Saturday, April 24, 2010

La locura...


Te estas volviendo loco.
¿Recuerdas?
Aunque recordar a veces puede ser peligroso.
El pasado puede llegar a ser un preocupante y agobiante lugar.
Porque la memoria puede a veces ser traicionera y siempre es subjetiva.
En un momento puedes estar perdido en un carnaval de delicias con fragantes aromas de juventud, las brillantes luces de la pubertad y toda aquella sentimental fantasía.
Y el siguiente te lleva a un lugar a donde no deseas ir.
Un lugar oscuro y frio, lleno de húmedas y ambiguas figuras de un pasado que creías olvidado.
Los recuerdos pueden ser viles, repulsivos y crueles como niños.
Así que, cuando te encuentres encerrado en un tren de desapacibles pensamientos, en un viaje hacia un pasado donde los gritos se hacen insufribles, recuerda que siempre tienes la locura.
Si los recuerdos destrozan tu interior, si te grita el dolor y la vida te maltrata no te amilanes, vuélvete loco.
Siempre es mejor una locura que entusiasme a una verdad que abata.
La locura puede ser una salida de emergencia.
No olvides lo que dijo aquel sabio: la verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

Eres un ser humano y como tal eres una de las equivocaciones más trágicas de la naturaleza.
Físicamente no eres nada en especial, pero llegaste a este mundo con un conjunto de valores.
Te diste la importancia de ser distinto a los demás animales. Tú eres humano. Tienes sentido de conciencia social y un marchito optimismo. Y tienes sentido del orden y la sensatez.
Pero cuando se pone demasiado peso en tus hombros, esos valores se rompen.
¿Como puede alguien así sobrevivir en el discordante e irracional mundo de hoy?
La triste respuesta es: no muy bien.
Enfrentados a la inescapable realidad de que la existencia humana es una locura imprevisible y sinsentido, uno de cada ocho se rompe y se hunde en una lastimera parodia de ser humano.
¿Y quien los puede culpar?
En un mundo tan psicótico como el actual, cualquier otra respuesta seria de locos.

Monday, April 19, 2010

La izquierda desbocada.



