Friday, May 18, 2012

Pagar y aguantar, estamos condenados a ello.




La noticia del día, a pesar de la victoria del partido socialista en Francia, ha sido la dimisión de Rodrigo Rato al frente de Bankia.
Y ahí nos quedamos toda otra vez con un marrón del copón.
Dicen que Bankia queda patas arriba, o sea, sin una puñatera peseta o euro o lo que sea, y que, además, el señor Rato no tiene la culpa, puesto que él ya lo cogió arruinada y, al no ser capaz de ponerla bien, se la pasa a otro.
¿Qué la va a poner bien?
No, pero al parecer entiende de estas cosas un montón y, con nuestra ayuda, o sea, poniendo nosotros la pasta, la pone a flote en un abrir y cerrar de ojos.
Ya estamos, otra vez lo mismo, no recortan hasta el muñón, nos congelan nuestro mísero sueldo, nos exprimen igual que a un limón y lo soportamos todo porque nos dicen que es la única forma de salvar nuestra economía y sacar nuestro país a flote.
Y luego vemos como lo dilapidan tratando de tapar el agujero que hicieron unos señores que llevaron los bancos como si de una partida de monopolio se tratase: yo te compro 200 gasolineras y te vendo la mitad del banco y luego compramos una isla o una costa donde edificamos muchos edificios que vendemos muy caros y nos forramos y, además, ya nos vamos a llevar unos cuantos milloncejos a cuenta, que mandaremos a algún paraíso fiscal, no sea que el negocio salga mal y tal.
Y así, mientras nosotros nos reventamos a trabajar como burros y sin ser capaces de llegar a fin de mes, ellos jugando y jugando y pasándoselo de fabula.
Y, al final, cuando se les terminan las fichas, se levantan de la mesa y dejan el juego, no sin antes asegurarse de llevarse con ellos un suculento despido y una generosa pensión, y se largan tan anchos.
Y ahí nos quedamos nosotros, otra vez teniendo que pagar la cuenta.
Le pregunto a un amigo economista que entiende de esto mogollón: ¿Bueno, y que pasaría si el Gobierno no le diese dinero y dejase que quiebre, igual que hizo EEUU con el Lehman Brothers ?
¿No podemos hacer eso?
Pues no, puesto que, de permitir tal cosa, habría mucha gente, que confió en el banco, que perdería todos sus ahorros y la gente dejaría de confiar en la banca española y comenzarían a retirar el dinero y mandarlo a bancos extranjeros y la fuga de capitales arruinaría para siempre la economía y la banca de España; podríamos llegar a donde llegó Argentina, con el corralito y todo eso, pero, con el añadido de que, como somos un país mucho más pequeño y con muy pocos recursos naturales, nuestra economía jamás se recuperaría, seria la ruina total.
¿Entonces qué podemos hacer?
Pues pagar y aguantar, estamos condenados a ello.
Escrito el 7-5-2012.

Caritas es una ONG de la Iglesia Católica.


