“Pen pushers” Apología a los funcionarios
Hace unos días, salió en las noticias que
un abogado había llamado a la policía al serle imposible, después de tres meses
de intentarlo, hacer cita en la Seguridad Social, para arreglar su pensión.
Y en una situación parecida me encuentro yo
en estos momentos.
Existe un documento que yo, por orden de
ellos, tengo que entregar cada enero en las oficinas de la Seguridad Social, y,
al igual que el señor anterior, he estado tratando todo el mes de conseguir
cita, algo que, hasta el momento, me ha sido imposible.
He probado por internet tropecientas veces
y a todas horas, y nada, la página te lleva en círculo y siempre acabas en el
mismo lugar donde empezaste y sin poder hacer la cita.
He probado por teléfono y no hay
contestación.
Me he acercado hasta la oficina y en la
puerta (cerrada) había varios teléfonos a los que podía llamar para hacer cita
o bien, decía una nota allí colgada, la podía hacer por internet….
-Es
un bucle-
Lo peorcito que funciona en este país, es
el funcionariado administrativo.
Cada año que pasa su número aumenta de
forma exponencial a la deficiencia de su trabajo. A mayor número de
funcionarios menos eficacia y más desespero por parte del sufrido ciudadano.
Y, desde la llegada de internet, la cosa ha
empeorado a la enésima potencia.
Para hacer una cita por internet para un
banco, un abogado, una agencia de viajes, etc., es un juego de niños.
Para hacer cita por internet - única forma
en que ya la "dejan" (se supone) hacer- para un estamento público,
guardia civil, policía, ayuntamiento, seguridad social, extranjería, etc., se
necesita una carrera mayor. En las dos últimas, además, ya necesitas un
ingeniero en sistemas informáticos y que la suerte, un ángel o Dios en persona,
esté contigo.
Sus aplicaciones, parecen haber sido hechas
por un sádico, un loco y un borracho.
Entras en una página para hacer una cita y
te dicen todo lo que puedes hacer por internet en esa oficina, -al parecer puedes
hacer de todo - pero no te dan un maldito link –enlace- para entrar y hacer la
maldita cita.
Y, si por casualidad y con mucha, mucha
suerte, consigues entrar y hacerla, va a ser, como mínimo, para dentro de
cuatro o cinco meses, aunque lo que quieras solicitar lo necesites urgentemente
para dentro de un día, una semana o un mes, no importa, si es así estás jodido.
Por motivos personales he estado bregando
con ellos los últimos cinco años y les he cogido tal aversión que, cuando
alguien me dice que es funcionario, dejo de hablarle.
NOTA:
Cuando hay una crítica en contra del
funcionariado, alguien, sibilinamente, trata de meter en el mismo saco a
colectivos como: policía, Guardia Civil, médicos, bomberos, enfermeras, etc.,
etc.
Y no, no, no, no hablamos de esos. Esos no
son funcionarios, esos son profesionales que trabajan para el Estado y merecen
todo nuestro cariño y nuestro respeto.
El funcionario es un ejemplar que tiene su
hábitat natural en una oficina de un ayuntamiento cualquiera, de una oficina de
una comunidad autónoma o de una oficina estatal, da lo mismo, te recibe detrás
de tres mamparas de polietileno –creo que se llama así-, no es responsable de
nada, él o ella, solo trabajan allí, siempre te dice que te falta un papel y,
salvo honradas excepciones, tiene nulo sentido común.
En Inglaterra, país donde gozan de la misma simpatía que aquí, les dicen “Pen Pushers”