Ya tenemos de nuevo a la izquierda desbocada. Ya vuelven otra vez por la senda del, “todo vale”, con tal de evitar que la derecha vuelva a gobernar.
Volvemos a vivir de nuevo aquel “deja vu” maldito.
La izquierda echándose a la calle y tratando de derrocar a la derecha por las bravas.
Lo hicieron con el tema de las vacas locas, del cual daba la impresión de que las vacas se volvían cuchufletas por culpa del gobierno de Fraga.
Lo hicieron con el “Prestige”, del que se hartaron de culpar al Gobierno del PP hasta la saciedad, parecía algo así como si el PP hubiese hundido adrede aquel cacharro de barco que en mala hora se le ocurrió pasar cerca de la costa gallega.
Lo hicieron con el “no a la guerra”, a la guerra de Irak se entienda, contra la que hacían manifestaciones cada media hora. Ahora ya nadie se preocupa de si España envía soldados a Irak, a Afganistán o a donde se tercie.
Lo hicieron después de los salvajes atentados del 11M. Manifestándose en todos los pueblos de España sin respetar tan siquiera el día de reflexión y gritando consignas como, fuera el gobierno que nos ha acarreado esto, fuera Aznar, fuera el PP, etc. Luego, y después de ganar las elecciones, ya no se volvieron a molestar mas por aclarar ni las causas, ni quien lo hizo, algo que todavía se ignora. Hicieron una pantomima de juicio donde condenaron a cuatro infelices y se olvidaron del tema.
Es lo que hacían durante la Segunda Republica, lo hacen ahora y lo harán siempre, es su estilo.
Ahora viendo que la izquierda bajo el Gobierno de un incapaz, José Luis Rodríguez Zapatero, estaba perdiendo puntos a ojos vista, ellos necesitaban algo, un motivo, cualquier cosa que pudiese servir como excusa para echarse a la calle. Y la excusa la encontraron con el juez Garzón.
El juez Garzón está imputado por tres causas, a saber:
Una: un supuesto caso de prevaricación y cohecho por la percepción de 302.000 dólares entre 2005 y 2006 por parte del juez con la decisión de éste de no admitir a trámite posteriormente una querella formulada contra directivos del Santander, entre ellos su presidente, Emilio Botín, en el proceso penal por las llamadas "cesiones de crédito".
Dos: por ordenar intervenir las comunicaciones en prisión entre varios imputados en el "caso Gürtel" y sus abogados, diligencias que han sido anuladas por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) por considerarlas "ilícitas".
Y tres: Por investigar los “crímenes y las desapariciones” durante el franquismo, algo sobre lo cual él no tenia competencias.
Y es sobre esta última de la que han hecho bandera y su caballo de batalla.
No es que ellos sientan una especial predilección por este juez, ni mucho menos. En realidad lo detestan, pues todavía no han olvidado, ni lo harán por mucho tiempo, que fue, él solito, con el caso GAL, quien defenestró al Gobierno socialista de Felipe Gonzales, al volver furioso a la audiencia nacional, después de que González lo “utilizara” nombrándolo segundo por Madrid en las elecciones de 1993 y luego ignorándolo a la hora de formar gobierno.
Tampoco les caía muy simpático en todos aquellos casos en que el juez atacaba los intereses de ETA, grupo terrorista del cual la izquierda suele ser bastante entusiasta.
Pero ahora les viene como anillo al dedo para conseguir sus fines. Si Garzón es expulsado de la Audiencia Nacional, algo que ellos esperan que suceda, ya tendrán un mártir que arrogar contra la derecha, un héroe que pagó con su carrera el atreverse a juzgar los crímenes del “franquismo”. ¡Oye, ni hecho a medida!
Y allá se fueron los de siempre, los sindicatos, -¿Qué coño harán los sindicatos en este entierro?- y los titiriteros de la ceja, Zerolo, Sacristán, Almodóvar, Pilar Barden, -siempre esta esperpento, que hartazgo de “fémina”- el PC y unos cuantos idiotas del PSOE, en una insólita campaña de presión al Supremo y de ataques al Estado de Derecho que comenzó con un discurso guerra-civilista escuchado este martes en la Universidad pública.
¡Que ilusos! En su locura no se dan cuenta del peligro.
Nuestra democracia se asienta sobre tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, se pueden criticar pero no interferir.
El sistema puede que no sea perfecto pero es el mejor que hay, interferir con cualquiera de ellos es poner en peligro la mismísima esencia de la democracia.
Y no debemos olvidar que, la justicia no está ahí para juzgar solo a aquellos que nos disgustan y absolver a los que nos agradan.
No se puede dar por hecho que el progreso, el estado de bienestar y la paz, son algo que nos viene dado.
Hay que luchar por ellos cada día.
En realidad España en este momento está viviendo su periodo de paz mas largo desde la “Pax Romana” y para conseguirlo tuvo que vivir el horror y el error de una guerra civil y una dictadura, tuvo que bajar al infierno y salir por el otro lado, el precio fue altísimo, echarlo todo al garete es facilísimo.
Nadie se da verdaderamente cuenta de lo fácil que es romper la paz de un país, de lo frágil que esta es.
¿Saben cual fue la espoleta que llevo al mundo a la Segunda Guerra Mundial?
Una disputa sobre cuantos postes de telégrafos Alemania debía a sus acreedores de la Primera Guerra Mundial.
O sea, una guerra que costó millones, tanto en dinero como vidas humanas, empezó sobre una discusión de si se debían más o menos postes de telégrafos.
La paz es así de frágil.

Thursday, April 15, 2010

No tienen derecho a pedir que por ley se coarten mis derechos.