Hay cosas que no cambian nunca.
Cosas que, suceda lo que suceda y pase el tiempo que pase, siguen ahí perenes, inmutables, como las montañas, los valles o los ríos.
Pero aquí no quiero hablar ni de nuestra orografía, ni de nuestros paisajes, sino de las costumbres, manías o “tics” del progresismos demagógico español.
Las fantasmadas de una parte de la sociedad dedicada en cuerpo y alma en parecer culta, inteligente y moderna.
Por ejemplo: el otro día estuve de cena con unos amigos y, en un momento dado, al dueño del local se le ocurrió enseñarnos una botella de vino que costaba, según él, 150 euros y a uno de los idiotas que estábamos allí se le ocurrió la “feliz” idea de abrirla y allí nos dispusimos todos a degustar el oneroso caldo, a mí, que soy de ribeiro con gaseosa, me pareció que estaba pasadísimo y que, además, sabía a roble mohoso que te cagas y, como con estas cosas no me corto un pelo, decidí echarle gaseosa. ¡Madre mía! La que se armó allí. Saltó el idiota de turno diciéndome que, ¿por qué estropeaba un vino tan caro? Que, vamos, no me guillotinó en el acto porque dios no quiso.
Como digo, yo en estas cosas no me corto un pelo, y le conteste. ¿No ves imbécil, no eres capaz de entender, que no lo estoy estropeando sino poniéndolo a mí gusto?
¿Tan difícil es de comprender, para ti, que el mejor vino del mundo no tiene porque ser el más caro, sino el que a ti te guste?
Fue entonces cuando otro de los acompañantes, para mediar en el asunto, dijo: pues Paco tiene razón, este vino está picado.
Bueenooo… el remedio fue peor que la enfermedad, empezaron todos a recriminar al mesonero de tal manera que, al final, acabé arrepintiéndome de haberle puesto la dichosa gaseosa al puñetero vino.
Pero esto solo es una anécdota para ilustrar la clase de fauna que puebla nuestro suelo patrio.
Porque los hay peores, mucho peores y es que, en esto de los “tics”, somos una potencia.
Ahí tenemos, sin ir más lejos, a esa ralea de los “miembros y las miembras”, que se han sacado de la manga la “violencia de género”, por ejemplo, o esa manera cansina y hartible de hablar, algo como sigue: “aquí estamos reunidos y reunidas, los y las, gallegos y gallegas…” ¡Por dios!
Y es en ese ámbito, mayoría en España, pues en este país, como bien diría Carlos Herrera, hay mas tontos que botellines, es donde mejor arraigan esos hábitos o “tics”.
Uno de sus lemas favoritos es culpar al franquismo de todos los males del mundo.
La culpa de la Guerra Civil, de nuestro atraso secular, de que España haya perdido el tren de la historia, etc., todo ha sido culpa de Franco. Luego les pides que te nombren a un líder de la Republica, uno cualquiera y, la mayoría, no tiene ni zorra, en realidad, la mayoría, si les mandas omitir a Rajoy, Rubalcaba, Zapatero o Llamazares, no es capaz de nombrarte, ni siquiera, uno de los políticos españoles actuales.
Y es que su catecismo es algo tan de carretilla como el caca, culo, pedo pis, que ellos aseguran que no se podían ni mencionar en los tiempos del franquismo.
Lo suyo marcha así: monarquía es corrupción; policía (maderos, grises), idiotas; la Guardia Civil, cabritos adultos; y el clero, bueno para ellos el clero y la religión católica ya es la repanocha, el no va más de la maldad, algo así como la caja de Pandora.
Se olvidan de que, justo ahora, cuando España está pasando por uno de los momentos más lamentables de su historia, cuando los casos de pobreza y exclusión social se multiplican día a día, la ONG, con mayúsculas, que más ayuda está prestando, es una ONG de la Iglesia Católica. Allí donde el Estado trata de olvidar que hay seres humanos que no tienen que llevarse a la boca y muchos ni siquiera donde pasar la noche, allí está Caritas. Y Caritas es una ONG de la Iglesia Católica.
El otro día se lo dije a uno de estos “modernos y cultos” que menciono arriba y casi no sabía dónde meterse.
Y, es verdad, que la Iglesia ha tenido sus mas y sus menos, como todo hijo de vecino, pero no se debe obviar que, cuando en uno de esos países del tercer mundo, donde la vida humana vale menos que lo que cuesta un vaso de agua potable, cuando estalla una revuelta y los rebeldes de turno comienzan con su escabechina particular y las embajadas comienzan a retirar a sus embajadores, cuando los periodistas se van a retransmitir otras guerras más civilizadas y aquéllos locos que osan quedarse nos mandan fotos de niños negros con la barriga hinchada por el hambre y la cara cubierta de moscas, cuando la CNN se va con su directo a otro directo más saludable, o sea, cuando la cosa se pone seria o, como dirían los británicos, “when the chips are down” los únicos que se quedan, para cuidar a los enfermos y a los heridos, son los misioneros y las monjitas.
Y esto puede que le fastidie a más de uno, pero es así.
Como así es que, Caritas, la ONG que le está quintando las castañas del fuego a un país desbordado por la crisis, es una ONG de la Iglesia Católica.