Wednesday, February 27, 2008

Kosovo.




Pues a mi no me da la gana de hablar del debate de ayer, entre Rajoy y Zapatero. Como de eso hoy ya habla todo el mundo, yo voy a hablar del nuevo y flamante país. Kosovo.


Bien, bien, bien, ya tenemos otro mini país, otra taifa y otro imbécil que da el culo por ser presidente de lo que sea, y si es de un país mejor, así podremos codearnos con los grandes hombres de nuestro tiempo, ya podrá éste idiota contarle a sus nietos –eso si no le corta la cabeza el próximo getas que, como él, vendrá para ser también presidente- que conoció a Sarcksy y a Merkel, a Bush, a Brown y a otro tío que era presidente de España. Otro bobo que se sentirá, por un tiempo, alguien importante. Mientras tanto se destruye en añicos un país como fue Yugoslavia, y sus habitantes se arruinaran un poco mas, especialmente los habitantes de esta nueva y flamante nación, que acabaran en algún país europeo pidiendo en un semáforo o a las puertas de algún supermercado. ¡Que bien!

Esto de arriba fue lo que escribí en un foro, que yo frecuento, apropósito del nacimiento del nuevo y flamante país europeo.

Pero esto que escribí muy poco en serio y mucho en plan chunga, no es cosa de broma. La cosa es seria, muy seria.
Porque este personaje al que yo llamo idiota e imbécil, -ojalá lo fuera- es peor que eso, mucho peor.
Realmente el nuevo presidente del nuevo “país”, el Sr. Hasim Taci, es ahora el cabecilla del narcocalifato kosovar: En 1993 entró en el grupo terrorista UCK asesinando en Glogovac a tres policías serbios. Desde ese momento se le considera el principal cabecilla de las mafias de narcotraficantes y contrabandistas de la zona con cuyo dinero financia el UCK liderado por Agim Ceku considerado criminal de guerra por las deportaciones y asesinatos masivos de serbios en las Krajinas de Croacia. El 9 de marzo de 1999 tenía una orden internacional de búsqueda y captura por la INTERPOL. Desde entonces ha creado en el Kosovo presuntamente democrático un feudo privado dedicado al contrabando y al tráfico de todo tipo, desde drogas a maleantes (Los famosos albano-kosovares con formación paramilitar que detiene la policía no caen del aire). Con la independencia demuestra que un grupo terrorista y o mafioso puede obtener sus objetivos e imponerse con un falso disfraz de demócrata ante la pasiva complacencia de los mandarines de Brúcelas y el beneplácito de los EEUU. Su éxito es sin duda el fracaso de la Europa civilizada.
Y en cuanto al nuevo “país” Kosovo, -un país de una extensión un poco mayor que la provincia de Lugo y 2 millones de habitantes, cuatro gatos, con cero en influencia internacional y cuya única industria, que se sepa, es el narcotráfico- su “independencia” representa la total desintegración de un verdadero país, Yugoslavia, un país que lo tenía todo para ser un país próspero: extenso, lleno de oportunidades, diverso, turístico, mediterráneo... Y un potencial puntero en Europa. Se desintegra en el aire y se convierte en paisitos, nacioncitas de…nada, simples cotos privados del primer sinvergüenza que pasaba por allí y que decidió ser presidente de algo, pero, eso si: libres. ¿Libres de que?
Servia y Montenegro, era lo que quedaba de la antigua Yugoslavia, después de que Eslovenia, Croacia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina se separasen durante la guerra de los Balcanes en los 90, luego fue Montenegro quien declaro la independencia en el 2006 y Kosovo el pasado domingo. Y ya todos contentos y todos libres. Pero, ¿y si, ahora, alguien llamado Knezevic decide que ha llegado la hora de que Kosovo sur se quiere separar de Kosovo norte, que también quiere ser “libre”? ¿Y si el hijo de Knezevic, Manolito Knesevic, de 17 años, que en familia no habla ni con la abuela, decide que se quiere independizar de la familia? La pregunta nos da en la cara, ¿Dónde va a terminar esto? En algún punto nos encontraremos con lo que los científicos llaman la “unidad terminal”, -el más pequeño componente reducible de un sistema-, y parece que lo de este país, si no lo es ya, está muy cerca de serlo.
El nuevo país que hace el numero 193 del mundo, nace como un estado fallido, incapaz de gobernarse por si mismo, con unas esperanzas económicas muy exiguas, sino nulas y no reconocido por las Naciones Unidas, aunque con la bienaventuranza de los Estados Unidos, -a estos, con una crisis galopante en su país, un euro que se le sube a las barbas al dólar, incluso los países de lo OPC quieren hacer, de ahora en adelante, las transacciones en euros, les interesa una Europa cuanto mas desestabilizada mejor, por aquello de que: a rió revuelto ganancia de pescadores, pero, se equivocaron en Vietnam, se equivocaron en Irak y se pueden volver a equivocar- Porque esto no va a representar ni libertad, ni ganancias para nadie, esto va a ser: hambre, ruina, desolación y muerte para muchos, y sino al tiempo.
No quiero que esto me recuerde a otro país más cercano... Roguemos para que nuestros Hasims Tacis de turno, los Ibarretxims, Carodims Rovira y Quintanims y aláteres, nunca se salgan con la suya y destruyan nuestro pais.
Amen.

