La casta privilegiada actúa de nuevo...
La casta privilegiada actúa de nuevo.
Era la una de la tarde del jueves, cuando la “Junta de Galicia” recibía aviso, por parte del Instituto Nacional de Meteorología, de la llegada de un fuerte temporal para el viernes por la mañana.
Pasó toda la tarde sin que nadie hiciese nada, hasta que ya, muy entrada la tarde, se debieron reunir los cabezas pensantes del colectivo de los privilegiados y a las nueve de la noche la “Junta de Galicia”, decidía suspender las clases para día siguiente viernes.
Dicho y hecho, se comenzó a mandar mensajes a todo trapo, mensajes que claro, dado lo intempestivo de la hora, solamente llegaron a una pequeña fracción de padres.
Y ahí se desató el pandemonio. Hubo aquellos padres que recibieron el aviso, que se las vieron y se las desearon, para poder arreglar alguna forma de tutela para sus hijos, pues ¿A dónde se va a buscar una canguro a las 11 de la noche?
¿Y los que no se enteraron hasta el otro día? Esta fue mucho peor todavía.
Del temporal no había ni rastro. Y ahí estaban aquellos padres que llegaban con sus vástagos listos para dejarlos en el autobús, para ellos poder irse al trabajo, -porque, eso si, todos aquellos mortales que no pertenecemos a la clase privilegiada tuvimos que ir a currar- y se encontraban con la papeleta de que no había clase ¿y que hacer con los niños ahora? Todavía peor que los que se habían enterado la noche anterior.
Pero todavía no acaba aquí la cosa, porque ya se sabe, si algo puede ir a peor, irá a peor, y hubo padres que se fueron al trabajo dejando a sus crías terminando el desayuno y en la creencia de que luego cogerían el autobús para ir a clase, algunos incluso salieron al mismo tiempo que los niños o los dejaron en la parada camino del trabajo, como mi compañero, que dejo el suyo al cuidado de una señora que también espera con su niño en la misma parada y se entero a las 10 y media de la mañana, por una llamada de esta señora, diciéndole que fuese a recoger al niño, pues no había habido clases.
O sea que, hubo de todo. Padres que no sabían como arréglaselas para cumplir con sus obligaciones en sus trabajos y, al mismo tiempo, recoger a sus niños. Niños perdidos en las paradas esperando autobuses que nunca llegaron. Madres que habían dejado al niño camino del colegio y mas tarde se enteraban que no había clases, ¡susto! ¿Y donde carajo esta el niño entonces?
¿Y del temporal? Ni rastro, no llego hasta la noche siguiente y menos mal, pues de haber llegado el viernes como se pronostico, con todo este cacao montado por la “Xunta”, seguro que hubiésemos tenido que lamentar más de una desgracia.
¿Y la clase privilegiada?, congratulándose y diciéndose que, lo que se había hecho, bien hecho estaba, pues mas vale prevenir que lamentar. ¿…?
Vamos a ver señores de la Xunta esa, cuando ustedes quieran cerrar las aulas porque se avecina un temporal, un tsunami, o el “moño” de mi tía, háganlo, pero háganlo con tiempo. Si no lo han hecho y el tiempo se les ha echado encima como sucedió el viernes, pues entonces su deber es informar y recomendar a los padres que no manden a sus niños a la escuela porque se acerca un temporal o por lo que sea, pero ustedes, tanto los profesores, como los conductores de autobús (y estos no tuvieron culpa alguna, solo se limitaron a hacer lo que se les mando) tienen que estar allí, al pie del cañón, como el común de los mortales, para recibir, informar y cuidar a aquellos niños cuyos padres no se hubiesen enterado, y en vez de eso, ¿Qué hicieron? se quedaron en casita con el culo caliente, mientras todos los demás, nos estresábamos y nos cabreabamos, pero ¿Qué mas da? A ustedes eso les da lo mismo, a la fin y a la postre, ustedes son la clase privilegiada y a nosotros, los currantes de infantería, a los que siempre nos toca jo… fastidiarnos y a tragar bilis y si tienes un problema… opérate.
