Sunday, June 30, 2013

Julia, la Rahola y toda esa gente justa.


¡Qué vergüenza! ¡Qué bochorno!

Es inadmisible todo el tejidillo que se traen entre manos Hacienda Pública, Montoro, los Notarios, el juez Castro, con todo este asunto de adjudicarle a la Infanta Cristina, la venta de unas fincas que nunca existió.

Pero vamos a ver: ¿Qué pasa con la Familia Real, les ha mirado un tuerto o han roto todos los espejos de palacio?

Porque primero fueron todas las desventuras que se cebaron sobre su majestad el Rey, luego el marrón en el que se ha metido, él solito, el Urdanga, luego, no hace mucho, incluso le llegó una multa de tráfico a la Infanta Elena por haber sido pillada, sin carnet de conducir, conduciendo un tractor y luego viene esto de la supuesta venta de unas fincas por parte de la Infanta Cristina y que, al parecer, de lo dicho, nada de nada.

A ver: ¿todavía queda alguien a estas alturas que piense que todo esto es una casualidad?

Porque yo estoy cada día más convencido que aquí hay una mano, o manos, negras que se han propuesto acabar con la realeza en España y lo van a conseguir.

Y la verdad, no les va a costar mucho, puesto que en este país, un país de chusma donde los haya, un país donde nos gusta linchar a los personajes importantes más que a un tonto un lápiz, lo tienen tirado.

Sin ir más lejos, estos días se llena el twiter con comentarios sobre el asunto, pero, la mayoría, no son  tratando de defender a la Infanta injustamente acusada, no, sino muy al contrario,  insinuando o simplemente diciéndolo sin tapujos que alguien está tratando de encubrir a la Infanta y por lo tanto ocultando pruebas.

Y estos, esta chusma, son los mismos que al hablar del problema de Messi o del cocinero Sergio Arola, con hacienda se la cogen con papel de fumar.

Un ejemplo el que escuché el otro día a la señora Julia Otero en su programa de Onda Cero, Julia en la Onda: Estaba la señora Otero comentando el asunto Messsi con un fulano que ella lleva al programa todas las tardes para que ilustre el tema del día y preguntaba la señora Otero: -Entonces los de Messi parece que se va a arreglar, ¿No? Parece que va a  pagar y  en paz.

Si le respondía el otro, Messi es un futbolista que está en la cumbre de su carrera y a esta gente no le interesan estas controversias puesto que dañan su imagen, entonces se ha decidido a pagar y listo, sin armar mas gáleo.

-¿Y a usted qué le parece esto que hace Hacienda con Messi, bien o mal?

Mire, sea uno quien sea, los impuestos a Hacienda hay que pagarlos, si alguien no lo hace, entonces está robando a todos los españoles.

-Bueno, ¿y es un buen bocado, no, 15 millones?

No, van a ser 25, puesto que ya ha pagado 10.

-Bueno, responde Julia, tratando de exculparlo una vez más, ojala hicieran todos como él.

Vamos a ver señora Otero, ya sé que no se le pueden pedir peras al olmo, pero a ver si se lo puedo poner fácil: Messi, no hace señora Otero, le han obligado a hacer.

Messi paga porque fue pillado con el carrito del helado y ahora le obligan a pagar, si no hubiese sido pillado, se hubiese largado con sus millones a su Argentina natal. ¿Lo coge usted señora Otero?

¿O se lo dibujo?

Y ayer tenían que ver a la señora Pilar Rahola en la televisión, en el programa “El Gran Debate”, creo que se llama así, tratando de defender lo indefendible en el caso Sergio Arola.

Para esta señora todo lo que sea catalán, y el cocinero lo es, tiene patente de corso.

Decía la señora Rahola, con unos argumentos tan consistentes que bien podrían haber salido de mi loro, que la Hacienda Española estaba penalizando la excelencia.

Por dios señora Rahola, este señor, no ha pagado ni a Hacienda, ni a la Seguridad Social y por eso le han cerrado el restaurante. Ni más, ni menos.

Si a este señor tan excelente, mediático, vanguardista, etc., no le da el negocio para pagar sus facturas, pues que cierre y en paz. Hacienda y la Seguridad Social la tiene que pagar todo el mundo y punto.

Pero claro, la señora Rahola no lo ve así. Hacienda tendría que cobrarle a todo el mundo, no hay más que verla cundo se trata del asunto de la Infanta,  pero eso si,  si se trata de un catalán, entonces aquí habría que hacer una excepción, faltaría más.

Pero es que hay personas que para ser ecuánimes, imparciales y justas, tendrían que volver a nacer mil veces y ni aun así.

No es que no quieran, es que no pueden. No son capaces de ser de otra manera, está en sus genes.