Desde hace varias semanas todos los domingos por la mañana me los encuentro en el centro del pueblo.
Son los de la nueva plataforma creada recientemente en Galicia, “Queremos galego”, son los que antes se llamaron “Nunca Maís”, o sea, “los trinca maís”, los parásitos de siempre que viven dándoselas de defensores de Galicia, pero que en realidad son sus mas enconados opresores.
“Libertadores” que, como todo buen libertador que se precie, acaban convirtiéndose en dictadores y todavía proclamando que lo que ellos hacen lo hacen por el bien del pueblo.
Este domingo estaban ahí, también con su chiringuito montado en medio de la plaza del pueblo, recogiendo firmas en contra del decreto de Feijoo, que estipula una enseñanza en las escuelas de un 50 por ciento en gallego y un 50 por ciento en castellano, algo que al parecer ellos no aceptan. Pues para ellos la enseñanza en Galicia, debería ser solamente en gallego.
Cuando los vi comencé a refunfuñar entre dientes, maldiciendo su estampa, y la suerte perra que nos toco a los gallegos el día que esta gentuza nació en nuestra tierra.
Y en estas estaba cuando una de las personas que me acompañaban, alguien a quien yo quiero mucho y que además tengo por alguien que tiene la cabeza muy bien amueblada y siempre me suele dar una opinión inteligente y equilibrada, me dijo: haces mal en enfadarte con ellos, estamos en una democracia y ellos, igual que tú, tienen derecho a pedir lo que deseen, que luego se les conceda, o no, es caso aparte, ¡piénsalo!
Bueno, pues lo he hecho y, a pesar de esta persona a la que tengo en gran afecto, no estoy en absoluto de acuerdo.
En primer lugar está el pequeño detalle de que, de yo ponerme en la plaza recogiendo firmas para que la educación en Galicia fuese dada solo en castellano, (español) la lengua de nuestro país y por lo tanto nuestra lengua, probablemente acabase con el escritorio encasquetado por sombrero, pues así son ellos de demócratas. Así que, aquello de que todo el mundo puede pedir lo que desee, aquí se va al garete, yo no puedo…
Y en segundo lugar, ellos tienen derecho del mundo a pedir sus derechos, valga la redundancia, y además a exigirlos, incluso tienen derecho a pedir cosas que no sean sus derechos, incluso aunque lo que pidan sea una tontería, si consiguen lo que piden, por pedir que no quede.
Pero lo que no tienen derecho es a pedir que por ley se coarten mis derechos y eso es lo que ellos están pidiendo.
Ellos no piden libertad para educar a sus hijos en gallego si así lo desean, eso ya lo pueden hacer; no piden libertad para rotular sus negocios en gallego, algo que a nadie se le prohíbe; no piden que puedan bautizar a sus hijos con un nombre gallego, algo que también hace años que está permitido.
Ellos lo que piden es que yo, que nosotros, los demás gallegos, no podamos educar a nuestros niños en castellano, que no podamos rotular en castellano, que no podamos bautizar a nuestros hijos con un nombre español y hasta que no podamos enterrar a nuestros muertos en castellano.
Y eso ellos no pueden hacerlo y no deberíamos consentir que lo hicieran, pues de seguir así no esta muy lejos el día en que prohíban las revistas, los libros, los cines, la radio, la televisión y todo lo que se tercie, en castellano y si no al tiempo.
Que pidan para ellos, pero a aquellos gallegos que no estamos con sus tonterías, que no nos incluyan en sus planes.
Que estos malditos parásitos nos dejen en paz de una vez.
Espero que Feijoo no olvide su promesa.
La promesa que nos hizo a los gallegos de que íbamos a poder elegir idioma.
La promesa por la que lo votamos por mayoría absoluta.
No la cumplió a rajatabla, por lo menos que la cumpla a medias.

Hubo otras oportunidades III



Y España entera entró en guerra, una guerra de españoles contra españoles, hermanos contra hermanos, una guerra civil que si bien no fue ni la primera, ni la única, si quizás la mas cruenta y fratricida. El odio y la inquina, acumulados durante largo tiempo, se desataron como una tormenta, como un volcán que lo arrasó todo y cuyo fuego solo se pudo extinguir con la sangre de miles de españoles derramada por todos los campos de España.
Aquella guerra la ganaron los “nacionales” y con ella España entró en la dictadura de Franco, que para bien o para mal, y a su manera, evitó que España se desmembrara.
Fuimos muchos los españoles que vivimos bajo el Gobierno de Franco sin percatarnos de que estábamos viviendo en una dictadura.
Esa era la clase de dictadura que vivimos en aquellos años. Una dictadura que consiguió hacer de España un país decente donde se respetaba la ley y el orden, el derecho a la vida y a la propiedad privada; donde se podía ir a todas partes sin miedo a ser molestado ni asaltado por nadie, donde podías entrar ir salir del país sin tener que darle cuentas al estado, -¡igualito que los países comunistas, vamos!- Una dictadura en la que, aunque a muchos les cueste ahora reconocerlo, fuimos bastante felices.
Pero, como dice un amigo mío, si no te dejan ejercer tu derecho a elegir tu propio gobierno, entonces, y por muy bien que gobierne, vives en una dictadura y en eso debo reconocer que mi amigo tiene razón.
Pero como nada es eterno, tampoco Franco lo podía ser y por el consabido desenlace biológico, este muere en 1975.

