Democracia a la carta.
Nadie, no hay nadie en este país, que si le preguntan: ¿Cómo
definiría el Gobierno de Francisco Franco? No contestaría otra cosa que no
fuera una dictadura.
Y esto lo contestarían incluso aquéllos, que como yo,
vivimos nuestra niñez y juventud en aquella
España Gobernada por Franco.
Lo contestaríamos matizándolo, pero lo contestaríamos.
Porque eso es lo que fue, una dictadura.
No había partidos políticos ni elecciones. Él no preguntaba
a nadie, consultaba a sus ministros, ese sí, y Gobernaba como él más
conveniente creía.
Pero por lo menos, venía de frente, sin ambages,
ambigüedades, ni sutilezas.
Sin hipocresías, jamás dijo ni pretendió ser un demócrata.
Aquello era una dictadura y punto.
Pero…si aquélla fue una dictadura: ¿Qué es lo que tenemos
ahora?
Dios mío, lo que tenemos ahora es… lo siguiente, que dicen
ahora los cursis.
No, no hay siguiente de una dictadura, por lo tanto, lo que
tenemos ahora sigue siendo una dictadura, pero esta es cien mil veces más radical,
hipócrita, tramposa y peligrosa, porque viene disfrazada de “democracia”.
“Democracia”, je, je, si no fuese una tragedia seria como
partirse el culo de la risa.
Vivimos bajo la dictadura de lo políticamente correcto y un
progresismo –“progre”- que no es tal, sino una regresión a los tiempos más
oscuros de la caza de brujas.
Ahora no tienes que
enfrentarte a la “Inquisición”, pero
están ahí los “artistas de la ceja”, las feministas, las de “violencia de género”, casi todas, las
televisiones, así como periódicos y radios, además de, “You tube”, “Apple” “Facebook” e, incluso, “Twiter”.
Di algo, o trata de argumentar o razonar cualquier cosa que
no se ajuste a los cánones preestablecidos de lo políticamente correcto y serás linchado si eres alguien con mucho
tirón y muy conocido públicamente –caso
Bertín Osborne-, o serás ignorado y silenciado en todos los medios de tal forma
que desaparecerás como si te hubiese tragado la tierra.
No hagas ahora una broma sobre mujeres, marujas o algo por
el estilo o digas que amas a tu país, España, porque, ipso facto, serás tachado de machista,
homófobo, chauvinista y cerdo.
Y en la lengua, por dios, en la lengua, o sea la forma de
hablar que se impone ahora. Esa cansina tendencia de decir vascos y vascas,
ellos y ellas, humanos y humanas o “policías y policios”, por dios, es como
para ir a mear y no echar gota.
Si vas a hacer el amor con una mujer, mejor que lleves un
notario porque puedes ser acusado de violación y, tú, tendrás que demostrar tu
inocencia.
Y si piensas adoptar un niño, cuidado, que dentro de veinte
años te pueden decir que fue robado.
Y luego están las Autonomías, con sus dialectos regionales, donde
el español –el idioma- es perseguido, proscrito y prohibido en los colegios
–incluso en los recreos- y para ello vela un ejército de políticos y
funcionarios –verdadera ruina de España- que hartos de no hacer nada vigilan a
los niños y a cualquier profesor díscolo que no cumpla con la normativa.
Y ahí tenemos el problema de la inmigración ilegal, al que
nadie quiere llamar lo que realmente es: una invasión.
Una invasión en toda regla, por tierra mar y aire, y esto no
es un eufemismo.
-y esto no es un problema solo de España, sino de toda Europa,
donde en este momento hay 50 millones de
musulmanes y creciendo-
Como tampoco nadie quiere investigar a fondo las practicas
de esos “barquitos ONGs”, rescatando –
en realidad transportando- inmigrantes ilegales desde África a Europa.
O que la delincuencia en España ha crecido exponencialmente
con la llegada de esos inmigrantes.
-En realidad, cuando los delitos son cometidos por
inmigrantes, los medios de comunicación hacen verdaderas filigranas para
soslayar el asunto y que la cosa no se note mucho-
Y mientras la “Sexta tv”, nos dice que no hay efecto llamada
sobre un grafico en el que se muestra como en el 2014, se registró la llegada
de 4.552 inmigrantes ilegales hasta el 2018 en el que se registró la llegada
57.498.
Al mismo tiempo que vemos como nuestros gobernantes hacen
todo lo posible y más, para no molestar a las minorías integristas.
Recintos militares habilitados para la oración musulmana.
Respeto por su cultura y religión mientras se limita la liturgia cristiana y se
demuestra un desdén absoluto por la cultura y costumbres autóctonas. Discotecas que cambian de nombre, e, incluso,
en la Catedral de Santiago de
Compostela, se esconde al Santiago Matamoros, no vaya a ser que alguien se
sienta ofendido.
¡Y en la historia! Aquí la cosa ya es puro cuento,
especialmente desde que aquella “amenaza andante”, llamada Zapatero, instauró su
nauseabunda “Ley de Memoria Histórica”.
Una “Memoria Histórica” que ahora amenaza con enseñar
nuestro Presidente en funciones, Pedro Sánchez.
¿¡¡Enseñar Memoria Histórica, don Pedro!!?
Querrás decir: ¿¡Acomodar la Historia a la forma que
vosotros queráis que tenga!?
O sea, contarla, no como fue, sino como a vosotros os
hubiera gustado que hubiere sido.
Retorciéndola, moldeándola, adatándola y reescribiéndola.
Haciendo el relato a vuestro gusto y hechura, consiguiendo
de este modo que, ni sea Histórica, ni sea Memoria.
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