Era la una de la tarde del jueves, cuando la “Junta de Galicia” recibía aviso, por parte del Instituto Nacional de Meteorología, de la llegada de un fuerte temporal para el viernes por la mañana.
Pasó toda la tarde sin que nadie hiciese nada, hasta que ya, muy entrada la tarde, se debieron reunir los cabezas pensantes del colectivo de los privilegiados y a las nueve de la noche la “Junta de Galicia”, decidía suspender las clases para día siguiente viernes.
Dicho y hecho, se comenzó a mandar mensajes a todo trapo, mensajes que claro, dado lo intempestivo de la hora, solamente llegaron a una pequeña fracción de padres.
Y ahí se desató el pandemonio. Hubo aquellos padres que recibieron el aviso, que se las vieron y se las desearon, para poder arreglar alguna forma de tutela para sus hijos, pues ¿A dónde se va a buscar una canguro a las 11 de la noche?
¿Y los que no se enteraron hasta el otro día? Esta fue mucho peor todavía.
Del temporal no había ni rastro. Y ahí estaban aquellos padres que llegaban con sus vástagos listos para dejarlos en el autobús, para ellos poder irse al trabajo, -porque, eso si, todos aquellos mortales que no pertenecemos a la clase privilegiada tuvimos que ir a currar- y se encontraban con la papeleta de que no había clase ¿y que hacer con los niños ahora? Todavía peor que los que se habían enterado la noche anterior.
Pero todavía no acaba aquí la cosa, porque ya se sabe, si algo puede ir a peor, irá a peor, y hubo padres que se fueron al trabajo dejando a sus crías terminando el desayuno y en la creencia de que luego cogerían el autobús para ir a clase, algunos incluso salieron al mismo tiempo que los niños o los dejaron en la parada camino del trabajo, como mi compañero, que dejo el suyo al cuidado de una señora que también espera con su niño en la misma parada y se entero a las 10 y media de la mañana, por una llamada de esta señora, diciéndole que fuese a recoger al niño, pues no había habido clases.
O sea que, hubo de todo. Padres que no sabían como arréglaselas para cumplir con sus obligaciones en sus trabajos y, al mismo tiempo, recoger a sus niños. Niños perdidos en las paradas esperando autobuses que nunca llegaron. Madres que habían dejado al niño camino del colegio y mas tarde se enteraban que no había clases, ¡susto! ¿Y donde carajo esta el niño entonces?
¿Y del temporal? Ni rastro, no llego hasta la noche siguiente y menos mal, pues de haber llegado el viernes como se pronostico, con todo este cacao montado por la “Xunta”, seguro que hubiésemos tenido que lamentar más de una desgracia.
¿Y la clase privilegiada?, congratulándose y diciéndose que, lo que se había hecho, bien hecho estaba, pues mas vale prevenir que lamentar. ¿…?
Vamos a ver señores de la Xunta esa, cuando ustedes quieran cerrar las aulas porque se avecina un temporal, un tsunami, o el “moño” de mi tía, háganlo, pero háganlo con tiempo. Si no lo han hecho y el tiempo se les ha echado encima como sucedió el viernes, pues entonces su deber es informar y recomendar a los padres que no manden a sus niños a la escuela porque se acerca un temporal o por lo que sea, pero ustedes, tanto los profesores, como los conductores de autobús (y estos no tuvieron culpa alguna, solo se limitaron a hacer lo que se les mando) tienen que estar allí, al pie del cañón, como el común de los mortales, para recibir, informar y cuidar a aquellos niños cuyos padres no se hubiesen enterado, y en vez de eso, ¿Qué hicieron? se quedaron en casita con el culo caliente, mientras todos los demás, nos estresábamos y nos cabreabamos, pero ¿Qué mas da? A ustedes eso les da lo mismo, a la fin y a la postre, ustedes son la clase privilegiada y a nosotros, los currantes de infantería, a los que siempre nos toca jo… fastidiarnos y a tragar bilis y si tienes un problema… opérate.