Friday, February 15, 2008

Por la libertad Lingüistica.




La organización: Por la libertad Lingüística. No a la imposición, trato de llevar a cabo durante la tarde del viernes una concentración pacifica en defensa del derecho de los gallegos a hablar y entenderse e incluso educarse en el idioma que ellos elijan, cosa que les fue imposible al ser, primero, increpados e insultados y luego, incluso, vapuleados por un grupo de jóvenes galeguistas que, al mas puro estilo batasuno, impidió que el acto se llevara a cabo.
Hoy he recibido en mi post un E-mail de la señora Pilar Pato, representante de dicha organización, que cuelgo aquí. En el podemos ver con claridad meridiana, la clase de gentuza con la que tenemos que lidiar aquí en Galicia los que queremos ser libres, y nos da también una dimensión muy clara del problemón con el que se enfrenta nuestra tierra.
Ahí queda.


Cuando ayer iniciábamos los preparativos para la concentración convocada bajo el lema "Por la libertad lingüística. No a la imposición" fuimos recibidos por un grupo de individuos muy jóvenes, aunque parece que bajo la dirección de otro de mediana edad y poco pelo, que nos interpelaron y empezaron a insultarnos. Al parecer hemos invadido su tierra sagrada y la profanamos, no con las plantas de nuestros pies, sino con nuestra lengua. Aquellos chicos no tenían callos en las manos. Tienen un concepto de tierra y un vínculo con ella verdaderamente espiritual.
En la comunicación preceptiva a la Subdelegación del gobierno no habíamos hecho indicación sobre medidas de protección del derecho de reunión que íbamos a ejercer porque no podíamos imaginar que íbamos a merecer tanta atención de los enemigos de la libertad -y esto sí que no es una metáfora-
Sin embargo, la policía debía saber más que nosotros, pues ya media hora antes había una discreta vigilancia. Es amargo e inevitable recordar ahora que comentamos la seguridad que nos inspiró entonces aquella presencia, que no habíamos creído necesaria.
Mientras desplegábamos nuestros pobres preparativos -una megafonía ronca, inútil, y una pancarta con el lema anunciado- la presión de los jóvenes batasunos fue adquiriendo el aspecto que definitivamente iba a tener: una contramanifestación organizada, con el propósito y los medios para impedirnos el ejercicio de nuestro derecho.
Lo que no sabíamos entonces es que iban a contar con la pasividad gubernativa. La policía concentró en el lugar una fuerza notable, superior a la estrictamente precisa para neutralizar a los batasunos, estimados en cien por los agentes. Un número parejo al de quienes acudieron a nuestra primera convocatoria.