Y aquí llegamos a la siguiente oportunidad, y hasta ahora la mayor y mas palpable que tuvo España de subirse al tren de la historia y de ser un país que contase en el mundo.
La Guerra Civil, iba a ser la guerra civil para nunca más; y la dictadura, jamás íbamos a permitir otra. Los españoles nos prometimos no volver a luchar jamás entre nosotros y a trabajar todos en pro de un país y de un objetivo común. Íbamos a trabajar para hacer una España, mejor, mas prospera, más justa y más democrática. Íbamos a hacer un país que iba a ser la envidia del mundo. Eso decíamos y creíamos, por aquel entonces, prácticamente todos los españoles pero el destino está empeñado en demostrarnos que la historia de España tiene que ser escrita de muy diferente manera.
La Constitución vigente, aprobada por las primeras Cortes de la democracia en 1978, posee un mérito enorme, pero encierra un peligro no menos enorme.
El mérito: es la primera Constitución aprobada por el consenso de todas o casi todas las fuerzas políticas; nunca había sucedido tal en toda la historia contemporánea española.
El peligro: es el titulo VIII, de las Autonomías. Hay en la Constitución vigente otras muchas incoherencias pero resultan mas o menos tolerables; este titulo no.
España entró, ya antes de morir Franco, en un vértigo autonomista desmesurado.
Como otras veces, desde los reinos de taifas, salíamos de un sistema autoritario central a una rebatiña cantonal próxima al separatismo. No por culpa de la opinión publica sino de las clases políticas que pretenden imponer una dinámica centrifuga desbocada.
El titulo VIII, de la constitución, unido a un mas que mejorable sistema electoral da a los partidos autonómicos libertad absoluta para coaccionar y chantajear a cualquiera de los dos partidos mayoritarios que trate de gobernar sin haber conseguido la mayoría absoluta en la elecciones.
Y en este contesto la clases políticas del nacionalismo catalán y vasco son insaciables, esto lo pudieron comprobar en carne propia tanto Felipe Gonzales, como José Mª Aznar, que durante sus mandatos, con mayoría simple, fueron extorsionados sin piedad por ambos nacionalismos, algo que también a tenido que sufrir Zapatero, aunque no con tanta virulencia, al fin y a la postre, ya pocas competencias siguen en poder del Gobierno central.
El titulo VIII de la Constitución, terminado a fuerza de coacciones y chantajes, es un batiburrillo incoherente que contiene importantes contradicciones y disfunciones. El sistema implantado en 1978, formado por autonomías sin límite ni techo, es un sistema carísimo e inviable. El problema vuelve a ser pavoso y en vías de comprometer el futuro de España de forma próxima y gravísima. El desprecio a la nación española en el País Vasco, Cataluña y Galicia, además de Valencia y Baleares, es permanente e intolerable. Los partidos nacionalistas de estas regiones, que son minoritarios, se comportan como separatistas en aspectos esenciales, como la lengua, la cultura y el desprecio a la Historia de España.
La única solución, si es ya posible, consistiría en que los dos grandes partidos nacionales –Partido Popular y Partido Socialista- se concertasen para terminar con la dispersión y el caos, aunque fuera a costa de una reforma constitucional.
Pero desgraciadamente esta es un posibilidad que en estos momentos se nos antoja muy remota, porque, y aunque en los primeros años de la Transición, la conducta de estos partidos fue modélica y mostraron un verdadero equilibrio de convivencia, esto terminó cuando en la primavera de 1996, don Felipe González Márquez, cuyo padre había combatido en el bando del general Franco, vio que su régimen averiado, el filipismo, se hundía en el disparate y la peor corrupción de la historia española, empezó a evocar la guerra civil y después, ya privado del poder, ha seguido agitando su fantasma o, como dicen los americanos, enseñando la camiseta ensangrentada.
Desde entonces la brecha entre ambos partidos no ha dejado de crecer y hoy por hoy, aparece como un abismo insalvable. Si en algo se ponen de acuerdo ambos partidos es en manipular y cambiar la memoria histórica de los españoles en torno a la verdadera historia de la Segunda Republica, la guerra civil y sobre todo la realidad de Franco y su época. Pues mientras los partidos socialista, comunista y la izquierda, en una alarde de venganza retrospectiva, -van ahora a purgar al muerto-, tratan por todos los medios de matar la memoria de Franco, de terminar con Franco, el partido popular y la derecha, aquejados de un formidable complejo de Edipo, hacen mutis por el foro.
Y es la brecha misma de los dos partidos, la que abre un abismo también entre los españoles, un abismo que aparece todavía más intensificado en los extremos, pues aquí tenemos que soportar además el azote de las dictaduras nacionalistas. Y la España que se presenta ante nosotros vuelve a ser otra vez la historia de un fracaso y volvemos a estar en el punto de partida, exactamente donde estábamos cuando comenzó la guerra civil.
¿Pero por que la historia de España, parece ser siempre la historia de una permanente guerra civil?
Puede que sea producto del miedo social, encuadrado en la represión y crueldad de los periodos de represalia política y guerra civil, el cual se va agrandando hasta cubrir, como un fantasma goyesco, todos los horizontes futuros de la convivencia española. Y no afecta solamente a una clase, sino a todas; y su raigambre parece mucho más social que política. Y aquí entabla una dialéctica con otro sentimiento trágico –el odio-, sin que jamás podamos discernir cual de los dos es causa o efecto del otro.
¿O será simplemente que somos cainitas, que lo llevamos en la sangre?
Lo pinto Goya, dos gañanes metidos en el barro hasta la rodilla y zurrándose hasta matarse.
¿Será ese nuestro destino?

