Thursday, April 03, 2014

Maveriks, Mas, encapuchados y otros becerros.

Debajo de uno de los múltiples artículos que se escribieron sobre la muerte de Suarez –uno titulado: Él fue el artífice de la democracia- yo escribí lo siguiente:
No fue el artífice de la democracia, ni mucho menos.
Le tocó vivir los momentos de la “transición” y, como tanto la izquierda, como la derecha o los nacionalistas, estaban avisados de que de barullo nada de nada o se las tendrían que ver con alguien que estaba por encima de ellos, se callaron y él salió para delante.
Él fue el primero que empezó a darle prebendas a los nacionalistas-separatistas y concedió aquello da las autonomías que estos, especialmente Cataluña y Vascongadas, le exigían.
Creyó que los neutralizaría con su famoso “café para todos” y lo que consiguió fue convertir España en un Babel.
Dimitió en cuanto las cosas se pusieron serias.
No obstante fue una buena persona.
Descanse en paz.
Bien, aquí quiero reconocer que fui un poco injusto con este “epitafio” especialmente si comparamos a Suarez con lo que vino después.
Puesto que, sin mencionar a Zapatero y su famosa “cintura”, tanto Felipe González como Aznar, funcionaron bien y fueron buenos presidentes cuando obtuvieron mayoría absoluta, y esto es, pese a quien pese, cuando sacaron mayoría simple le dieron el oro y el moro a los catalanes y vascos a cambio de votos.
Suarez, en cambio, nunca lo hizo a cambio de votos ni para beneficio personal o de partido, sino creyendo que ese era el camino a seguir.
El hombre se creyó que aquella derecha que venía del franquismo y aquella izquierda que venía del exilio o de nuevo cuño, que también hubo, habían escarmentado y se avendrían a convivir todos juntos sin armar problemas.
Incluso la derecha, por un tiempo, se creyó lo mismo, que la izquierda y los nacionalismos, habrían aprendido la lección.
Pero no fue así, el nacionalismo se puso a lo suyo casi desde el momento cero y la izquierda pronto empezó a enseñar la “camiseta ensangrentada” y a pedir venganza a la derecha.
El ejército, igual que había hecho antes, trató de poner remedio al asunto por las bravas, pero el golpe les salió una chapuza, principalmente gracias al Rey y al propio Suarez y lo que sucedió ya es historia.
Y en estas estábamos cuando el bueno de Adolfo se cayó del guindo, igual que nos caímos la mayoría de los españoles, y se dio cuenta de que en esta España cainita y media analfabeta, “la concordia nunca será posible” y las dos Españas están para siempre condenadas a zurrarse mutuamente, como los “dos gañanes” del cuadro de Goya, mientras se hunden en el barro.
Y aquí aprovecho para responderle una pregunta que el señor Rubalcaba le hizo, no hace mucho, al señor Rajoy.
La pregunta era sobre como el Gobierno debería actuar acerca de la pretendida, aunque absurda, independencia de Cataluña y la cosa iba así:
Rubalcaba: ¿Si hace 37 años, gente que venía del exilio y gente que venía de las tripas del franquismo, fueron capaces de sentarse y hablar y llegar a acuerdos, no vamos nosotros, después de todos estos años de democracia, a ser capaces de hacer los mismo?
Pues no señor Rubalcaba, no, en aquel entonces, por un momento y solo por un momento, todos deseaban la paz.
Y no tenían “mavericks” sueltos, como Artur Mas o los encapuchados de la manifestación de Madrid, 15M, indignados, yayo flautas, perro flautas, nunca mais, frentes de liberación gallegos y toda esa bazofia, tratando de echar a perder la manada.
-Maverick: palabra inglesa; se usa para definir a una persona que actúa con iniciativa e independencia, pero en Estados Unidos, cundo los vaqueros –Cowboys- trasladaban manadas de reses desde Texas a Missouri, se le aplicaba a aquel becerro joven y medio tontuelo que se escapaba de la manada y decidía  irse a ver mundo por su cuenta. A veces estos becerros eran seguidos de varias vacas, nerviosas por temor a perder a sus crías, esto ponía nerviosas  a las demás reses  y, si los vaqueros no se andaban con cuidado, podían poner en peligro a toda la manada-.
Esta segunda acepción es la que yo acudo para definir al rey Arturo y los mierdecillas de la capucha.



Nota del autor: Rawhide es una serie de televisión de finales de los 50 y principios de los sesenta, interpretado por Eric Fleming y Clint Eastwood, para mí la mejor serie, sobre vaqueros, de la historia. Recomiendo su visualización en you tube.

Wednesday, April 02, 2014

La democracia, la de verdad, no se hace en la calle.


Lo que está sucediendo en Ucrania es lo  que tenía que suceder. Se veía venir.
Porque esto es lo que pasa cuando se quiere impartir democracia en la calle.
Cuando una pandilla de ignorantes que no sabrían situar a su país en un mapa, soliviantados por una pandilla de listillos, anti sistema, ultraizquierdistas o ultra derechistas, da lo mismo, en realidad una pandilla de sinvergüenzas que les da lo mismo quien gane o quien pierda, deciden tomar las calle y no abandonarla hasta conseguir tumbar al gobierno de turno y, al final, la cosa se sale de madre y se acaba dando un golpe de estado, como ha sucedido ahí.
Pero a estos les ha salido la criada respondona. Se han topado con los rusos que les han aplicado aquello de que, “el que no quiere una tasa se le dan dos”, y ahora todos aquellos espabilados que se lanzaban contra la policía en las calles de Kiev, que le hagan el numerito  ahora a los rusos, vamos. A ver que se vengan arriba.
Y es que no hombre, no, la democracia no se hace en la calle. La democracia se hace en las urnas, con votos y aceptando lo que decida la mayoría aunque no sea lo que nosotros deseásemos, y no en las calles con indignados, 15Ms, Nunca Mais, perros flauta y otros bichos de similar pelaje.
Si alguna vez nos toca un Gobierno que no nos gusta o no es el que nosotros consideramos mas adecuado, entonces lo que debemos  hacer es esperar a las próximas elecciones y volver a votar a aquel partido que si nos gusta y, si gana ese partido, salir a la calle para emborracharnos y celébralo por todo lo alto, y si pierde, salir a la calle para emborracharnos y olvidar hasta la próxima vez.
Así es como se hace en las viejas democracias, en las de verdad: Inglaterra, Francia, Alemania etc., pero aquí en España, donde nunca las vimos más gordas y nos gusta una plaza llena más que a un tonto un lápiz y enseguida vemos “primaveras”, revoluciones de las masas y otras soplapolleces por el estilo y tomamos a los que están allí vociferando y rompiéndolo todo por héroes y libertadores y tal. ¿Por dios, cuando vamos a madurar?
¿Pero que se va a esperar de alguien que se cree que el Che Guevara fue un héroe, o que la revolución francesa fue una ola de libertad o que en Cuba, Venezuela o Bolivia ha triunfado la libertad del pueblo?

Y es que no tenemos remedio “oyche”.