Monday, November 21, 2011

Ya estamos otra vez. De nuevo los “Indignados” y, siempre, los nacionalistas…


Ya estamos otra vez. Ya hemos vuelto a tener otras elecciones que ha ganado el PP (la derecha) y ya está la izquierda rancia, carca y torticera, tratando de armar el mayor embrollo posible para estropear las cosas.
De nuevo los “Indignados” amenazando con volver a tomar la Puerta del Sol.
Dicen estar indignados con toda la patulea política actual y quieren una democracia para todos.
Estos tienen de “Indignados” y de querer una democracia para todos, lo que yo tengo de monje cartujo.
Estos ni buscan una democracia para todos, ni ninguna clase de democracia.
Estos lo que no soportan es que gobierne la derecha y harán lo que sea con tal de evitarlo.
Estos no quieren una democracia para nadie. Quieren una dictadura de izquierdas como quisieron siempre pero, por favor, que nos ahorren su hipocresía, porque si hay algo más sucio, deleznable y vil que un dictador, es un dictador de izquierdas mentiroso e hipócrita que diga que hace lo que hace por la libertad del pueblo.
Por lo menos que tengan la hombría de quitarse la careta y venir de frente y dejar de ocultarse bajo la máscara de “Guy Fockes” que, al final, no fue más que otro idiota, y decir a los españoles lo que realmente son y lo que representan.
Aunque para eso haría falta un poco de decencia y vergüenza torera y estos indeseables no saben lo que son ni una cosa ni otra.
Otros que tal bailan son los nacionalistas.
Que pesadez con esta gente.
¿Pero que hace falta para que se den cuenta que sus anhelos sobre unas supuestas soberanías de sus supuestas nacioncitas ya no le interesan ni al más tonto del pueblo?
El mundo en general y Europa en particular, están pasando por la mayor crisis que se recuerda en la historia del mundo, ni siquiera después de las 1ª y 2ª Guerras Mundiales estaba el mundo en el aprieto en que se encuentra en estos momentos.
No se necesita ser un lince ni tener estudios superiores para darse cuenta de que, el tamaño de las naciones sí que importa y que, si alguna vez necesitamos estar unidos, este es ese momento.
Y, sin embargo, mientras Rubalcaba y Rajoy, se desgañitaban día tras día, tratando de convencernos de cuál de los dos tenia la mejor solución para sacar a España de este berenjenal, ellos (los nacionalistas) seguían con su cansina y sempiterna cantinela de que ellos eran los representantes y defensores naturales de sus respetivos “países”, Vascongadas, Cataluña y Galicia. (Sic)
Einstein, dijo: Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, paro del universo no estoy muy seguro.
Y estos tíos, son el ejemplo palpable de que el sabio tenía razón.
Como si no, se podría explicar que ellos pusiesen el grito en el cielo cuando el Banco Popular compró al Banco Pastor, que ya ni era gallego ni casi era banco, diciendo que Galicia se quedaba sin uno de sus símbolos.
Como si no se podría explicar que ahora Caixa Galicia o Banco Nueva Galicia, o como puñetes se llame, que está pidiendo a gritos que alguien, como el Popular, venga y se lo compre para salir del atolladero, ellos (los nacionalistas) estén, otra vez, armando un guirigay y diciendo que no podemos consentir que Galicia se quede sin bancos.
Pero quien carajo tiene el dinero que estos bancos necesitan ¿Ellos?
En España, se ve con preocupación cómo el país, por primera vez, alcanzará un crecimiento vegetativito negativo –diferencia entre los nacimientos y la defunciones- en el 2019, algo que ya alcanzó Galicia en el 2010.
Galicia, de hecho, contará con el peor saldo de todo el Estado durante todos los ejercicios de la próxima década.
Las distintas proyecciones de población que maneja el Instituto Gallego de Estadística, trazan, a medio plazo, una comunidad profundamente envejecida.
En un informe reciente, el organismo gallego dibujaba un mapa muy ilustrativo sobre el peso de la población mayor en muchas comarcas.
En 129 ayuntamientos, -casi la mitad de los que existen- por cada 10 euros que se gastan en prestaciones públicas, en su mayoría jubilaciones, apenas se recaudan cinco en concepto de cotizaciones de los trabajadores.
Esto evidencia que una gran parte del territorio, casi la mitad, depende más de la solidaridad de la caja única (Española) de la Seguridad Social, que del dinamismo económico de la región (país para los nacionalistas) gallega.
Y esto obedece a que esta habitada, en gran parte, por personas mayores de 65 años.
Como si no, se podría explicar que alguien, con estos datos en la mano, -alguno tendrá que tenerlos- pida la independencia para Galicia.
¿Cómo alguien puede querer formar un “país” que se está quedando sin gente y la que queda son ancianos?
¿Puede o no puede ser infinita la estupidez humana?