Sunday, June 09, 2013

Los jueces y el síndrome de la “garzonitis”


 
 
Fue en un discurso de Fin de Año cuando el Rey dijo aquello de que: “la justicia en este país debe ser igual para todos”.
Esta sentencia muy pronto causo furor en la calle. Estuvieses donde estuvieses o fueras don fueses, nunca faltaba el cerebrito de turno que te la recordaba, añadiendo: “si, si, igual para todos, ¿Y qué pasa con la infanta Cristina y Urdangarin, también para ellos va a ser igual?”
Y aquí se quedaban con el ojo avispado como señal inequívoca de que ellos, los que te hacían esta pregunta, sabían de antemano que ley en este caso no iba a ser igual para todos, puesto que estos dos, por ser quienes eran, se iban a escapar de rositas.
Y si en algo parecen haber acertado, es en que, efectivamente, en este caso la justicia no parece ser igual para todos, sino que con esta pareja se nos atoja que la justicia parece estar actuando con mucha más dureza y de forma más implacable.
Y que nadie se vaya a creer que los estoy disculpando ni mucho menos, no, especialmente al Urdanga, que, al parecer, nos ha salido un pájaro de cuidado.
Pero, ¿Y la Infanta?
¿Es la dureza con que el Juez Castro busca su imputación en el caso Nóos, celo justiciero o simple ensañamiento?
Porque, veamos: Primero fue la decisión del Juez Castro de imputar, así por las bravas, a la Infanta en el caso Nóos. Imputación que fue suspendida por La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Baleares.
Entonces el Juez, sin desanimarse en lo más mínimo, decide investigarla por posible delito fiscal y pide a la Agencia Tributaria un informe sobre la declaración de la renta de la Infanta.
-Por un delito fiscal consiguió la justicia americana enchironar a Al Capone-
Pero si para el común de los españoles solo se le puede rastrear en su declaración de la renta cinco años en retrospectiva, o sea, hacia tras, para la Infanta fueron diez.
Y, al final, la Agencia Tributaria no encontró nada ilegal.
Y otra vez, el Juez Castro, inasequible al desaliento, pide que se haga una nueva investigación, pero ahora desde el 2002.
-Sugiero que la investigación se lleve a cabo desde 1965, año de nacimiento de la Infanta, así seguro que no se nos escapa nada-.
Y es verdad, la justicia tiene que ser igual para todos, sin quedarse corto con nadie, pero tampoco pasarse.
Y aquí, con todos los respetos, el Juez Castro, creo que se está excediendo un poquillo.
Y que nadie piense que yo crea que el Juez tenga una inquina personal hacia la Infanta o la Familia Real, no, lo que pasa es que el Juez Castro, me temo, está siendo víctima de una “garzonitis” aguda.
Esto es: un oscuro funcionario, en sus cuarenta y pico o quizás, como en este caso, ya pasada la cincuentena, que ve que la vida pasa ante él sin pena ni gloria, de repente le toca un caso que lo pone en la cresta de la ola, objetivo de millones de focos y con su imagen abriendo los telediarios un día sí y otro también y el “nachiño”, se siente como una prima dona. Se cree Maurinho, pero sin pelota. Algo así como le sucedió a Chiquito de la Calzada, pero en Juez.
¡Vamos!, como un concursante de “Gran Hermano” que consigue llegar a colaborador de “Sálvame”.
Y esto de la “garzonitis” no es algo que le haya afectado solo al Juez Castro, no, esto un síndrome que últimamente viene afectando a la mayoría de los jueces en cuyas manos caiga un caso que sea el foco de atención de los medios informativos.
Y es que perece como si los jueces tan pronto como ven que su nombre y su imagen aparecen en los rotativos, perdiesen la noción del tiempo y de las cosas y empezasen a preocuparse más por la opinión que los medios tuviesen sobre el caso en cuestión y sobre su persona que en hacer justicia.
Y de esto no se salva nadie, desde la Audiencia Nacional hasta el Constitucional, pasando por el Juez Ruz, sin olvidar a Elpidio que acaba de entrar en faena o cualquier otro que se haya visto envuelto de un caso de estas características.
-Exceptuando al Juez Bermúdez, éste ya salió así de serie-
Y es que visto desde afuera, uno tiene la impresión de qué, cuanto más importante sea el personaje que se está juzgando, más empeño ponen los jueces en dar una lección para regocijo de la plebe, y la plebe suele creer que un juicio solo es justo cuando el personaje importante es condenado a una severísima pena, si es absuelto entonces la plebe dirá que la justicia es una trampa y un fraude.
Pero los jueces no están aquí para dar lecciones, escarmientos o demostraciones grandiosas ante la plebe y buscar así su aprobación y aplauso, están aquí para implementar justicia y punto.
Afirmaba hoy González Pons que, no debemos juzgar a los árbitros.
“Se puede compartir o no y para eso están diseñados los recursos oportunos, pero tenemos que acatar lo que deciden los jueces porque tener árbitros y respetarlos es una de las reglas del juego de la democracia".
Pues precisamente por eso Señor Pons, porque vivimos en una democracia, se puede criticar a los árbitros.
Nuestra democracia se basa en tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, y cualquiera de ellos puede ser criticado si se considera que no lo está haciendo bien.
Si esto no fuere así, si alguno de estos poderes no pudiere ser criticado, entonces viviríamos en una dictadura. ¿No?
Pero claro, quizás todo esto sean imaginaciones mías y los jueces estén todos actuando con la mayor profesionalidad, la calma y la cabeza fría de siempre, quizás.