Maveriks, Mas, encapuchados y otros becerros.
Debajo de uno de los múltiples artículos que se escribieron
sobre la muerte de Suarez –uno titulado: Él fue el artífice de la democracia-
yo escribí lo siguiente:
No fue el artífice de la democracia, ni mucho menos.
Le tocó vivir los momentos de la “transición” y, como tanto
la izquierda, como la derecha o los nacionalistas, estaban avisados de que de
barullo nada de nada o se las tendrían que ver con alguien que estaba por
encima de ellos, se callaron y él salió para delante.
Él fue el primero que empezó a darle prebendas a los
nacionalistas-separatistas y concedió aquello da las autonomías que estos,
especialmente Cataluña y Vascongadas, le exigían.
Creyó que los neutralizaría con su famoso “café para todos”
y lo que consiguió fue convertir España en un Babel.
Dimitió en cuanto las cosas se pusieron serias.
No obstante fue una buena persona.
Descanse en paz.
Bien, aquí quiero reconocer que fui un poco injusto con este
“epitafio” especialmente si comparamos a Suarez con lo que vino después.
Puesto que, sin mencionar a Zapatero y su famosa “cintura”,
tanto Felipe González como Aznar, funcionaron bien y fueron buenos presidentes
cuando obtuvieron mayoría absoluta, y esto es, pese a quien pese, cuando
sacaron mayoría simple le dieron el oro y el moro a los catalanes y vascos a
cambio de votos.
Suarez, en cambio, nunca lo hizo a cambio de votos ni para
beneficio personal o de partido, sino creyendo que ese era el camino a seguir.
El hombre se creyó que aquella derecha que venía del
franquismo y aquella izquierda que venía del exilio o de nuevo cuño, que
también hubo, habían escarmentado y se avendrían a convivir todos juntos sin
armar problemas.
Incluso la derecha, por un tiempo, se creyó lo mismo, que la
izquierda y los nacionalismos, habrían aprendido la lección.
Pero no fue así, el nacionalismo se puso a lo suyo casi
desde el momento cero y la izquierda pronto empezó a enseñar la “camiseta
ensangrentada” y a pedir venganza a la derecha.
El ejército, igual que había hecho antes, trató de poner
remedio al asunto por las bravas, pero el golpe les salió una chapuza,
principalmente gracias al Rey y al propio Suarez y lo que sucedió ya es
historia.
Y en estas estábamos cuando el bueno de Adolfo se cayó del
guindo, igual que nos caímos la mayoría de los españoles, y se dio cuenta de
que en esta España cainita y media analfabeta, “la concordia nunca será
posible” y las dos Españas están para siempre condenadas a zurrarse mutuamente,
como los “dos gañanes” del cuadro de Goya, mientras se hunden en el barro.
Y aquí aprovecho para responderle una pregunta que el señor
Rubalcaba le hizo, no hace mucho, al señor Rajoy.
La pregunta era sobre como el Gobierno debería actuar acerca
de la pretendida, aunque absurda, independencia de Cataluña y la cosa iba así:
Rubalcaba: ¿Si hace 37 años, gente que venía del exilio y
gente que venía de las tripas del franquismo, fueron capaces de sentarse y
hablar y llegar a acuerdos, no vamos nosotros, después de todos estos años de
democracia, a ser capaces de hacer los mismo?
Pues no señor Rubalcaba, no, en aquel entonces, por un
momento y solo por un momento, todos deseaban la paz.
Y no tenían “mavericks” sueltos, como Artur Mas o los
encapuchados de la manifestación de Madrid, 15M, indignados, yayo flautas,
perro flautas, nunca mais, frentes de liberación gallegos y toda esa bazofia,
tratando de echar a perder la manada.
-Maverick: palabra inglesa; se usa para definir a una
persona que actúa con iniciativa e independencia, pero en Estados Unidos, cundo
los vaqueros –Cowboys- trasladaban manadas de reses desde Texas a Missouri, se
le aplicaba a aquel becerro joven y medio tontuelo que se escapaba de la manada
y decidía irse a ver mundo por su
cuenta. A veces estos becerros eran seguidos de varias vacas, nerviosas por
temor a perder a sus crías, esto ponía nerviosas a las demás reses y, si los vaqueros no se andaban con cuidado,
podían poner en peligro a toda la manada-.
Esta segunda acepción es la que yo acudo para definir al rey
Arturo y los mierdecillas de la capucha.
Nota del autor: Rawhide es una serie de televisión de
finales de los 50 y principios de los sesenta, interpretado por Eric Fleming y
Clint Eastwood, para mí la mejor serie, sobre vaqueros, de la historia.
Recomiendo su visualización en you tube.