Sin embargo se limitó a seguir el modelo "ertzaino": interponerse entre los ciudadanos que pretendíamos ejercer el derecho de reunión pacífica y sin armas en legal forma, previa comunicación a la autoridad competente -es un decir- y quienes se habían concertado en número y con medios suficientes para impedírnoslo. Actuó aquella 'fuerza de interposición' con la exquisita neutralidad propia de quien media entre dos extremismos equiparables: el de quienes pretenden ejercer un derecho fundamental, y el de quienes pretenden impedírselo, y se asegura de que los insultos, amenazas y coacciones de los segundos no pasen del sonido al tacto.
El sonido fue suficiente: imposible leer el comunicado de la organización a los ciudadanos que habían acudido a la convocatoria, bajo la fanfarria, la grita, la gaita y la pandereta de aquella centuria joven y vigorosa de voces y odio. Pero cuando ya abandonábamos por imposible la concentración programada y el "frente" se expandió demasiado para mantener el control, los batasunos pudieron demostrar lo que hubieran hecho sin la interposición policial, agrediendo a dos jóvenes brutalmente (¿o es que hay otra manera de agredir?). La noticia se propagó por la concentración centrifugada.
Cuando, vista la imposibilidad de desarrollar el acto manifestamos nuestra perplejidad al jefe de la fuerza de interposición por su pasividad ante la conculcación flagrante de un derecho ciudadano nos dijo "tienen ustedes todos los derechos del mundo ..." . Todos menos el que se nos había impedido ejercer ante sus narices.
La gente nos decía que debíamos llamar a la policía para denunciar lo que estaba pasando -las buenas gentes tienen una fe ciega en el estado de derecho, contra toda evidencia- pero es que la policía, o, al menos, un nutrido número de individuos de uniforme y medios antidisturbios, YA ESTABA ALLÍ. En consecuencia, tenemos un problema.
No es que el estado haya agotado sus recursos en normalización lingüística y ya no quede nada para seguridad ciudadana. No: al menos hubo allí medios más que suficientes para imponer el orden y restablecer el derecho. El problema es saber si la inhibición del chulo de bar con uniforme al mando se debía a su propia iniciativa, o si, simplemente, simpatizaba con las instrucciones recibidas de la autoridad competente. Y tenemos un indicio: al final, atónitos por lo sucedido, preguntamos a un agente que custodiaba un furgón vacío si tenía noticias sobre la agresión que corría en boca de la gente: aunque muy parco en palabras nos dijo que uno de los agredidos había sido conducido a un centro médico, y que buscaban a los agresores. Aprovechando esta brizna de simpatía, le planteamos el esquema jurídico de los hechos que había presenciado y le preguntamos si siempre "actúan" igual.
Entonces nos obsequió con tres palabras de claridad cegadora:
es todo política
Y ya no fue posible arrancarle ni una más. Ni falta que hizo.

