Un dios tan terrible que manda matar al que no lo adore.
La advertencia del sultán Suleiman el Magnifico no dejaba
lugar a dudas: “En el día de hoy declaro
a todos vosotros, comandantes y demás residentes de la ciudad de Viena: si os
convertís al Islam, nada os va a pasar, vuestras vidas y vuestras posesiones
serán respetadas. Pero en el caso de que opongáis resistencia, vuestra ciudad
será convertida en cenizas en el nombre de Ala, y jóvenes y viejos, serán
golpeados hasta la muerte”.
Era el 24 de septiembre de 1529, y nadie creía que, los
17.000 soldados que defendían la ciudad, pudieran ofrecer la más mínima
resistencia contra la impresionante fuerza de 150.000 otomanos
que asediaban Viena.
Viena, entonces el feudo central de la casa real de los
Habsburgo y el bastión más al este de la
cristiandad, aparecía perdida.
Después de ella, el imperio Otomano podría continuar su
marcha triunfal por toda Europa, sin encontrar ningún otro impedimento.
Llegados a este punto, las cosas parecían más que serias
para los vieneses. El 14 de octubre, después de aguantar unas semanas el
asedio, para quebrantar, aun más, los nervios de la ciudad, los otomanos se
lanzaron al ataque y, usando pólvora, abrieron un boquete en los muros y a él
se lanzaron en tromba los soldados otomanos.
Pero, por un golpe del destino, el boquete resulto ser
demasiado pequeño y los soldados otomanos acaban ensartados en las afiladas
lanzas de los vieneses.
Los asaltantes tratan por todos los medios de ampliar el
boquete y vuelven a usar la pólvora, pero se disparan en el pie, puesto que
tras el estallido, los escombros, piedras y cascotes, causan aun más bajas
entre las filas otomanas que las que habían causado anteriormente las lanzas
vienesas.
Los turcos, completamente desmoralizados y derrotados, se
retiran dando la batalla por perdida. Una vez más, Europa se había salvado.
Según la historiadora Hedda Reindl-Kiel, aquella guerra que
Suliman hacía al cristianismo no era tanto por el deseo de éste de forzar la
islamización del mundo, sino por su afán de conquista.
Pues bien, quizás la citada historiadora tenga razón y el
Suliman este no pasase de ser el típico reyezuelo, emperador o lo que fuese,
con ganas de emular a Alejandro Magno, y conquistar el mundo y que le importaba
la religión un pimiento.
Pero la verdad es que, el islam, el fanático, claro está,
pero que cada día tiene mas seguidores, es una amenaza latente que ha estado
ahí, amenazando a Europa, desde el día de su fundación.
Primero los paró Carlos Martell, en Francia, luego les
ganaron los reinos españoles, bueno, Navarra, Castilla y Aragón, la batalla de
las Nabas de Tolosa y, más tarde, con la caída de Granada, España quedaba libre
de musulmanes, el único país que estuvo dominado por ellos y consiguió darle la
vuelta.
Al final, y con la caída del imperio Otomano en la Primera
Guerra Mundial, y la formación de los dos “bloques” después de la Segunda, la influencia del islamismo decayó hasta el
punto de casi parecer haberse conjurado.
Pero ahora, después de la eliminación sistemática, por parte
de los americanos, de todos los
dictadores del mundo islámico, Husein, Mubarak, Gadafi, etc., casi todos ellos
laicos, el islamismo ha vuelto por sus fueros, con una fuerza y virulencia fanática
nunca antes visto y ahora por fin, los americanos parecen haberle visto las
orejas al lobo.
Y, después de la despiadada muerte del periodista americano
James Foley, emitida por todas las televisiones del mundo, han decidido, al
parecer, conservar en su sitio al último dictador que quedaba en la zona, el
presidente sirio Al Assad, y han comenzado a colaborar con el hombre que hace tan solo un año trataban de
arrojar del poder con todos los medios a su alcance.
Aunque, al parecer, la ONU, no está mucho por la labor de
aliarse con Al Assad. Pues mejor que lo esté y pronto, puesto que, con los
medios que hay actualmente, donde la guerra ya no se queda solo en los frentes
sino que llega a los lugares más lejanos y recónditos, el mundo en general y Europa
en particular están corriendo un serio peligro y, como dijo Winston Churchill,
cuando le preguntaron por qué se había aliado con los comunistas durante la
Guerra, contestó: cuando se trata de Hitler, si tienes que elegir aliarte con
el diablo, pues te alias con el diablo, y esto es lo mismo.
Y esto no es broma, no, viendo el sadismo que el llamado
“Estado Islámico” despliega en sus tropelías, facialmente se puede corroborar que la cosa va muy en serio.
Aparte, occidente tiene otro grave problema, la “quinta
columna”. Esa “quinta columna compuesta
por miles de hijos de islamistas que un día emigraron de su países de origen
para llegar a Europa o Estados Unidos y que ahora se unen al fanático “Estado Islámico”
y que, llegado el momento, no dudaran ni un segundo en atacar al país que les
dio de comer.
-De España, hasta el momento, han salido 51, creo que leí
por ahí, pero en El Reino Unido ya van por los 1500 y las autoridades han
declarado alerta roja, temiendo un ataque-
Ellos son así, son enseñados a odiar a los infieles, que son
todos aquellos que no acepten sus creencias, y a matar por Ala.
-¿Quien no vio el video aquel del padre que le enseña a su
niño pequeño a degollar un muñeco y se ríe a carcajada limpia viendo como el niño
se ensaña con el muñeco?-
A veces me parece increíble que viviendo en el siglo
veintiuno, con todos los adelantos que el hombre ha creado, en todos los
campos, -hemos avanzado más en los últimos 50 años que en todo el resto de la
historia- y todavía haya gente que crea en un dios tan terrible que manda asesinar
a todo aquel que no crea en él y premie
al asesino con un cielo.