo al país
las buenas costumbres, como rezar seis veces al día hacia la Meca u obligar a
las mujeres a ir tapadas de pies a cabeza, con una “ventanita” de redecilla
donde caen los ojos, para que pueden ver, al menos, por donde caminan.
Luego las cámaras
enfocan a los héroes americanos y británicos haciéndose a la mar con su impresionante flota,
mientras, en el tope del palo mayor de todos los buques, ondean al viento las
banderas americana y británica y suena
de fondo una musiquilla heroica.
The End.
¿Qué te parece?
Oye, pero eso ya la hicimos antes en Irak, se tituló la
primavera árabe o algo así.
Si hombre, esa fue la primera, esta va a ser un “remake”.
No, pero esa también la hicimos ya, fue en Libia.
Bueeno, pues vamos a hacer una “precuela”.
¿Pero una “precuela” no se supone que narra hechos que
sucedieron antes de la primera?
¡La leche, que pesado!
Pues un a ver si cuela.
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