Saturday, February 09, 2008

El nacionalismo, como el nacional-catolicismo


Lo siguiente anda estos días por Internet, a mi me ha parecido de lo mas interesante, asi que tal cual lo encontré, lo cuelgo en mi blog.
El nacionalismo, como el nacional-catolicismo que dominó la vida española durante siglos, pretende controlar las vidas de todos lo que habitan en un territorio determinado. Controlar, ¿para qué? Para determinar la moral y la ideología de la población, lo que permite a los dirigentes nacionalistas utilizar sus convicciones pseudo religiosas para dirigir la vida de los demás y, en definitiva, conseguir sus votos. Y controlar porque, en lo material, el que se apodera de las almas consigue que le transfieran la capacidad de influir en muchos ámbitos: gastar los ingresos de una forma u otra, ayudar, y de qué forma, a unos u otros, nacionales o extranjeros; en definitiva, logra la capacidad de gastar a su antojo los ingresos presupuestarios. Por eso los socialistas se han hecho nacionalistas, porque quieren participar en la fiesta y como las religiones marxista y keynesiana hidráulica han fallecido se apuntan a la del nacionalismo.
En los siglos duros del nacional-catolicismo español, cuando la ciencia desapareció, cuando no era posible siquiera filosofar más allá de ciertos límites, la intervención de los gobernantes en la vida cotidiana se reducía a cobrar impuestos para pagar servicios públicos elementales y financiar las guerras, que decidían unas veces las puras ansias de poder nacional y otras las consideraciones religiosas.
En esos siglos, la moral se forjaba en los confesionarios. Los sacerdotes y obispos escuchaban, reflexionaban y decidían lo que era tolerable individual y colectivamente a la luz de una literatura -publicada-, en parte bíblica, en parte canónica, en parte nacional y, en parte, dependiente de las convicciones personales de los respectivos confesores.
En la medida en que España se fue liberando de esa moral, los españoles recuperaron la libertad de pensamiento en lo científico, lo filosófico, lo político, lo económico y lo propiamente religioso. Los iluminados abandonaron los hábitos y muchos se hicieron políticos; en el caso de España nos tuvimos que defender de los integristas católicos, de los jacobinos afrancesados y de los anarquistas, comunistas y socialistas, decididos a obligarnos a servir a sus convicciones, encarnadas –y de qué forma– en sus vanguardias obreras y sindicales. Las guerras carlistas, las persecuciones de Fernando VII, los levantamientos anarquistas, las revueltas socialistas y la conspiración de socialistas y nacionalistas de 1934 para acabar con la II República fueron inspiradas siempre por grupos de hombres que creían estar en posesión de la verdad, y que esa verdad les permitía someter a los demás. Más aún, les obligaba, porque el pueblo, el grupo, la sociedad, eran y son más importantes que las personas. El bien común les permitía perseguir, encarcelar, torturar y asesinar.
Los herederos de todo lo que representó en España la Santa Inquisición son, por tanto, los nacionalistas de hoy, desde el PNV hasta ETA-Batasuna, con la colaboración de una parte sustancial del PSE en el País Vasco; desde CiU hasta Esquerra pasando por el PSC en Cataluña; los nacionalistas gallegos, sean del BNG o del PSOE; y, en Madrid y el resto de España, el PSOE de Rodríguez Zapatero.
La iglesia católica española hace tiempo que se reformó, hace tiempo que defiende la responsabilidad personal y la primacía de los derechos individuales frente a los supuestamente sociales. Los nacionalistas y socialistas, por el contrario, quieren decidir no sólo lo que hay que pensar, lo que hay que estudiar y la lengua en que hay que expresarse, sino cómo debe ser la moral cotidiana. Creen y defienden un tipo determinado de bien común. Y creen que ese bien común les permite perseguir, o expulsar, a los que no lo acepten. Los nuevos sacerdotes laicos de la religión nacionalista son una minoría. Minoría de la que forman parte políticos, intelectuales y religiosos.