N.de A.
Los artículos, hubo otras oportunidades I, II, III, han sido confeccionados con material extraído del libro, Historia total de España, de don Ricardo de la Cierva.

Thursday, April 01, 2010

Hubo otras oportunidades II.






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Fue también en ese año de 1868 cuando nacía la peseta como unidad monetaria. La sufrida divisa española contemporánea nuestra y, últimamente, tan añorada.
En fin, llegado 1870 y España no había construido aún ni diez altos hornos, mientras Gran Bretaña rebasaba ya los 300 en 1826 y Francia terminaba el Segundo Imperio con dos centenares. En mil 1870, valga como índice, España producía unas cincuenta mil toneladas de lingotes de hierro, frente la millón largo de Francia y los seis millones de las islas británicas lanzadas ya a su segunda revolución industrial cuando España apenas se había enterado de la primera.
En fin, superado, casi milagrosamente el sexenio-pesadilla, la primera Restauración vino, de verdad a continuar la historia de España.
Hecha posible por un rey excepcional, la Restauración fue obra de otro hombre excepcional, don Antonio Cánovas del Castillo.
En cuanto sube al trono Alfonso XII cambia todo como por ensalmo; orden, continuidad, calma absoluta… Esta especie de milagro hay que atribuirla, ante todo, al sistema político, Alfonso-Cánovas.
Cánovas, verdadero genio político, aprovecho los materiales que encontró y con ellos construyó una agrupación más o menos perfecta, pero útil para aquellas circunstancias.
La Restauración trae para España unos años de modesta prosperidad y progreso.
Es 1881, año que contempla el abandono del poder de Cánovas y otro hecho, que en aquel momento pereció baladí, pero que repercutiría hondamente en el futuro de España: el político catalán Valentí Almirall abandona el federalismo republicano para verter todas sus esencias regionalistas en un nuevo movimiento, el catalanismo.
Cánovas, retorna al poder en 1884 e inicia la segunda etapa conservadora de la Restauración; pero con la muerte del Rey Alfonso XII en 1885, la Restauración pierde fuelle y tras el asesinato de don Antonio Cánovas, el 8 de agosto de 1897, se puede decir que entra ya en vía muerta.


