Llega el bendito cambio de hora y allá va.
Ya estamos otra vez. Llega el bendito cambio de hora y allá va.
Ya tenemos al listo de la clase, o listos, porque estos
aparecen por doquier, enumerando las dificultades que ello conlleva. Que tenemos
el huso Horacio cambiado. Que ese es el motivo de porque somos incapaces de
conciliar vida laboral y familiar, de que España sea uno de los países menos productivos
de Europa, de que tangamos que trabajar tantas horas, etc. Incluso esta mañana
escuché en la radio que eso era una de las causas de que en España hubiese tanta
gente obesa… ¿…?
Redíos que “teima”. En España ya podemos poner el huso
horario que no salga de la flor, que será estéril.
A los españoles nos gusta almorzar tarde –nunca antes de las
dos de la tarde o algo así-y tomarnos el tiempo suficiente, o sea, relajados, no menos
de dos horitas. Cenar a las diez de la
noche y no acostarnos, jamás, antes de la una de la madrugada.
Y es que nos gusta la noche. Nos gusta andar de noche más
que a un tonto una tiza.
Si, incluso, la Cabalgata de Reyes, dirigida a los niños, y
que se podría hacer a las dos de la tarde, la dejamos para las siete, que por
esas fechas es noche cerrada.
Y es que parecemos hijos de un vampiro o de Batman.
Pero es que somos así y no nos cambia ni la madre que nos
pario.
Y, precisamente, como tenemos los “lunch” –comidas- tan
largos, luego para compensar tenemos que trabajar hasta las siete u ocho de la
tarde, algunas veces incluso hasta más tarde, luego, en la vuelta a casa,
paramos a tomar unas cervecillas con los compi, y llegamos a casa a las tantas
y derrengados.
Y de ahí viene eso de no poder conciliar vida laboral y
familiar, es que no nos queda tiempo para nada.
Un tío al que le nazca un niño en otoño, justo el día en que
se atrasa la hora, no lo va a conocer hasta la primavera siguiente, el día en
que la hora se vuelva a adelantar.
Y es, precisamente, el huso horario que tenemos el que nos
salva un poquito porque es gracias a eso que en verano tenemos las tardes mucho
más largas y todavía, después del curro, nos da tiempo a ir a pasear o jugar
con los niños, la mujer o el marido, etc.
Por lo tanto, dejar el puñetero huso horario en paz que es
lo único que tenemos bien.
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