Saturday, April 22, 2017

¿Soy solo yo?











¿Soy solo yo o alguien más se ha dado cuenta de que el mundo está cada vez más loco y hecho una jaula de grillos?
Para empezar ahí tenemos a los americanos que, por enésima vez, nos sueltan de nuevo el rollo de las armas químicas.
Esta vez con el Presidente Sirio Al-Assad como protagonista.
Dicen, o mejor lo dicen todos los medios de comunicación, que ha bombardeado con armas químicas a su propio pueblo, incluyendo mujeres y niños.
Al-Assad, que ha visto la suerte que han corrido los antiguos dictadores de Irak y Libia, Saddam Hussein y Gadafi, derribados por los “rebeldes”, con la inestimable ayuda de los yanquis, y linchados ante las cámaras de televisión de todo el mundo, y en rigoroso directo, y que sabe que esa suerte de que todavía siga como mandatario de Siria, y con vida, se debe al hecho de que Rusia tiene una base naval en ese país y para evitar que nadie vaya allí a tocarle el “prefijo”, no ha permitido, hasta ahora,  que los americanos repitieran la jugada hecha a los anteriormente citados.
Y sabe, además, que estos, los americanos, están esperando como buitres que él les dé cualquier pretexto, para poder usarlo en su contra.
Y con estos antecedentes, nos quieren hacer creer, que va el bueno de Assad, y, atacando a su propio pueblo con gas sarín, les sirve el pretexto en bandeja de plata..?
¡Vamos hombre, por dios!, ¿pero nos toman por tontos o es que, en un alarde de cinismo, nos sueltan el cuento y les da lo mismo si les creemos o no?
¿Pero para que iba a usar Assad, gas sarín y meterse en un lio, si iba ganando la guerra sin grandes dificultades?
Y, además, el hecho en sí, si es que ocurrió y no fue todo otra súper producción de Hollywood, no alcanzó objetivos sensibles para el enemigo. Por lo que se vio en los medios, solo mató a unos pocos civiles, la mayoría, según decía la cosa, mujeres y niños.
¿..?
Bien, y por si esto fuera poco, nos dicen que acaban de lanzar sobre Afganistán la madre de todas las bombas. Un artefacto que pesa 9´8 toneladas, casi diez, ¡por dios!, un armatoste así, solo y sin ninguna clase de explosivo, lanzado desde una cierta altura, ya hace un agujero considerable, ahora con esta, que tiene una potencia de 11 toneladas de TNT, habrá cambiado de lugar hasta la montaña.
Dicen que fue con la idea de reventar el sistema de túneles y cuevas que tienen las ratas del Estado Islámico, en Nanganhar, al este de Afganistán. Si es así, bien venido sea, pero con las milongas que nos llevan soltado estos tíos, vete tú a saber…
Y no queda la cosa ahí todavía. Ahora dicen que van a responder al desafío nuclear de Corea del Norte.
Corea del Norte, un país con un Gobierno “comunista” y presidido por un gordito que está más chalado que la cabra de la legión, -que lo heredó de su padre y que éste, a su vez, lo había heredado del suyo, o sea, del abuelo del actual presidente, algo que convierte al país en una dictadura comunista hereditaria- y que hace una semana en un intento de demostrar ante los EEUU y  China un alarde de potencia armamentística, lanzó un cohete que alcanzó nada menos que una altura de 60 metros y luego cayó al mar sin más, todo un órdago.
Pero cuidado, tampoco es como para tomar a broma al gordito este, puesto que no es muy seguro que no posea una cabeza atómica y, si esto fuera el caso, y al chalado este le diera por amar al cohete, aunque el cachivache solo subiera 60 metros y luego estallase, podría armarse allí, y aquí también, las de San Quintín.
Y aquí en Europa, tampoco la cosa pinta muy normal. En Francia, donde van a celebrar, ya, elecciones, el partido socialista y el republicano, lo que serían aquí PP y PSOE, no están entre los favoritos, aunque el candidato de este último, F. Fillon, y a pesar de estar imputado por un escándalo de corrupción, ha conseguido mantenerse el tercer puesto, detrás de la ultra derechista Marine Le Pen, -Ésta,  una furibunda anti Unión Europea, que, de ganar las elecciones, amenaza con abandonar el mercado único, y entonces sí que  ya sería el acabose para la UE - y de primero, y solo con unos pocos puntos de ventaja sobre Le Pen, aparece  un neoliberal sin partido, un tal Emmanuel Macron, una especie de Albert Rivera, pero en francés.
Y de cuarto y a una gran velocidad, adelantando por la izquierda a los socialistas, le vine pisando los talones la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon.
Mientras tanto en Inglaterra, con los británicos hechos un lio con eso del “Brexit”, pues ya no saben si se quieren ir, quedar o todo lo contrario, Theresa May, hay decidido convocar elecciones. Y no la culpo. Ante la magnitud del paso que está a punto de dar, lo mejor es saber, si la gente está conmigo o está en contra.
En Turquía, en un referéndum, -dios nos guarde de los referéndums- los turcos han decidido, o eso parece, darle todo poder a Erdogan, el cual de esta manera podrá hacer y deshacer lo que le salga del prefijo.
Mientras que en Venezuela, el conductor de autobuses, Maduro, tiene la cosa al huevo para una guerra civil, y al grito de todo por la patria, éste indeseable ha comenzado a disparar y matar a su propio pueblo.
Mientras aquí en España, su alumno y admirador, Pablo Manuel Iglesias, que sueña poder un día hacer lo mismo, se ha puesto, a su vez, al volante de un autobús en cuyos laterales ha pegado unas figuras que representan, según él, la trama.
Algunas de las personas que aparecen en este autobús están imputadas en escándalos de corrupción, otras no, no obstante, Pablo Manuel, ha decidido que merecen estar allí de todos modos.
Una de estas personas es el periodista Eduardo Inda – cuyo pecado es haberle ganado un pleito a Pablo Manuel- que le recriminaba, desde el programa de Ana Rosa: si algo me pasa a mí, decía, si alguien me abre la cabeza por la calle, tú serás el responsable Pablo.
Y éste, con esa sonrisa estúpida y cínica hasta el paroxismo, que solo él sabe poner, se pasa por el forro, la advertencia de Inda, la libertad, la justicia y la democracia.
A él le da lo mismo.

