Las amenazas estratégicas contra Europa han provenido siempre de Oriente.
Aun con la caída del dictador egipcio Hosni Mubarak y el tunecino Ben Ali, la chispa revolucionaria sigue avanzando como un reguero de pólvora por el mundo árabe.
Y ya tenemos a la atontada y bobalicona Occidente, viendo todo esto como un canto de los pueblos por la libertad. El triunfo de la lucha de los humildes contra los opresores. El grito de un pueblo que prefiere morir de pie que vivir arrodillado y bla y bla y bla.
Todo de un bonito, heroico y melodramático que te cagas, pero mucho me temo que en el fondo la cosa no sea tan así.
Ojalá fuera así. Ojalá todo esto desembocara en unas elecciones democráticas que llevasen a estos países a gozar de una verdadera libertad.
Pero, desgraciadamente, mucho me temo que detrás de todo este follón esté el “islamismo radical”
Es verdad que ahí hay gente que de verdad lucha por la libertad. Gente que no desea para sus países ni autocracias, ni teocracias y es por eso que a los islamistas la cosa se las ha ido un poquito de las manos y la chispa ha prendido también en uno de sus feudos, Irán, pero me apuesto mi colección del Guerrero del Antifaz, que le dio al moro y al turco las de él y las del pulpo, que ahí va a ser el único sitio donde no triunfa la revolución.
En los demás va a triunfar; y entre todo el tumulto, mientras a occidente se le cae la baba con la envidia, por ellos no tener una revolución así para poder también jugar a héroes, que eso siempre queda muy bien y muy chic para contar luego, los partidos islámicos –los únicos organizados- se harán con el poder y antes de que nadie se dé cuenta, Europa se verá rodeada de países gobernados por “islamistas radicales” que tendrán al mundo en general y a Europa, empezando por España e Italia, en particular, cogidos por donde más duele.
Y aquí quiero recordar lo que escribió don Ricardo de la Cierva en su libro, “Historia total de España”: Debemos notar que las amenazas estratégicas contra Europa han provenido siempre de Oriente y a veces se han complementado con la amenaza africana.
En Oriente se fraguó a distancia la invasión de los persas contra las ciudades de Grecia donde nacía la civilización occidental y luego la de los barbaros contra el Imperio Romano; de África saltaron el Estrecho los musulmanes en el año 711, que no se dirigían solo a España sino a Europa hasta la victoria de Carlos Martel en Poitiers.
Luego siguieron las invasiones de los imperios africanos, musulmanes y fanáticos, almorávides, almohades y benimerines.
Los turcos, islamizados y seguidores del Profeta, acabaron con el Imperio romano de Oriente en 1453 y desde entonces, convertidos en la gran potencia naval del Mediterráneo, intentaron simultáneamente la invasión en tenaza contra la Cristiandad por el valle del Danubio y la de Italia y España.
En nuestro tiempo la invasión de Centro Europa se produjo desde la URSS entre 1944 y 1948 y se mantuvo pendiente hasta le hundimiento del Muro de Berlín en 1989; pero tomó el relevo, ahora desde el sur, la presión del integrismo fanático de los países islámicos, que constituye en este momento una amenaza semejante a las que desde África se abatieron sobre España en la Edad Media.