La siguiente oportunidad, nos llega el 14 de abril de 1931 con la instauración de la
Segunda Republica.
La Segunda Republica, nace en medio de una marea de ilusión, pero frustrada en sus raíces, pues nace con el pecado venial, de ser hija de una trampa. Al atribuirse el comité revolucionario, anticipadamente y antes del recuento final de votos, la victoria del bloque republicano, de las elecciones municipales del 12 de abril, cuando en realidad, y a pesar del pucherazo, fue una victoria aplastante del bloque monárquico, ya nace con un estigma del que ya nunca se podrá liberar.
A partir de ahí, la joven Republica ya nunca iba a ser revolucionaria sino reaccionaria.
Porque miraba al pasado en vez de prever el futuro, y con ello gastaba en la venganza personal sus energías creadoras. Porque sus medidas iniciales se dedicaron a destruir la obra de la década anterior, (Miguel Primo de Rivera) sin sustituirla nada mas que por palabras.
El fracaso de la Republica, así como su implantación, como la Guerra Civil, como su secuela, fue un asunto de los españoles y, por lo tanto, el fracaso de estos, de todos nosotros, de mostrarnos una y otra vez incapaces de vivir en paz.
Todavía hoy se trata por todos los medios de achacar el fracaso de la Republica a la derecha reaccionaria que terminó con un golpe de estado en 1936.
Pero en realidad, durante todo aquel tiempo la derecha, fue obligada a defenderse de los ataques de que fue objeto, una y otra vez, por parte de la izquierda.
La primera fase de la republica que va desde el 9 de diciembre de 1931 al 3 de diciembre de 1933. El Gobierno de izquierda de don Manuel Azaña, que preside esta fase, no acaba cayendo a causa de un golpe asestado por la derecha, sino todo lo contrario el golpe fue asestado desde la izquierda, con el asunto de “Casas Viejas”, Cádiz, y que termina tumbando al Gobierno de Azaña.
La segunda fase que va desde el 3 de diciembre de 1933 al 16 de febrero de 1936.
Durante esta fase el Presidente de la Republica, don Aniceto Alcalá Zamora, se vio obligado a configurar un Gobierno liberal, nombrando presidentes de Gobierno a Lerroux, Martínez Barrio, Lerroux, Samper y otra vez Lerroux, al ser coaccionado, bajo amenaza de un golpe revolucionario, por parte de la izquierda que se negó a aceptar que la derecha, que había ganado las elecciones democráticamente en las urnas, formase Gobierno.
Golpe que la izquierda acabó perpetrado, igualmente, en 1934.
Este fue el finiquito de toda legalidad, si alguna vez había tenido alguna, de aquella Republica.
Y aquí, y no en el 36, fue el comienzo de la Guerra Civil.
El golpe revolucionario del 34 fue sofocado eficazmente, pero luego, y como siempre sucede en este país, no hubo los arrestos necesarios para castigar a los culpables y estos al volver a sentirse libres con tanta impunidad, volvieron a campar por sus fueros, todavía con mas desvergüenza y violencia cometiendo toda clase de desmanes y tropelías.
En 1936 poder entra en una degeneración sin precedentes y el país en una fase francamente revolucionaria. La ley y el orden brillan por su ausencia e ineficacia y el caos reina por doquier.
Una organización de izquierda obrera se incauta le Palacio de Gandía, en Madrid, izando en él la bandera roja.
Ni la vida ni la propiedad contaban con seguridad alguna. Es sencillamente ridículo tratar de explicar todo esto con las consabidas variaciones sobre el tema del “feudalismo” y otras ingenuidades que abarrotan las páginas de los numerosos libros consagrados a la España de aquel entonces. No era solo el dueño de miles de hectáreas de terreno, concedidas a sus antepasados por el rey don Fulano el Olvidado, quien veía invadida su casa y desjarretado su ganado sobre los campos donde las llamas devoraban sus cosechas. Era el modesto medico o abogado de Madrid con hotelito de cuatro habitaciones y media y un jardín de tres pañuelos cuya casa ocupaban obreros del campo, ni faltos de techo ni faltos de comida, alegando su derecho a hacer la cosecha de trigo, diez hombres para hacer la labor de uno, y a quedarse en la casa hasta que la hubieran terminado. Era el jardinero de la colonia de casas baratas que venia a conminar a la muchacha que regaba los cuatro rosales del jardín a que se abstuviese de hacer el trabajo que pertenecía a los jardineros sindicados; era la intentona de prohibir a los dueños de automóviles que condujeran ellos mismos, obligándolos a tomar un conductor sindicado; era la huelga de albañiles con una serie de demandas absurdas, con evidente objeto de mantener abierta y supurando la herida del desorden, y el empleo de la bomba y el revolver por los obreros contrarios al laudo contra los obreros que lo habían aceptado.



