Thursday, May 23, 2013

La bimasa, los coches, los talleres mecánicos y la madre que los confunda a todos.


Hoy vengo que echo chipas. He tenido una bronca monumental con el taller mecánico donde “repararon” mi coche  y estoy que muerdo.

Todo empezó hace unos días, cuando mi coche se quedó sin embrague. Notaba yo, hacia ya unos días, que las marchas no entraban bien y el otro día de pronto, dejaron de entrar del todo y me quedé tirado, menos mal que estaba dentro del pueblo, eso es, el pueblo donde yo vivo, y como dice el refrán: una avería en casa es media avería. Total que llamé a la grúa y le pedí que me llevasen el coche al taller oficial de la marca, yo para estas averías gordas prefiero trabajar con la casa, creo que es más seguro, o por lo menos eso creía hasta ahora.

Acompañé la grúa al taller y allí les hice entrega el coche, que me recogió el jefe del taller, el cual, echando su experta mirada a todo el asunto, diagnosticó al momento que, efectivamente, era un fallo total del embrague.

Tomó los datos de la documentación del coche para preguntar a la casa proveedora de la pieza por el coste de esta y que luego más tarde me llamaría para darme el presupuesto final de la cosa.

Afectivamente, me llamó al cabo de un par de horas, o algo así, para comunicarme que el presupuesto ascendía a unos 750 euros, caro me pareció, pero bueno si no hay más remedio sea.

 Bien, me dijo, vamos a pedirla y tan pronto esté listo te avisamos.

 Vale, dije, adelante.

Al día siguiente recibo una llamada de ellos, hombre ya está listo, pensé, que bien. Pero no, la llamada es para informarme que la cosa es peor de lo que se pensaba al principio, puesto que también se le había ido el volante, que en realidad había sido el causante de toda la avería, y que también habría que reponer.

¡La leche! Dije, y a cuánto va a ascender la cosa ahora, a 1350 euros, me responde el tipo que, al parecer, ya lo tenía todo mirado.

¡Puuff! Y yo me quejaba antes.

¿Pero ese volante, es el volante de inercia? Pregunto. Algo de motores entiendo, no mucho, pero algo sí.

Si, ese es.

¿Pero ese volante se rompe? Vuelvo a preguntar.

Sí, me responde, no es muy frecuente, pero se rompe.

¡Vaya hombre, mi suerte!

Le doy vueltas a la cabeza durante un par de minutos, vuelvo a resoplar otras dos veces y digo: bueno, pues si hay que hacerlo, hagámoslo.

Vale, me dice, ya le avisaremos cuando esté listo.

Más tarde un coleguilla me informa que está misma avería ya le había pasado también a él, pues al parecer, los coches actuales, o sea, los más modernos ya no vienen equipados con los antiguos embragues de muelles, puesto que al parecer han inventado algo nuevo que se llama bimasa, donde el embrague y el volante forman un mismo cuerpo y que la cosa no funciona muy bien y está dando unos palos y unos disgustos del copón.  

Pero bueno, el tío del taller que me recogió el coche el primer día ya sabría esto ¡Supongo!

Él trabaja en los mismos coches todos los días, por algo lo llevé a la casa oficial de la marca del coche. ¿Entonces porque no me lo dijo desde el principio?

Bueno, en fin, pasa todo otro día sin noticias del taller y al siguiente, justo al comenzar la jornada, recibo otra llamada : Oye, me dice el tío, hemos encontrado que una bieleta de la dirección está muy machacada y es necesario cambiarla.

-¿Y eso cuánto vale?

Cuarenta euros, y no te cobramos la mano de obra.

¡Madre mía! esto se pone serio. En este punto ya empiezo a intuir que de aquí voy a salir muy quemado.

Bueno, pues cambiársela, respondo.

 

Pasa toda la mañana y a primera hora de la tarde, me vuelven a llamar y esta vez para informarme que, el coche ya está listo y lo puedo ir a recoger cundo desee.

¡Menos mal!

Paso por allí esa misma tarde al terminar el trabajo. Me llego a la recepción y me recibe el recepcionista que, muy amable, me confirma que el coche está listo y me da la factura, que no pasa del último precio acordado y, en cierto modo, me siento aliviado de que la cosa haya terminado sin otro contratiempo.

Tomo el coche y me dirijo a mi casa, pero nos había ni conducido 200 metros cuando empiezo a notar que el coche tuerce hacia la derecha. Al principio creo que son cosas mías y sigo conduciendo, pero al rato  ya estoy completamente seguro de que, efectivamente, el coche tira hacia un lado.

