El disparate en España, es crónico y endémico
Leo por algún sitio que, según una encuesta, o quizás en más
de una, uno de nuestros políticos más valorados es Alberto Garzón.
Si Alberto Garzón, ese “novicio a curilla”, supuesto líder
de Izquierda Unida y, últimamente, becario en “Podemos”.
Ese “insigne prohombre” que acaba de tildar de golpista al líder
de la oposición en Venezuela, Leopoldo López.
¡Éste Alberto Garzón, es uno de los políticos más valorados
por los españoles…! ¿…?
¿Ustedes lo entienden? Yo, desde luego que no.
El disparate en España, es crónicamente endémico, pero, como
señala Arturo Pérez Reverte, -cito de memoria- “estamos derrochando un grado de estupidez por encima de nuestras
posibilidades”.
Dice un amigo mío que, cada 25 años o así, necesitamos tener
un gobierno de coalición comunista-socialista-nacionalista-separatista, para
recordarnos de que toda esta patulea, supuestamente progresista, apesta.
Después de la muerte de Franco, aquellos viejos políticos, llamados
padres de la Constitución, fueren de derechas o de izquierdas, habían conocido
la calamidad de la guerra, y la dictadura que siguió, como consecuencia de
aquélla.
Habían aprendido en carne propia que no hay que confundir la
vida real con la “religión”. Y escribo religión, porque para muchos sus ideas políticas
son simplemente eso, una religión, un dogma que no hay que razonar ni discutir,
simplemente seguir sin emitir valoraciones.
Y aquellos políticos viejos ahora sabían que los experimentos,
mejor con gaseosa. Por ello, se sentaron a una mesa, lo discutieron y
consiguieron llegar a un consenso. Y así nació nuestra Constitución actual.
Y ahora se ha puesto de moda, es lo más intelectual y lo mas
in, el decir que hay que cambiarla.
Pero nadie dice donde, ni cómo ni por qué?
Solo que hay que cambiarla y punto.
Pero sigamos con lo anterior. Después de aquellos políticos
viejos, llegaron los niños de la posguerra, Suarez, Felipe, etc., que ya empezaban
a olvidarse de la calamidad en la que habían nacido y aunque ya había quien
empezaba a tirar al monte y apuntar maneras, la mayoría, con buen sentido
común, siguió con las directrices que aquellos veteranos de la Guerra, les
habían marcado
Pero el tiempo fue pasando y, ahora, los más veteranos somos
los niños del “baby boom” , esos nacidos entre los años 1945 y 1965, la última
generación que nació sin televisión en casa, la última generación que hizo la
mili con Franco en vida y la generación que era joven cuando éste palmó.
Aquí ya la cosa se disparató un poco, por un lado teníamos a
Rajoy-Aznar, etc., y en el otro Zapatero-Rubalcaba y también etc. No quiero
decantarme aquí por quienes fueron los más disparatados, pero los cuatro que
menciono, son un exponente fehaciente de cómo pensaba y piensa esa España del
“baby boom”.
Y esos, ya con más de 60 inviernos encima, ya hemos empezado
a irnos también.
Pero los que vienen ahora, ¡dios mío, los que vienen ahora!
Esos que se van a una manifestación en contra de “cambio climático”
o cualquier chorrada en la que puede
insultar a la policía, romper escaparates y quemar contenedores, cuando no
coches, y llegan a casa por la noche, se toman una ducha caliente, un yogur de
la nevera y a la cama y, mama, no me llames temprano mañana que hoy he currado mogollón.
Y de esa patulea salen los políticos de ahora, esas jóvenes
promesas: Rufián, Iglesias, Monedero – bueno, éste ya es de la generación
anterior, pero él no lo sabe- Bescansa, Ana Gabriel etc.- Aunque estos últimos,
los nacionalistas separatistas, merecen un capítulo aparte-, y Pedro Sánchez.
¡Hay Pedro Sánchez!
Éste tiene tres prioridades en la vida, a saber:
1º Pedro Sánchez, para Presidente del Gobierno.
2º Pedro Sánchez, para Presidente del Gobierno
3º Pedro Sánchez, para Presidente del Gobierno
Estas son sus tres prioridades y, para conseguirlo es capaz
de prometer, y promete, que decía aquel, vivienda gratis para todo el mundo, un
coche, una tele plana, internet en todos los hogares y el perrito piloto. Y es
que, si se le apura un poco, promete hasta un unicornio en el jardín.
Solo que todo eso cuesta dinero y el dinero no crece en los
arboles, ni siquiera para el Presidente del Gobierno.
Que ya está bien hombre, que el cuento de Robín Hood, esa
estafa socialista, de que quita al rico para dar al pobre, ya ha funcionado
demasiado tiempo. Que eso de que si ellos gobiernan, de un plumazo borran toda
la miseria y la tristeza del mundo, ya no lo compra ni el tato.
Que ya nadie se traga eso de una izquierda buena e
inmaculada contra una derecha malvada y
sucia.
Ni eso otro de que en la derecha está la caverna y en la
izquierda los progresistas.
Especialmente cuando uno mira lo que hay a la izquierda,
Podemos, los separatistas y la CUP, -que ya ni se sabe los que son-
Y ahí está don Pedro, de nuevo, tirándole los tejos a
Iglesias y proclamando que ellos van a resolver el problema catalán, cuando en
realidad no tienen ni la más remota idea de cómo hacerlo. A no ser que, le
vuelvan a dar dinero –ya han empezado a hablar de hacerles una quita de la
deuda, - los Gobiernos de Cataluña, se lo gastan en chorradas y ahora hay que
regalárselo. Ya está bien... ¿no? - pero eso, el darle dinero, no es otra cosa
que acceder al chantaje que, sistemáticamente, desde hace mucho tiempo vienen
ejerciendo sobre los diferentes Gobiernos que hubo en España.
Se callarán por un tiempo pero, como todo buen chantajista,
dentro de un tiempo vendrán exigiendo más.