Monday, November 14, 2011

Todos somos, pura y llanamente, “inmigrantes” (2)




Los primeros en pasar por este solar llamado España, y desplazar a quienes quiera que fueran los primeros españoles, fueron los iberos, que, al parecer, venían de África y que dieron su nombre a esta tierra que pasó a ser conocida como Iberia, y los celtas, que venían del centro europeo y es de los que, según los nacionalistas, descendemos los gallegos, y eso debe ser verdad, porque todos los gallegos somos altos y rubios. ¡Oyche, clavaditos a los alemanes!
También andaban por aquí, por esas fechas, unos fulanos llamados los tartesios, que posiblemente procedieran de Oriente Próximo y que ocuparon el valle del Guadalquivir, les gustaba mucho el futbol y fundaron un equipo que llamaron el Betis, para jugar contra otro que se había formado un poco antes, el Sevilla, aunque ya existía otro, el recreativo de Huelva, que no se sabe cuando fue fundado,.
Luego vinieron los fenicios, que nos cambiaban cosas, como túnicas, collares de conchas y cosas así por oro y plata, y los cartagineses, que tenían una mala leche que no veas y les zurraban a los fenicios, las de ellos y las del pulpo, para que se metieran sus conchas por el epigastrio y así quedarse ellos con el oro y la plata y, además, a muchos de ellos les gusto tanto esto, que fundaron aquí sus ciudades y se quedaron a vivir.
También llegaron por aquel entonces a Iberia los griegos, que eran de carácter apacible y un poco amanerados, eso sí, pero, también, el pueblo más culto de aquel tiempo y de ellos aprendimos a cultivar la viña, a acuñar moneda y un sinfín de cosas que sirvieron para el progreso y perfeccionamiento de la vida de los españoles primitivos.
Y fue entonces cuando llegaron los romanos. Los romanos eran unos chavales que pertenecían al ejercito, el primer ejercito como dios manda que pisó esta tierra, y, aunque su jefe no se llamara Carmen Chacon, sino los hermanos Escipiones, también, como el ejercito actual de España, andaban por el mundo conocido de aquel entonces en acción humanitaria, capturando incultos salvajes de otros pueblos y llevándolos a Roma, donde se convertían en cultos esclavos o expertos gladiadores, para divertir a la gente luchando y matándose entre ellos en el circo romano.
Los romanos ya no nos cambiaban sus túnicas y collares de conchas por nuestro oro y plata como hacían los fenicios, no, estos se lo llevaban por la cara.
No obstante, a los romanos les debemos, además del periodo de paz más largo que España ha conocido en toda su historia, nuestra lengua y nuestra cultura. Ellos construyeron las primeras carreteras, puentes, acueductos y comenzaron la autovía del Cantábrico que se terminará un año de estos.
Con la caída del Imperio Romano, España fue invadida por los Barbaros del Norte. Los primeros fueron los alanos, los vándalos, (mira si serian malos) y los suevos; dicen los nacionalistas gallegos que estos últimos fueron los que se quedaron en Galicia y, también, los gallegos, descendemos de ellos. Estos también eran de origen germánico, ¡“coña, a ver si va a ser que es verdad que los gallegos somos inmigrantes de Alemania y no al revés”!
Y algo más tarde llegaron los visigodos. Los visigodos tenían la sana costumbre de matar al rey para autoproclamarse rey en su lugar y, debido a esto, no dejaron la lista de “reyes godos” más larga y más difícil de recordar que se haya visto.
Y luego llegaron los árabes. ¡La leche, los árabes!
Lo pusieron todo patas arriba.
Lo primero que hicieron fue zurrar de lo lindo a los godos y convertirlos en gente inferior, o sea, hacerles entender que estaban allí para servir a los árabes y que se olvidasen de la religión cristiana, que lo que molaba ahora era el Islam, su profeta Mahoma y su dios Ala y se quedaron a vivir aquí tan anchos.
Los “españoles cristianos”, pues ahora, como nacían en España, también había “españoles árabes”, no llevaron muy bien eso de cambiar de costumbres, religión y cultura, además de servir a los árabes, y empezaron a luchar contra ellos para expulsarlos de aquí casi desde el principio, pero eso les llevó 800 años, ocho siglos que se dice pronto, en conseguirlo.
Aparte de estos, que ya no eran pocos, también anduvieron por aquí los vikingos, y más tarde los franceses, los ingleses y hasta los holandeses.
Y así se forjó el ADN de los españoles.
Los sobresaltos más dramáticos de esta forja, quizás sucedieron durante la romanización y la ocupación árabe. Aunque el mayor numero de inmigrantes ha llegado a España en las últimas décadas. Desde refugiados de revoluciones o guerras o gentes tratando de escapar de hambrunas en sus países de origen, hasta inmigrantes en busca de un trabajo y una vida mejor.
Así que, aquel que se crea con más derechos a habitar un lugar determinado de España, por la simple razón de que él nació allí, que piense antes en toda la gente que nació allí antes que él y fue desplazada del lugar por sus antepasados.
En realidad, cualquiera que acabe de llegar del, digamos, Senegal, con nada más que un chándal y unas zapatillas rotas, que mire a su alrededor, toda la gente que va y viene, que se cruza ante él y se pierde el tumulto, que sepa que, todos, absolutamente todos, son también inmigrantes.
No hay ningún español que sea el resultado de apareamiento tras apareamiento dentro de un mismo pequeño grupo que lo lleve directamente al hombre que habitó la península Ibérica durante el neolítico, aunque, viendo la clase de fauna que anda suelta por nuestras calles, a veces tengo mis sospechas.