No me preocupo mucho, la verdad, será algo menor, pienso, mañana iré a verlos y se lo digo.

Es al día siguiente, cundo al coger el coche, me doy cuenta que no soy capaz de meter la marcha atrás.

Voy al taller como un tiro, y allí me dicen que, ya lo sabían y es que le hace falta cambiar el bombín del embrague.

¡Ya lo sabían! ¿Y por qué no me avisaron?

-Bueno es que creímos que podría valer así.

¿Y cuanto va a costar el bombín ese?

-Entre pieza y mano de obra, unos 140 euros más o menos.

Bueno, pues venga, pónganselo.

Al día siguiente por la tarde vuelvo por el taller.

Lo de tirar para un lado la dirección, solo era cuestión de equilibrarla y ya está listo.

 ¿Y lo de la marcha atrás? Pregunto.

También está listo.

Esta vez, desconfiado, antes de pagar voy a probar el coche, lo de la dirección va más o menos bien, pero lo de la marcha atrás sigue prácticamente igual.

Entro en el taller: la marcha atrás sigue igual, digo.

-Sí, sigue igual, me informa el tío, es que posiblemente sea desgaste del cambio.

Entonces lo del bombín fue inútil.

-No también le hacía falta cambiárselo y lo hemos hecho.

¡Que iba a hacer falta!.

Ese fue un trabajo inútil y yo no pienso pagarlo.

Llaman al jefe del taller, que acude en el acto.

El tío trata de convencerme de que si, que hacía falta cambiar el dichoso bombín, -aunque el trabajo no haya servido para nada-, y  que tengo que pagarlo.

Se arma allí una bronca de cuidado, donde ellos me dicen que tengo que pagar y yo que no.

Y, al final, todavía no sé por qué, acabo pagando 130€ que es el coste de la pieza y, según ellos, solo, media hora de mano de obra.

Les digo que me miren bien, que es la última vez que me van a ver por el lugar.

Les digo, también, que solo hay dos colectivos en este país que no asumen sus equivocaciones: los bancos y los talleres mecánicos.

Los bancos, que te dejan una hipoteca sobre una casa de la que, si luego de desahucian y la casa ha bajado de precio en el mercado y no consiguen venderla por el importe que todavía les debes, te dejan todavía con la deuda encima o en otros casos, para cubrir sus pérdidas, timan con las preferentes a gente que confiaba en ellos, o le hacen una quita a las cuentas de ahorro de sus clientes. O sea, que cogen el dinero de quien sea menos de sus dividendos, que reparten sumas millonarias.

Y los mecánicos que, te hacen una reparación que queda mal y siempre te van a decir que lo que falla en el coche es otra cosa.

Les importa un bledo, creo.

¡Y este es un taller oficial de la marca!

Y allá me voy, con el coche roto y menos 1520 euros.

Friday, May 10, 2013

Pablo simpatizante del 15M


Bien, han tratado de hacerlo otra vez y les ha vuelto a salir el tiro por la culata. Han vuelto a fallar.

Y no, no hablo del Real Madrid ni del Barcelona, que han visto como sus ambiciones por ser los próximos capeones de Europa se le ponían un poco más lejos, pero esa es otra.

Hablo de esa pandilla, de esa chusma que la semana pasada, y por las bravas, quiso asaltar el Congreso.

Vamos a tumbar el “régimen” e instaurar un gobierno popular y de transición, clamaban.

Así, con un par y sin anestesia.

Por dios, ¿pero esto está sucediendo realmente en España?

¡A lo que hemos llegado Dios mío!

A consentir que una pandilla de facinerosos, pagados vete a saber por quien, traten de asaltar un Congreso, elegido libremente por todos los españoles, y que lo tomemos con tal filosofía, con tal tranquilidad, como si en la televisión estuviesen retrasmitiendo un encierro de los San Fermínes, por poner un ejemplo.

Menos mal que al final, y gracias al gran despliegue policial, la cosa no pasó a mayores y los pandilleros, “demócratas del coctel molotov, la barra de hierro y la navaja”, se tuvieron que lagar con el rabo entre las piernas y sin haber logrado ni la más mínima simpatía hacia su causa.  Si algo consiguieron fue  lograr  la más completa indiferencia por parte del resto de los españoles que los estábamos viendo a través de la televisión.

Yo estuve siguiendo el asunto durante parte de la noche a través del canal “Intereconomia” en su programa “El Gato al Agua”.

