Demócratas de dirección única.
Hace unos días me encontré por la calle a una antigua
amiga, a la que no veía desde hacía algunos años.
Empezamos hablando de cómo nos había ido estos últimos
tiempos, que tal estaban nuestros hijos, etc. Cuando de pronto y a bocajarro,
me soltó: “veo por tu escritos y tus comentarios en “Facebook”, que estás hecho
un facha de cuidado”.
Así, de pronto y sin
anestesia. Sin rodeos.
-A estos si le quitas lo de facha, ya no tienen argumento-
-Y, además, se conoce que me lee en “Facebook”, y que le
fastidia lo que escribo. Me alegro-
Me alegro, pero que pena de gente. A lo que hemos llegado en
este país.
Vamos a ver: Lo primero que hay que tener en cuenta es que,
vivimos en una democracia –y estos se creen más demócratas que nadie- y cada
uno es libre de tener sus ideas, creencias e ideología política, sin tener que
ser insultado ni vejado por ello.
Segundo: Ante todo está el respeto. El respeto que tú quieres
para ti, tienes que tenerlo tú con los demás.
Yo, que me sé al
dedillo, la ideología política de esta señora. Porque sé que su idea de la
política y de lo que es una democracia, está en las antípodas de la mía. Por
respeto a ella, jamás le hubiese hablado de política.
Sin embargo ella, que se cree una demócrata e intelectual de
cabo a rabo, no tiene ni reparo ni empacho, para que, sin venir a cuento, me
tilde de facha.
Le contesté, que lo que yo escribía se podía argumentar y
rebatir, sin alterarse y con educación, en el mismo lugar en donde ella lo
leía.
Y, además, “Facebook”, tiene una pestaña, donde, si no te
gusta ver lo que alguien escribe, puedes bloquearle.
Guillermo de Cortázar, en su libro, “Bajo el Dios Augusto”,
escribe: -¿Se puede llegar a obviar la utilización que realizan de la historia,
o su negativa a tener en cuenta los hechos?
Seguramente no, pero con una mayor educación y sentido crítico
los españoles pueden distinguir perfectamente si esa utilización tiene como objetivo construir o destruir,
unir o separar, superar problemas o fomentar enfrentamientos cainitas, como la
actual exaltación mitológica de los años treinta del siglo XX.
Todavía hay quien une ser intelectual con una militancia
política de izquierdas, antinorteamericana y antimilitarista, siendo
incompatible cualquier otra adscripción ideológica; olvida que, como advirtió
Camus, el intelectual es aquel que opone resistencia a las corrientes
imperantes de su tiempo, independientemente de su etiqueta política.-
-“Todavía hay quien une ser intelectual con una militancia
política de izquierdas”-
Quizás aquí esté el “quid de la cuestión”, sino para todos,
si para la mayoría.
Hay un motón de gente por esta España nuestra que, aunque
no sepa hacer la o con un canuto, se cree que el hecho de tener una ideología
política de izquierdas los convierte ipso-facto en intelectuales.
Y, como además, su forma de pensar suele ser bastante
rudimentaria y simplistas, van por el mundo creyéndose el culmen de la
democracia, libertarios y poseedores de la verdad absoluta, sin ser capaces de
soportar a nadie que piense diferente.
No se dan cuenta de que, esta forma de pensar y comportase, les convierte a
ellos en los verdaderos dictadores, fanáticos e intransigentes, además de
histéricos y groseros.
Los hace demócratas de dirección única.