Todos los excesos que habían empezado a aparecer al final de la primera época del gobierno de Azaña, se manifestaron con mayor violencia. Se recurrió con frecuencia a la intimidación de todos aquellos que no pertenecían a un sindicato obrero.
El uno de marzo de 1936, Luis Companys y su liberado gobierno de la Generalidad regresan en triunfo a Barcelona. -Habían estado en prisión, condenados por declarar la independencia de Cataluña durante el golpe revolucionario del 34, (Lo dicho, siempre los mismos)- Esto parece la señal para una erupción autonomista por todo el país, aunque cabria llamarlas, mas que separatistas, cantonales; se declara la de Aragón el 2 de marzo en Caspe, la de Castilla el 20 de abril, la de Asturias el 20 de mayo en Gijón, y el 6 de junio es Huelva quien pide la anexión de Murcia y Badajoz a Andalucía. Galicia celebra su plebiscito autonomista el 26 de junio; y el 15 de abril arribaba a las Cortes el Estatuto Vasco.
Ese mismo 1 de marzo se dicta un decreto que obliga a los patrones a readmitir a los trabajadores despedidos por la revolución de octubre de 1934; no faltaron casos limite; como el de la viuda toledana que hubo de acoger en su modesta explotación a los asesinos de su marido.
Al mismo tiempo España entra en la oleada de huelgas mas dura de su historia. Entre los dos meses y medio comprendidos entre el 1 de mayo y el 18 de julio, el ministerio de Trabajo señala 192 huelgas en el campo.
Y así se abría el mes de julio de 1936, el más triste y más absurdo de toda la historia de este país que se llama España. El día 18 de ese mismo mes España entraba en guerra. La Guerra Civil y con ella terminaba el ensayo frustrado de aquella II Republica que pudo ser una oportunidad de progreso y se convirtió en símbolo de un fracaso, una tragedia puramente española, debida a las dos pasiones políticas que dominan al español: dictadura y separatismo.
Y como diría José Antonio Primo de Rivera en sus borradores de Alicante, “la cosa tenia que estallar y estalló”. La medida de la tragedia la da el hecho de que cuando las gentes se enteraban de la espantosa noticia a lo largo del sábado 18 de julio 1936, el comentario mas habitual se resumía en dos palabras que casi sonaban a alivio: “”Por fin””.
Continuara…

Hubo otras oportunidades.



