Thursday, September 05, 2019

Democracia a la carta.


Nadie, no hay nadie en este país, que si le preguntan: ¿Cómo definiría el Gobierno de Francisco Franco? No contestaría otra cosa que no fuera una dictadura.
Y esto lo contestarían incluso aquéllos, que como yo, vivimos nuestra niñez y  juventud en aquella España Gobernada por Franco.
Lo contestaríamos matizándolo, pero lo contestaríamos.
Porque eso es lo que fue, una dictadura.
No había partidos políticos ni elecciones. Él no preguntaba a nadie, consultaba a sus ministros, ese sí, y Gobernaba como él más conveniente creía.
Pero por lo menos, venía de frente, sin ambages, ambigüedades, ni sutilezas.
Sin hipocresías, jamás dijo ni pretendió ser un demócrata.
Aquello era una dictadura y punto.
Pero…si aquélla fue una dictadura: ¿Qué es lo que tenemos ahora?
Dios mío, lo que tenemos ahora es… lo siguiente, que dicen ahora los cursis.
No, no hay siguiente de una dictadura, por lo tanto, lo que tenemos ahora sigue siendo una dictadura, pero esta es cien mil veces más radical, hipócrita, tramposa y peligrosa, porque viene disfrazada de “democracia”.
“Democracia”, je, je, si no fuese una tragedia seria como partirse el culo de la risa.
Vivimos bajo la dictadura de lo políticamente correcto y un progresismo –“progre”- que no es tal, sino una regresión a los tiempos más oscuros de la caza de brujas.
Ahora no  tienes que enfrentarte a la “Inquisición”,  pero están ahí los “artistas de la ceja”, las feministas,  las de “violencia de género”, casi todas, las televisiones, así como periódicos y radios, además de,  “You tube”, “Apple” “Facebook” e, incluso, “Twiter”.
Di algo, o trata de argumentar o razonar cualquier cosa que no se ajuste a los cánones preestablecidos de lo políticamente correcto  y serás linchado si eres alguien con mucho tirón y muy conocido  públicamente –caso Bertín Osborne-, o serás ignorado y silenciado en todos los medios de tal forma que desaparecerás como si te hubiese tragado la tierra.
No hagas ahora una broma sobre mujeres, marujas o algo por el estilo o digas que amas a tu país, España, porque,  ipso facto, serás tachado de machista, homófobo, chauvinista y cerdo.
Y en la lengua, por dios, en la lengua, o sea la forma de hablar que se impone ahora. Esa cansina tendencia de decir vascos y vascas, ellos y ellas, humanos y humanas o “policías y policios”, por dios, es como para ir a mear y no echar gota.
Si vas a hacer el amor con una mujer, mejor que lleves un notario porque puedes ser acusado de violación y, tú, tendrás que demostrar tu inocencia.
Y si piensas adoptar un niño, cuidado, que dentro de veinte años te pueden decir que fue robado.
Y luego están las Autonomías, con sus dialectos regionales, donde el español –el idioma- es perseguido, proscrito y prohibido en los colegios –incluso en los recreos- y para ello vela un ejército de políticos y funcionarios –verdadera ruina de España- que hartos de no hacer nada vigilan a los niños y a cualquier profesor díscolo que no cumpla con la normativa.
Y ahí tenemos el problema de la inmigración ilegal, al que nadie quiere llamar lo que realmente es: una invasión.
Una invasión en toda regla, por tierra mar y aire, y esto no es un eufemismo.
-y esto no es un  problema solo de España, sino de toda Europa, donde en este momento hay  50 millones de musulmanes y creciendo-
Como tampoco nadie quiere investigar a fondo las practicas de esos “barquitos  ONGs”, rescatando – en realidad transportando- inmigrantes ilegales desde  África a Europa.
O que la delincuencia en España ha crecido exponencialmente con la llegada de esos inmigrantes.
-En realidad, cuando los delitos son cometidos por inmigrantes, los medios de comunicación hacen verdaderas filigranas para soslayar el asunto y que la cosa no se note mucho-

Y mientras la “Sexta tv”, nos dice que no hay efecto llamada sobre un grafico en el que se muestra como en el 2014, se registró la llegada de 4.552 inmigrantes ilegales hasta el 2018 en el que se registró la llegada 57.498.
Al mismo tiempo que vemos como nuestros gobernantes hacen todo lo posible y más, para no molestar a las minorías integristas.
Recintos militares habilitados para la oración musulmana. Respeto por su cultura y religión mientras se limita la liturgia cristiana y se demuestra un  desdén absoluto por  la cultura y costumbres autóctonas.  Discotecas que cambian de nombre, e, incluso,  en la Catedral de Santiago de Compostela, se esconde al Santiago Matamoros, no vaya a ser que alguien se sienta ofendido.
¡Y en la historia! Aquí la cosa ya es puro cuento, especialmente desde que aquella “amenaza andante”, llamada Zapatero, instauró su nauseabunda “Ley de Memoria Histórica”.
Una “Memoria Histórica” que ahora amenaza con enseñar nuestro Presidente en funciones, Pedro Sánchez.
¿¡¡Enseñar Memoria Histórica, don Pedro!!?
Querrás decir: ¿¡Acomodar la Historia a la forma que vosotros queráis que tenga!?
O sea, contarla, no como fue, sino como a vosotros os hubiera gustado que hubiere sido.
Retorciéndola, moldeándola, adatándola y reescribiéndola.
Haciendo el relato a vuestro gusto y hechura, consiguiendo de este modo que, ni sea Histórica, ni sea Memoria.

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