Y trajeron, como invitado especial para esa noche, a un fulano llamado Pablo Iglesias, ¿no sé si tendrá alguna relación con el ínclito fundado del PSOE?

Lo que sí sé es que, el tal Pablito, aunque todavía muy joven, ejerce, al parecer, como profesor interino de “Ciencias Políticas” no sé en qué Universidad.

¿Y si este fulano es el profesor? No me extraña que la mayoría de nuestros jóvenes salgan de la universidad medio zumbaos.

Se escandalizaba el tío de que el Gobierno hiciese tal despliegue de fuerzas del orden, hasta tal punto, decía,  de que el número de policías sobrepasaba al número de manifestantes y eso, según su punto de vista, era un derroche del dinero de los contribuyentes.

Le explicaba Alejo Vidal Cuadras que, una confrontación se evita precisamente con un despliegue de una fuerza igual o  mayor.

O sea, que si esas fuerzas estaban ahí en esa proporción era, precisamente, para  de disuadir a los manifestante de no tratar de hacer alguna barbaridad que más tarde hubiese que lamentar, y que la cosa no fuese a mayores, tal como sucedió, y no para machacar más y mejor a los manifestantes, como trataba de implicar Pablito.

Y le seguía diciendo: si tú eres un profesor de Ciencias Políticas, tendrás que explicar a tus alumnos las cosas con algo de rigor y razonamiento y lo que acabo de decir es algo tan básico como el respirar, ¿No lo comprendes?

Pues no, el bueno de Pablo no lo comprendía.

Para él, allí tendría que haber habido una fuerza ínfima de policía, que hubiese podido ser machacada por la turba y que hubiesen tomado el Congreso por asalto y quizás pasado a navaja a varios diputados y quemado el edificio con el resto dentro y entonces hubiese triunfado el pueblo, la libertad y la democracia y ponía por ejemplo la Revolución Francesa.

Je, je, ¡La Revolución Francesa!

¡Hay que joderse!

Mira chaval, de la Revolución Francesa, con su tan cacareada toma de la Bastilla por el pueblo, donde, por cierto, solo había siete presos comunes, solo puede aprovecharse el hecho de que fue el germen que fundamentó los Derechos del Hombre, al Cesar lo que es del Cesar, aparte de eso, la Revolución Francesa fue un fracaso como la copa de un pino.

La Revolución Francesa, convirtió Francia en un baño de sangre, lo que se conoce como el Reinado del Terror.

Comenzaron guillotinando al rey Luis XVI, y, como las cosas, si durante el reinado de Luis iban mal, con los girondinos y los jacobinos y la madre que los confunda a todos, fueron peor, acabaron guillotinando también a la reina María Antonieta.

Luego, pasaron por la guillotina a todo aquél que consideraban aristocracia o simpatizante de esta y al final la Revolución acabó por comerse a sus hijos.

Primero el sicópata y sanguinario Marat, elaborador de las listas negras que condujeron a las Masacres de septiembre de 1792, asesinado en la bañera por la girondina Charlotte Corday, 13 de julio de 1793.

Segundo, Danton, que, aunque de impresionante figura debido a su elevada estatura y  amante de todos los excesos, fue quizás el más moderado de todos, guillotinado por orden de Robespierre, el 5 de abril de 1794.

Y al final, tres meses después de Danton, le tocó el turno a Robespierre. Murió en la guillotina el 28 de julio de 1794.

Robespierre, que durante su tiempo en la oposición se mostró siempre como un ferviente y firme opositor a la pena de muerte, una vez en el poder, no dudó en mandar ejecutar a todo aquél que se opuso a sus pretensiones. Y, aunque fue aclamado por sus admiradores como el “Incorruptible”, en realidad no pasó de ser un fanático y sanguinario dictador.

 

En 1979, diez años después del comienzo de la famosa Revolución, Napoleón Bonaparte daba un golpe de estado y el 2 de diciembre de 1804 se coronaba emperador y metería a Francia en una guerra contra el resto de Europa, que la desangraría durante más de 15 años.

Y ese fue el legado de aquella famosa revolución que Pablito puso como ejemplo.

Bueno, ¿Qué le vamos a hacer?

Hay quien cree que el Che Guevara fue un héroe o que Almodóvar hace cine.

Ya sé, ya sé, que Pablo es profesor de Ciencias Políticas, pero ¿no hay un juez del Supremo que dice que el ir a chillarle, gritarle y batir cacerolas delante de la puerta de un ministro o alcalde, del PP, no es acoso…?

Pues eso.