Muchos, de entre los partidarios de los nacionalistas que no pertenecen a la clase dirigentes, se oponen a la violencia, pero están tan condicionados que se sienten forzados a analizar las causas que la han provocado, llegando a igualar las responsabilidades de las víctimas y los verdugos. Otros votantes nacionalistas que critican, internamente, los insultos, amenazas y extorsiones, piensan que son fenómenos aislados, que se desvanecerán cuando triunfe el paradigma del bien común nacionalista en una sociedad nueva; lo que sólo será posible con la independencia. En ese momento desaparecerán –como por ensalmo– la violencia, el miedo, la extorsión y el asesinato, porque esos fenómenos se explican –les dicen y muchos se lo creen– por la natural resistencia a una moral y a unas formas políticas impuestas desde fuera, por España. Otra parte importante de la población acepta lo que les dicen sus líderes morales como irrebatible.
Para el que vive lejos de esos territorios, es incomprensible el torpor espiritual de los que viven en esas autonomías, de los ciudadanos normales, que aceptan esa continua trasgresión de los derechos humanos, teniendo como tienen, a pesar de los esfuerzos gubernamentales para evitarlo, medios a su alcance para informarse y poder ponderar la moralidad nacionalista que se les impone. La razón del aparente conformismo de muchos no es el seguidismo de sus líderes, sino la descomunal violencia a la que se enfrentan los que manifiestan dudas. Para los que preguntan, la vida se hace casi imposible: en los colegios de sus hijos, en sus trabajos, con sus amigos. Muchos que aparecen como convertidos sólo intentan sobrevivir. Y muchos se van.
Esa clase política tiene, además, otro programa de naturaleza económica. Porque los interminables años en el poder autonómico y local les ha permitido convertirse en auténticas mafias que viven de los demás, que extorsionan a todos, que incumplen las leyes, que acobardan y controlan a los jueces y que engañan a la Administración central en beneficio propio y de sus organizaciones, políticas o no.
¿Y el resto de España? ¿Cómo es posible que, uno tras otro, los gobiernos españoles hayan consentido la consolidación de poderes ilegítimos, con comportamientos delictivos en las autonomías nacionalistas, sin aplicar los instrumentos de intervención y recuperación de competencias que prevé la propia Constitución? Pues porque en Madrid, en el Madrid popular o en el Madrid socialista de Felipe González, las nomenclaturas de los partidos –con la excepción parcial de los años de Aznar en La Moncloa– no estaban interesadas en el cumplimiento de las leyes y en la defensa de los derechos individuales de los que viven en esas autonomías. Sólo pretendían mantener el poder y no ponerlo en riesgo en las siguientes elecciones. La mayoría de nuestros políticos, que ya son profesionales, no suelen tener convicciones. Y sólo actúan cuando la población se manifiesta masivamente, por el medio que sea, con decisión, a favor de la medida que sea. Y les deja claro que están dispuestos a no votarles si no hacen lo que piden.
En cambio, el nuevo PSOE de Rodríguez Zapatero tiene otro talante político. Para ellos la guerra civil no ha terminado y sus aliados son los nacionalistas, actúen legal o ilegalmente. El PSOE de Rodríguez Zapatero y los nacionalistas se comprenden. Tienen la misma escala de valores. Para los nacionalistas, el bien común lo representa la nación y frente a ella los derechos individuales no existen. Para el PSOE, el bien común es la sociedad; lo que ellos entienden por sociedad. Y los derechos individuales o no existen o pueden ser sacrificados. De ahí la importancia para el PSOE de esa asignatura, la Educación para la Ciudadanía, que a juicio de la ministra de Educación es más importante que las matemáticas o la historia. Ellos, los socialistas, también quieren ser sacerdotes laicos de otra religión; para poder resucitar la Santa Inquisición.
La Ley de Memoria Histórica es, solamente, un paso más en esa dirección. En la de la dictadura espiritual y material de nacionalistas y socialistas.