Todos somos, pura y llanamente, “inmigrantes” (1)



Cuando hay alguien que habla sin decir nada a derechas, solemos decir que, cuando él habla sube el pan.
Y, con los mandatarios de los partidos “nacionalistas catalanes nos pasa algo parecido aunque peor, cuando ellos hablan (sueltan un rebuzno) es siempre para insultar al resto de los españoles.
El último en soltar uno de esos rebuznos ha sido el inefable J. A. Duran y Lleida, al decir que, mientras los catalanes trabajaban, los andaluces y extremeños pasaban su tiempo en los bares.
¿Pero podrá ser uno más cretino?
Y este, dicen, es uno de los moderados.
Pues no quisiera yo verlo si fuese uno de los exaltados.
¡Dios! ¿Pero por qué se creerá toda esta gentuza superior?
¿Que habrá que hacer para que se den cuenta de que, el hecho de haber nacido en Barcelona, Madrid o Torrelavega, no nos hace diferentes? ni mejores, ni peores.
¿Que habrá que hacer para que se den cuenta de que eso de las diferencias identitarias y orgullo de raza, etc., no pasa de ser una soberana chorrada?
¿Qué hay que hacer para que comprendan que todos los españoles somos iguales? Y no porque lo diga la Constitución, no, sino porque somos así.
Y es que, las gentes que vivimos en un nación como España, una nación europea tipo, hemos vivido tanto tiempo juntos y hemos intercambiado, tanto lazos de sangre, como de costumbres, tradiciones o cultura que ahora ya no seriamos capaces de diferenciar a un tío que hubiese nacido en Cádiz de uno que lo hubiese hecho en La Coruña, a no ser por el acento que cada uno tuviese a la hora de hablar el español.
Aparte de esto último, todos tenemos los mismos anhelos, las mismas alegrías y las mismas tristezas y expiramos a las mismas cosas, veneramos a los mismos santos, tenemos las mismas tradiciones y las mismas fiestas y compartimos nuestro amor a los mismos equipos de futbol.
Y, si nos parasemos unos momentos a repasar nuestro árbol genealógico, podrimos ver, para alguno con sorpresa, que ninguno de nosotros tiene sus raíces donde cree que las tiene, ni el catalán en Cataluña, ni el vasco en Las Vascongadas, ni el gallego en Galicia, ni el Madrileño en Madrid. Todos, absolutamente todos, encontraríamos que varios de nuestros antepasados habían inmigrado de otras partes.
En realidad, ni siquiera somos españoles, si fuésemos un poco más para atrás en ese “árbol genealógico” nos daríamos de cuenta de que, todos nuestros antepasados habían venido de otras partes del mundo. Que ninguno de nosotros somos “autóctonos” de esta tierra sino, pura y llanamente, “inmigrantes”.