Decía Arturo Pérez Reverte, el otro día, en una entrevista que, con motivo de la presentación de su ultimo libro, le hizo Carlos Herrera, en su programa “Herrera en La Onda”, que lo que motivó de que España se hubiese quedado en el vagón de cola de la Historia, fue que aquí, al contrario que en Francia, faltó la guillotina.
“El asedio”, que así se titula el libro, trata sobre el asedio que desde 1810 a 1812 sufrió la ciudad de Cádiz, por parte de los franceses. (No lo he leído todavía, espero hacerlo pronto).
El libro narra el pulso de un mundo que pudo ser y no fue, una época y unos personajes condenados por la historia y es aquí donde el viejo corso cree que, de haber rodado en aquel momento algunas cabezas, como las de Carlos IV y Fernando VII, la historia bien pudo haber sido muy diferente.
Cabe recordar que en la Revolución francesa, que comenzó con la “Toma de la Bastilla”, por parte de los revolucionaros parisinos, el 14 de julio de 1789, y aunque la fortaleza de la Bastilla, solo custodiaba a siete prisioneros, supuso simbólicamente el fin del antigua régimen, y aquí no solo rodaron las cabezas de LUIS XVI y María Antonieta, sino también las de: DANTON, (GEORGE JAQUES)a quien dieron matarile el 5 de abril de 1794.
MARAT, (JEAN PAUL) asesinado por la aristócrata girondina, Charlotte Corday, quien lo apuñaló en el pecho. Ella fue juzgada y guillotinada por su muerte.
ROBESPIERRE, (MAXIMILIEN) guillotinado el 28 de julio de 1794.
De esta manera la Revolución Francesa se comía a sus hijos, igual que, años mas tarde, haría la Revolución Mexicana, con Villa, Zapata y Carranza.
Y el mismo pueblo francés que, el 16 de octubre de 1793, ante un Tribunal revolucionario, encarcelaba y condenada a muerte por alta traición a su Reina María Antonieta, terminando así con la monarquía, el 2 de diciembre de 1804, -justo 11 años mas tarde- coronaba en Notre Dame, con la asistencia del papa Pío VII, a Napoleón Bonaparte, como emperador de Francia.
En cuanto aquí en España, bien es verdad que, La constitución de Cádiz de 1812, -conocida como la Pepa, por haber sido aprobada el 19 de marzo, día de San José- pudo haber sido, de lograrse un mínimo de armonía dialéctica, una obra profunda y precursora, que no pasó sin embargo de su fase embrionaria a causa del retorno de Fernando VII “el Deseado”, más tarde conocido como el “rey Felón”.
Este que regresa a España después de la victoria nacional, popular y militar en la Guerra de la Independencia, después de una gira triunfal de Gerona a Valencia, pasando por Barcelona y Zaragoza, decreta, el 4 de mayo de 1814, la anulación pura y simple de toda la obra política gestada en Cádiz, dándole de este modo la puntilla a la Constitución. Esta vuelve a resucitar por un tiempo tras el golpe liberal de Riego en 1820 y es definitivamente aniquilada con la llegada de los Cien mil Hijos de San Luis en 1823.
Y aquí es donde, al parecer, don Arturo cree que se fastidió la cosa.
Pero en realidad, este no fue el final, ni de la historia, ni de las oportunidades de España para salir de su retraso endémico, ni de nuestra tendencia innata a fastidiarlo todo una y otra vez.
Después de esta, quizás la siguiente oportunidad que tuvimos de volver al cauce de la historia como un país adelantado y democrático, fue cuando se consiguió destronar y expulsar de España a Isabel II y tras el intento del general Prim de instaurar como rey de España a Amadeo de Saboya, el cual reinará por un corto espacio de dos años, se instaura la Primera Republica el 11 de febrero de 1873.
Esta nació como uno de los más generosos intentos de rectificar la historia sociopolítica de nuestro país, pero acabo con los intelectuales entonando su “no es esto, no es esto”.
Es la Republica Federal, solo en el deseo y en la arbitraria decisión de una parte de sus fautores; porque la Constitución correspondiente no pasó de proyecto. Una republica que en menos de un año encontró tiempo para investir nada menos que a cuatro presidentes.
Stanley Payne diagnostica: Bajo la Republica Federal de 1873-1874 el país se enfrenta con un caos absoluto.
En Barcelona la Diputación iniciaba la disgregación cantonal-separatista al proclamar el Estado Catalán. (Siempre ellos…)
Estalla en casi todo el litoral mediterráneo y en numerosos puntos del interior la sublevación cantonal. Se declaran las republicas independientes de Cataluña, Málaga, Cádiz, Sevilla, Granada, Valencia y Castellón. La de Granada declara la guerra a la de Jaén, la de Jumilla amenaza a todas las “naciones” vecinas. Un pequeño pueblo cerca de Ciudad Real, Camuñas, se declara, como otros muchos, independiente y soberano. El Cantón mas tenaz es el de Cartagena, donde el caudillo huertano Antonete Gálvez, se apodera de la plaza y de la escuadra y ordena desde el puente de la Numancia, el abordaje de las naves leales al gobierno –“¡a toa maquina!”- y encabeza una marcha sobre Madrid que logra llegar hasta las puertas de Albacete, en Chinchilla.
Este periodo es definido por el escritor Ricardo de La Cierva, como: El apogeo del caos.
A esta jaula de grillos le pone fin el General Pavía, de un sablazo, un 3 de enero de 1874 a las 7 y media de la mañana, Madrid dormirá todavía un par de horas más. Con Este episodio tragicómico-político, -el único golpe de estado perpetrado por un solo hombre, aunque, justo es decirlo, fue secundado silenciosa y unánimemente por todas las fuerzas armadas-, de una forma perfectamente merecida terminaba la primera experiencia republicana de España.
Y con ella se pone fin, con más pena que gloria, a la “Gloriosa” Revolución del 68. 1868.
Pero la historia continúa, y continuará…