Caciquismo nacionalista.


El alcalde del municipio gallego de Gondomar, en Pontevedra, el nacionalista Antonio Araújo Quintás, negó a la asociación Galicia Bilingüe el permiso para incluir esta localidad en el itinerario del autobús que recorre Galicia para acercar sus reivindicaciones a los ciudadanos e incrementar la campaña de recogida de firmas iniciada hace varias semanas a favor de sus demandas.

La asociación rechaza las imposiciones lingüísticas de la Administración y reclama apoyos a la libertad de uso de dichos idiomas y la de elección por parte de los padres de la lengua en que sus hijos deben recibir su educación.
Además de reiterar su defensa del derecho a que cada ciudadano hable y se comunique en cualquiera de las dos lenguas oficiales que existen en Galicia.

La asociación solicitó autorización para estacionar en la plaza de la iglesia. La respuesta del regidor fue contundente: «En la villa de Gondomar no existe ninguna plaza con esa denominación».
Asimismo, el alcalde expresó en gallego su «compromiso con la defensa de nuestra lengua, el gallego, por lo que no entendemos -añadió- las agresiones contra la misma que ustedes proponen desde su asociación». Por último, Araújo Quintás manifestó que «el gallego es una lengua minoritaria que viene siendo agredida desde hace más de 500 años desde muchos ámbitos y de múltiples maneras, hasta conseguir casi su extinción».
¡Ahí lo tienen, si señor, con un par! Y es que son demócratas a más no poder.
He aquí un fragmento de una conversación que el señor Atón Losada mantenía hace unos meses con un trabajador de la televisión de Galicia, recriminándole por que estos habían sacado al vicepresidente Quintana en pantalla, cosa que, por lo visto, tenían prohibido.
Y uno se da cuenta, más todavía de su talante dasocrático.
– Soy Antón Losada. Mira, me acaban de informar de que salió hoy el vicepresidente en el Telexornal...
– Si, salió en el último plano del vídeo.
– Me parece que fui claro y taxativo. No estáis autorizados a utilizar la imagen del vicepresidente de la Xunta.
– Era un acto público. Metimos la entrega de premios y él estaba allí.
– ¿Y qué? (...) El vicepresidente de la Xunta no sale en los telexornais, ¿cómo os lo tenemos que explicar? ¿Qué tenemos que ir al juzgado y pedir una orden o algo? (...) La imagen del vicepresidente es la imagen del vicepresidente. Lo que acabáis de hacer roza peligrosamente el Código Penal. (...)¿Estáis de coña, con quién creéis que estáis hablando? Yo soy el secretario xeral de la Vicepresidencia de la Xunta. Si yo digo que el vicepresidente no sale es que no sale. Y puedes llamar a quien te salga de las narices. (...)
– Después de esto, sobran comentarios, en el Parlamento de Galicia solo tienen 13 escaños, que representan algo así como un 17% del voto de los gallegos,- normalmente de los jóvenes que salen con un lavado de cerebro de las galaescolas-
– Con este voto nunca llegarían a gobernar ni la comunidad de vecinos, pero gracias al maldito sistema electoral que tenemos en España, que da cabida a las malditas coaliciones y sobre todo a las ansías que Touriño tenia de ser presidente de lo que fuera, ahora mangonean Galicia a su antojo y han convertido nuestra sufrida tierra en su coto privado.
– Ellos que representan el que Galicia vuelva al caciquismo, se llaman a si mismo defensores del gallego y representantes del pueblo.
– Ellos que disidieron, no hace mucho, que los niños aprendiesen a cantar el himno gallego desde los tres años, frenados, entonces por la consejera de Educación que osó advertir que eso sería “adelantarse”. No es que le pareciera mal, sino prematuro.
– Ellos que repartieron kits a las embarazadas para que arrullaran a sus retoños en la lengua normativa. Y ellos pergeñaron el decreto que obliga a partir de este curso a impartir en gallego todas las materias troncales. Con estos antecedentes, ¿cómo iba a esperar Quintana que se le impidiera cumplir el sueño aquel? Y si no hubiera sido por los “predicadores mediáticos de Madrid”, como dice el susodicho, habríamos contemplado la escena de los patriotas bebés cantores al final del curso.
Pararon el gol del himno, pero ante el monolingüismo impuesto los socialistas asienten encantados. No se oirá a los niños cantar a la nación de Breogán, pero se escuchará el crujido de la libertad atropellada, de la realidad lingüística de Galicia negada, de los derechos vulnerados. Y persistirá el inconfundible son del adoctrinamiento que emiten las galescolas. Claro que se tapan los oídos. Otros los tienen taponados: de las 24 guarderías montadas para la cría del alevín nacionalista, catorce se asienten en ayuntamientos regidos por el PP. Así son las cuentas. De momento. Los populares, en plena sordera, acaban de pedir más del mismo producto.
Y ahora en este momento, no hay partido político en Galicia que no nos esté pidiendo nuestro voto en gallego, pues tenga cuidado señor Rajoy, por que aunque es verdad que no vamos a votar a ZP ni borrachos de güisqui de garrafón, a lo mejor tampoco lo votamos a usted, no se olvide que tenemos ahí a Ciudadanos y al partido de Rosa Diez, y es que si no se lo doy directamente a uno de estos, es por que me asalta la duda de si ellos tendrán bastante fuerza en España para mantener a raya a los nacionalistas, si no, vaya si se lo daba, y aun así cuidado.