Él sabe que siempre habrá incautos que lo voten y, quizás, se ha dado cuenta que nunca van a ser bastantes para llevarlo al poder, pero no le importa, un día podrá hacer lo que hace Maduro en Venezuela y entonces tendrá tanto poder como Erdogan, tiene en Turquía, Putin en Rusia, y, quien sabe, quizás hasta como Kim Jong-un, tiene en Corea del Norte. 

Saturday, April 01, 2017

Añoranza.


Me comentaba el otro día un amigo, -él, al igual que yo, un veterano de la mili de Franco-, al ver como en este último año han ido desapareciendo de nomenclatura de las calles de La Coruña, todos los nombres que ellos, esos de la “Memoria Histórica” consideran “franquistas”, calle del Ejercito, La división Azul, Los Caídos, General Sanjurjo, etc., por qué, decía él, todo este odio.
¿Por qué ese deseo de borrar de nuestra historia la memoria de un tiempo que, por mucho que traten de hacer que nunca existió, está y estará ahí? Un tiempo que nos vió nacer, crecer y hacernos viejos. Un tiempo que fue nuestra vida, lo que hemos sido y lo que somos.
Y, además, la inmensa mayoría de ellos, de esos que quieren borrar, suprimir, erradicar, ese tiempo de la memoria, no había nacido cuando Franco murió.
Ninguno de ellos conoció aquello de primera mano.    
¿Entonces…por qué tanto odio, tanta inquina?
¿Por qué?
Le dije: mira, no es odio, es añoranza. Tú lo has dicho, ellos no conocieron aquello y sienten añoranza por el mundo de sus padres.
Un mundo que nunca existió, pero que muchos padres de los 50, 60, 70 y 80, contaron y cuentan a sus hijos. El Mayo del 68, los Beatles, los Rolings, Woodstock, la lucha contra el “Régimen", la Revolución de los Claveles, El Che, las niñas en minifalda, lo bien que lo pasábamos y, ellos, no tienen nada de eso.

Tienen todas las comodidades de este mundo, sexo, libertad, no saben lo que es pasar hambre, etc., pero les falta el halo heroico, la aventura romántica de la lucha por la libertad, a ellos solo les queda las macro fiestas y el botellón y eso los hace sentirse completamente vacíos y sin una meta en la vida.


Si no hubiésemos alardeado, fanfarroneado tanto, si les hubiésemos dicho la verdad de cómo fue aquello. Si les hubiésemos dicho que ni fue tan romántico, ni tan bonito, ni hubo tanta gente corriendo delante de los grises, “ni arruinamos la vejez de los dictadores”, quizás ahora no hubiésemos cosechado estas nuevas generaciones que, sin saberlo, se encaminan a cometer el mismo error que cometieron sus abuelos, pero ahora sin causa.