Principio de Peter...
"I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat."
No tengo nada que ofreceros excepto “sangre, esfuerzo, lagrimas y sudor”, así empezaba un discurso que Winston Churchill dirigía a los británicos en el momento de asumir su cargo, como primer ministro, en plena Segunda Guerra Mundial.
Y, exceptuando lo de “sangre”, así hubiesen haber sido las promesas que Mariano Rajoy nos hacia cuando trataba de vendernos aquella moto de que, si él ganaba las elecciones, España saldría de la crisis como una ídem.
Porque esa, hubiese sido la verdad.
Pero nos vendió una moto que, cuando tratamos de arrancarla, nos dimos cuenta, él también, que no iba ni a pedales.
Y ahora se encuentra con que para tratar de arreglar el desaguisado en que estamos metidos y siguiendo la directrices de Bruselas, o sea de Europa, tiene que hacer exactamente todo lo contrario de lo que dijo.
Y se ha puesto a hacer recortes y subida de impuestos sin miramientos ni compasión de nadie.
Pero, desgraciadamente, todos estos sacrificios hasta el momento han sido en vano puesto que los mercados siguen sin confiar en nosotros y cobrándonos la deuda a precios desorbitados.
Y ahora se encuentra que tiene dos problemas: España no consigue salir del bache y la calle está a punto de explotar.
Y es en este punto donde el señor Rajoy ha alcanzado lo que se ha dado en llamar el principio de Peter.
“En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse”.
Y aquí es donde se encuentra en este momento el señor Rajoy, en su nivel de incompetencia.
O sea, que en este momento no tiene ni pajolera idea de que hay que hacer para arreglar esto, si me lo permiten, juraría que, ahora mismo preferiría ser cualquier cosa menos Presidente del Gobierno de España.
Pero que nadie se ponga estupendo y comience a hacer cábalas y empiece a darle vueltas a que, “este tendría que dimitir y otro coger las riendas y tal y cual”, puesto que, en toda España, no hay nadie en este momento, que tenga una idea mejor que la que tiene Rajoy.
O sea, en toda España y quizás en toda Europa, no hay nadie que tenga ni la más pajolera idea de como salir de este atolladero, por lo tanto, es igual que Rajoy dimita, que se quede, que se ponga a bailar el twist o que se vaya a contar nubes como el otro.
Así que, hasta aquí es a donde llega, más o menos, la parte que le toca a Rajoy.
De aquí en adelante, si queremos salir del hoyo, tendremos que hacerlo nosotros mismos y para eso hace falta que todo el mundo arrime el hombro.
Y tenemos que asumir que la cosa, donde no puede ser, no puede ser.
Y vamos a mirar a los que protestan y ¿por qué protestan?
Los mineros:
Los mineros protestan, no tanto por miedo a perder su trabajo, sino por miedo a que sus hijos no vayan a encontrar uno.
Exclamaba uno de ellos el otro día: “Mi abuelo fue minero, mi padre fue minero, yo fui minero, y ahora, si cierran las minas ¿Que va a ser mi hijo en el futuro?”Pues sintiéndolo mucho tío, debo decirte que: cualquier cosa menos minero.
El carbón español, nos está saliendo el doble de caro que el carbón importado.
Por tal razón, hace años que los mineros están recibiendo subvención tras subvención tratando de que se reciclen y se conviertan en otra clase de mano de obra.
Pero como por arte de magia, como tragado por el negro hueco de la mina, el dinero de las subvenciones ha ido desapareciendo, diluyéndose, mientras los mineros siguen ahí imperturbables y reclamando para ellos y para sus hijos un puesto de trabajo que, al parecer está muy bien remunerado, con una jubilación prematura y una pensión dorada.
Unos privilegios estos, que los demás españoles tenemos que sufragar.
Y, en este momento, con la que está cayendo, ni España puede pagar un carbón al doble de su precio ni ningún español está dispuesto a pagar el doble por la tarifa de la luz, a fin de que estos señores puedan disfrutar de esos privilegios.
Luego los funcionarios: los funcionarios, y que nadie meta en este saco a los médicos, policías, enfermeras, bomberos, etc., no. Nadie de nosotros se refiere a estos como funcionarios, sino a esa horda inmensa que pulula con un papel en la mano por los despachos de las innumerables administraciones del Estado, de los ayuntamientos, de las Juntas, Xuntas, Generalidades etc., de esos es de los que hablamos cuando decimos funcionarios. Estos se quejan, al parecer, porque les han quitado la paga extra de Navidad. Pues en realidad, aquí Rajoy hizo mal, porque no debiera haberles quitado nada sino despedido a la mitad y hacer que los demás currasen un poco más.
Y a ver si lo hace, a ver si es capaz de barrer ahora con las administraciones del Estado, cortar los ayuntamientos a una tercera parte, desmantelar la tropecientas empresas publicas y deshacerse de las, en mala hora creadas, Comunidades Autónomas, verdadera lacra para la economía, el bienestar y la estabilidad de este país.
A ver si es capaz, en el proceso, de recortar las subvenciones dadas al cine, a los sindicatos, (el que quiera un sindicato que se los pague de su bolsillo) a los artistas varios y a un sinfín de entes y organismos que en la mayoría de los casos las destinan al medro personal de sus directivos y otras, las invierten en proyectos disparatados.
Y al final están los “indignados” “perros flauta” y faunas varias.
Estos son los profesionales de sembrar el caos, la carroña del sistema, buitres siempre al acecho para lanzarse sobre el cuerpo del moribundo.
Gentuza que, cuanto más pronto sean desalojados de las calles tanto mejor.
Y, quizás, si es capaz de llevar a cabo todo esto, España sea capaz de salir del bache.
Y, a ver si, también, los pocos españoles que todavía quedamos con algo de sentido común, apoyamos a Rajoy en este proyecto, pues de otra forma nos vamos al fondo sin remedio.
Porque, redios, mira que es fácil de entender: No hay dinero, no hay ni un céntimo, el Estado tiene dinero para pagar los próximos 60 días, luego o se declara en banca rota o tiene que volver a pedirlo prestado a más de un 7 por ciento, (de momento) luego será a un 8%, a un 9%, etc., hasta que llegue un momento en que estaremos tan empeñados que ya los mercados no querrán prestarnos más y punto, y ya será la ruina total.
Hay también quién cree que la solución sería la salida del euro.
Pero lo que de verdad conseguiría una salida de la zona euro sería crear inflación, aparejada a la pérdida del nexo que ayudaba a consolidar la democracia y dar al país un sentido de propósito y de rumbo. En caso de volver a la peseta perderíamos todo lo anterior y, al mismo tiempo, habríamos hecho muy poco para enfrentar los problemas que encaramos (un gran sector público, un débil sistema recaudatorio, un país altamente endeudado, la más alta tasa de desempleo de la zona euro y muy poca industria, etc.) La salida de la Eurozona sería una catástrofe que no haría sino acrecentar los problemas de España a límites más allá de cualquier posible recuperación.