Fiestas alternativas, si señor.


Eran las fiestas principales del pueblo.
En la plaza mayor tacaba la orquesta “Paris de Noya”, una de las mejores de Galicia, dicen.
En la plaza vieja había varios conjuntos de rock para los más jóvenes.
Había atracciones de todo tipo en la explanada junto al muelle, desde el “Lagarto Volador” hasta el “Túnel del Terror”, pasando por los cochecitos de choque, las voladoras, las barcas o el matillo de fuerza.
En el liceo, había una orquesta tocando música clásica.
En el teatro ponían la obra el “Rey Pasmado”.
También se podía ir al cine, en el centro comercial tenemos tres salas.
Durante el día había habido, por la mañana, misa con la salida en procesión del santo patrón, luego, a las tres de la tarde, toros en una pequeña plaza portátil que se monta a exprofeso para estas fiestas -la hermosa plaza de toros que teníamos antiguamente, la derribó el BNG (Bloque Nacionalista Gallego) cuando estuvieron gobernando la alcaldía…-
Y, además, durante la noche, iba cantar uno de estos cantantes modernos, ¡Ne sé si Bisbal o Bustamante! Pero uno de ellos era.
Y a las doce de la noche, nos prometió la comisión de fiestas, que podrimos disfrutar de un soberbio espectáculo de fuegos de artificio.
Nuestro pueblo, con unos 15.000 habitantes, no es un pueblo grande, yo diría que mediano, pero siempre nos las hemos arreglado para hacer unas fiestas que tengan algo para todos, y hasta el momento lo a habíamos conseguido, o eso creía.
Pero este ultimo verano sucedió algo que me ha hecho reconsiderar la cuestión.
Íbamos, mi mujer y yo, hacia la plaza, dispuestos a ver y disfrutar de la actuación de la orquesta, eran alrededor de las nueve de la noche, muy temprano todavía y la plaza aun estaba casi vacía, aunque ya había bastante bullicio alrededor de los chiringuitos que había montados alrededor.
Y de pronto ahí los vi, eran tres chicos y una chica, todos muy jóvenes y muy flacos, ellos con una barbita mal crecida, pelo sucio, greñudos, con los pantalones cayéndoles o mejor, tratando de aguantarlos, en una “maniobra imposible”, por debajo de la línea de flotación, o sea, justo en ese punto donde la espalda deja de llamarse espalda, y ella con uno de esos pantalones ¿o son faldas? que llaman culotes o algo así y que tan mal le quedan a las mujeres, y todos con un “pañuelo palestino” al cuello, mi mujer me dijo que también se llamaba un “fular”, bueno pues eso, y todos con aspecto de esnifar o fumarse todo lo que pillaran por delante.
No había duda, los “Indignados” habían llegado también a mi pueblo Y portando una pancarta que decía: “Queremos unas fiestas alternativas”
¿…?
¡Fiestas alternativas, si señor!
Pues hijo, como no sea darles los cubatas gratis y liarles los porros, no se me ocurre otra.