Resumen…
Hace unas
semanas, por causas de fuerza mayor, tuve que dejar de relatar mi diario
particular de la cuarentena impuesta por el Gobierno, a causa del Coronavirus.
Hoy he regresado
junto a mi querido teclado y de nuevo me pongo manos a la obra.
Aunque ya es
muy tarde para retomar el relato donde lo dejé, tratare de resumir en unas pocas
líneas lo que nos ha ido aconteciendo durante esta, ahora ya bastante larga,
cuarentena.
Y es al escuchar la radio, cuando oigo
que, aunque haya repuntado un poco con respecto
a ayer, el número de fallecidos hoy ha
sido de 325, y eso, nos dice el fulano que nos lo cuenta, es un buen dato, y es entonces cuando uno se da cuenta de la magnitud de la
tragedia.
Cuál no
sería la intensidad de la miseria, el grado de calamidad, que tuvimos que
arrostrar para que, 325 muertos, nos parezca un buen dato?
A lo largo
de estas semanas el numero de muertos e infectados
no ha parado de aumentar y esto ha ido en paralelo con el número de gente que ha
pasado a engrosar las listas de paro.
Al Cierre de
marzo la Seguridad Social perdía 833.979
cotizantes, que se dice muy pronto. Y el número de personas en paro ya roza los
seis millones.
La patronal está
que trina con este parón total que ha decretado el “Gobierno” de forma
unilateral. Son cientos las empresas que temen que si esto no acaba pronto y el
“Gobierno” no permite volver a trabajar, cuando lo haga ya no habrá a dónde
acudir porque la mayoría habrá echado el cierre para siempre.
En el campo
se pudren las cosechas por falta de recolectores y los pescadores también ven
su trabajo perdido porque ya no pueden vender como antes.
Esto es un
caos, el Gobierno, completamente perdido funciona por espasmos y dando palos de
ciego, y el Presidente Sánchez, atacado por sus propios socios nacionalistas,
que, incluso en medio de esta tragedia, no cesan en su absurda reivindicación
de fabricarse un paisito propio, aparece como una figura solitaria y
desangelada, que hace mucho tiempo ha dejado atrás todo aquel afán que un día
sintió de ser Presidente.
Y, por una
vez, casi siento pena de este hombre que le ha tocado en suerte lidiar con una
de las mayores tragedias, en tiempo de paz, que ha azotado al mundo en general
y a España en particular, rodeado de una caterva de ministros y ministras,
completamente inútiles, que muchas veces constituyen más un perjuicio que una
ayuda. El ejemplo de esto lo podemos ver
con el ministro Alberto Garzón, que nos informaba que habíamos conseguido disminuir las
apuestas deportivas. Toma, y la infidelidad. Ahí tienen, todo un crack, y solo
nos cuesta 8.000 euros al mes.
El único que
disfruta con esto, más que un cerdo en una charca, es el impresentable de Pablo
Iglesias, ese hombre que jamás ha hecho nada por nadie que no fuera por sí
mismo. Ese hombre que habla con voz hueca y grave, diciendo que hay que salvar
al ciudadano y bla, bla, bla.
Ese
miserable, hipócrita y cínico hasta la nausea, está en su salsa.
Él está
tocando con los dedos su sueño dorado, su anhelo mas intimo y profundo,
nacionalizar las grandes empresas. Convertir España en una segunda Venezuela,
con un cerdo gobernando y el pueblo hambriento y arruinado, sin ánimos ni para
rebelarse.